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Dr. Landa García: «Homeopatía. ¿Fin de la permisividad?»

La permisividad que ha existido en los últimos años con la homeopatía puede estar llegando a su fin, a juicio del autor de este artículo, el Dr. Landa García, si se tienen en cuenta los últimos acontecimientos. Desde su punto de vista, puede contribuir a ello la adopción de una serie de medidas, entre ellas, informar a los ciudadanos desde los medios de comunicación y desde la Administración sanitaria, además de la emisión de una declaración oficial, definiendo claramente que los productos homeopáticos no son medicamentos 

Dr.José Ignacio Landa García, cirujano general y del Aparato Digestivo. Miembro del Consejo Asesor del CGCOM

 
Descrita hace más de doscientos años por el médico alemán Christian Friedrich Samuel Hahnemann (1755-1843) se apoyó para su desarrollo en dos conceptos: una sustancia que provoca los mismos síntomas que una enfermedad posee propiedades curativas de esa enfermedad (“similia similibus curentur”) y, esa sustancia o principio activo, es más eficaz cuanto más diluido esté en agua. Su dilución puede llegar hasta una millonésima parte de su molécula inicial. El resultado final es una sustancia (en ocasiones indetectable), con un contenido de más del 99% agua y que puede tratar el mismo síntoma en numerosas enfermedades diferentes.
 
En estos últimos meses están sucediendo hechos importantes,  que deberían ser utilizados por los medios de comunicación para informar a los ciudadanos sobre la realidad de la homeopatía y no solo, cuando se producen hechos tan lamentables, como el recientemente ocurrido en Italia el pasado mayo, con la muerte de un niño por una otitis mal tratada con productos homeopáticos y no con los adecuados antibióticos.
 
El pasado noviembre las tres sociedades científicas farmacéuticas españolas (Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria y Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria), advertían que no existía ninguna evidencia de que la homeopatía funcionara más allá del efecto placebo y creían que no debería permitirse su venta como medicamento. En diciembre, 18 Sociedades Científicas Españolas, tomaron también postura al reconocer solo un posible efecto placebo a los productos homeopáticos, considerando que nunca deberían ser prescritos, ni ser considerados como una terapia alternativa (Diario Médico, 19 de diciembre de 2016). También estos últimos meses, algunos Colegios Oficiales de Médicos están suprimiendo actividades, grupos y secciones dedicadas a la  homeopatía. Algunas Universidades de nuestro país, la última la de Barcelona recientemente, han suspendido sus cursos postgrado sobre homeopatía pese a los ingresos que les suponía, por falta de evidencias científicas. 
 
La Real Academia Nacional de Farmacia ha publicado en mayo un documento muy clarificador, que considero importante para que la administración tome de una vez una posición respecto a los productos homeopáticos (Posición de la Real Academia Nacional de Farmacia en relación con la situación actual de los medicamentos homeopáticos Madrid, Mayo de 2017). De lectura obligada para el lector interesado, revisa la situación actual de la homeopatía en cuarenta apartados, finalizando con once conclusiones.
 
Definen la homeopatía como “un método terapéutico alternativo que utiliza productos de origen natural: animal, vegetal o mineral que se administran en dosis infinitesimales, bajo la denominada «Ley de los similares». Se desconoce el mecanismo de acción de los productos homeopáticos, no mantienen la relación dosis-respuesta y no hay pruebas científicas que justifiquen su utilización clínica”. Pero lo realmente grave como concluyen, es que pueden crear falsas expectativas, sustituir a los tratamientos con eficacia demostrada, retrasar la consulta médica, etc. y sobre todo, pueden poner en riesgo la salud de los ciudadanos. 
 
Hasta hace poco tiempo solo se  acusaba a la homeopatía de falta de efectividad y ausencia de evidencias científicas que justificaran su utilización, pero había una cierta tendencia permisiva por su inocuidad y posible efecto placebo. Frente a ello, ya he comentado la publicación de casos en los que se ha utilizado como medicina alternativa a los tratamientos médicos actuales, con resultados fatales que están causando alarma. Pero es que además su inocuidad está siendo también cuestionada, demostrándose en ocasiones un desconocimiento y falta de control de sus principios activos. 
 
