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Dr. Rafael Bravo: El monigote no tiene sustituto

 

El Dr. Rafael Bravo, aborda en esta entrada de su blog “Primum Non Nocere 2014” la escasa capacidad de influencia del profesional médico en la organización de los centros de trabajo y la problemática que existe, desde hace tiempo, con las suplencias en el sistema público de la Comunidad de Madrid

 

Madrid, 26 de diciembre de 2014 (medicosypacientes.com)

El Monigote no tiene sustituto

Durante años la atención primaria de la sanidad pública ha seguido un sistema jerárquico piramidal con un modelo de organización curioso, entre lo autoritario en unos aspectos y permisivo en otros.

Este régimen otorga, por ejemplo una libertad casi infinita (luego modulada) en aspectos técnicos de la profesión médica como el diagnóstico o el tratamiento, pero trata como párvulos a los mismos profesionales cuando se trata de aspectos organizativos o de gestión. Mientras que de puertas para adentro de su consulta el médico puede hacer prácticamente lo que quiera, fuera es considerado, y así se comporta, como un monigote cuya única función es callar y trabajar.

En un centro de salud la capacidad de influir en la organización en general, o en la de la consulta en particular, es escasa. Es imposible por mucha voluntad que ponga un médico. No puede cambiar el flujo de sus pacientes, la información que se le proporciona, la forma de atenderlos, y otros muchas asuntos, so pena de pasar por innumerables grupos de trabajo donde la defensa numantina de lo establecido, es la norma.

Con el peculiar desarrollo de estos centros sanitarios y el reparto de cuotas de trabajo y de poder, es en la práctica imposible que un médico pueda, no ya mandar, sino sugerir algún cambio, en el que se vean implicados otros estamentos. La única capacidad de influencia era la que venia dada en la elección y compadreo con un coordinador amiguete.

Se ha eliminado con una moda traída del sur: el director o capataz de un Centro de salud que solo responde ante Dios y ante el Gerente que lo nombra

Los médicos nos hemos convertido en una especie de monigote que metido en la consulta durante un horario determinado resuelve todos los problemas que se presentan, más o menos espontáneamente, en el centro de salud.

La situación no es tan mala, bastantes profesionales la han aceptado (con resignación algunos y sumisión otros) y mal que bien ejercen su función de monigote con bata, haciendo el menor esfuerzo calórico y emocional.

Pero esta cómoda situación de incapacidad de gestión por parte del profesional, tiene una desventaja: hay que tener siempre (al menos en horario oficial), un monigote, de tal forma que si el monigote falta, hay que poner un sustituto, y en su defecto que los monigotes fijos se desdoblen. Este último invento fruto de la crisis es genial, aunque el monigote se cabrea un poco sigue haciendo su función y es una operación mucho más económica.

En raras ocasiones como la que ahora se da en la comunidad de Madrid concurren fenómenos no habituales, la convocatoria cercana de unas oposiciones a monigote fijo y la huida hacia el estudio de los maltratados (esto habitualmente) monigotes suplentes. Sucede lo que tenía que suceder: el monigote no tiene suplente y es prácticamente imposible cubrir su ausencia con monigotes hiperdesdoblados, con el consiguiente caos y merma de la calidad de la atención sanitaria

La sangre no llegara al rio, pero las cosas funcionarían mucho mejor si dejaran que las cosas las organizara los profesionales de verdad, no ex-monigotes o remedos de gerente-jefes.

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