En una reciente publicación de la revista JAMA (Journal of the American Medical Association), se ha hecho público un informe de investigación de los últimos seis años de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), sobre algunos productos homeopáticos utilizados para aliviar la dentición en lactantes y niños. Además de llamativos efectos adversos recogidos en más de 400 informes, que iban desde la somnolencia a la agitación e irritabilidad, recogieron diez fallecimientos. Se descubrieron en estos productos homeopáticos cantidades variables de Belladona (contiene alcaloides como la atropina) causante de los efectos adversos (Abbasi J. Amid report of infant deaths, FTC cracks Down on Homeopathy while FDA investigates. JAMA, 2017; 317 (8): 793-5). Ahora, a pesar de los miles de millones de dólares que mueve esta industria en EEUU, estos “remedios homeopáticos” deberán advertir en sus etiquetas a sus posibles usuarios, que no existen evidencias científicas de su efectividad. No es poco en ese mundo donde tanto manda el dólar.
 
Un paso más lo realiza el Ministerio de Salud de Australia, que acaba de hacer público un documento sobre la regulación de venta de medicamentos en farmacias (Review of Pharmacy Remuneration and Regulation – Interim Report – June 2017) con base en un informe del Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica (NHMRC) de Australia de 2015. Muy claramente dice que “las personas que eligen la homeopatía pueden poner su salud en riesgo si rechazan o retrasan tratamientos para los cuales hay una buena evidencia de seguridad y eficacia». Su venta en las farmacias puede alentar a los pacientes a elegir un producto homeopático y no una medicina convencional con pruebas sólidas de su eficacia, con lo que se crea un riesgo de daño a la salud de los pacientes. Con ello concluyen que la homeopatía y los productos homeopáticos no deben ser vendidos en las farmacias para evitar que los ciudadanos crean que son medicamentos.
 
Frente a esto, en Europa, concretamente en Alemania,  uno de los mercados más importantes de productos homeopáticos, continúan avalando la homeopatía. En una reciente encuesta de la Asociación Federal de la Industria Farmacéutica (BPI), se recoge que un 50% de los encuestados tenían experiencia con la homeopatía y de estos, alrededor del 70% estaban satisfechos o muy satisfechos con su  eficacia y tolerabilidad. Curiosamente en el mismo documento de la BPI se considera la integración de la homeopatía con la “Medicina Antroposófica”.
 
Para los que no la conozcan la “Medicina Antroposófica” fue difundida por Rudolf Steiner, filosofo, escritor, pedagogo y arquitecto austriaco (1861-1925), que se integro en la corriente teosófica inicialmente (presunta relación con Dios y los espíritus superiores, permitiendo, entonces, el alcance del conocimiento superhumano mediante procesos físicos) y posteriormente, fundó su propia doctrina filosófica “antropofósica”, multifacética y con dedicación a la medicina en uno de sus variados aspectos. Utiliza “medicamentos” de origen vegetal, mineral y animal (los laboratorios farmacéuticos que los producen, por supuesto, son alemanes o sucursales); terapias artísti¬cas, euritmia curativa y masaje rít¬mico; orientación, psicoterapia y técnicas de enfermería específicas, tales como la frotación externa.
 
La sociedad alemana, es al parecer aficionada a estos tipos de terapias alternativas, como también es considerada la “naturopatia” que emplea una serie de prácticas calificadas como «naturales», «no invasivas» y como promotoras de «autocuración» (famosa por retrasar el tratamiento del cáncer de páncreas que padeció Steve Jobs en el año 2004 que finalmente le causo la muerte). Un dato curioso a tener en cuenta es, que el 80 % de los naturópatas alemanes utilizan la Iridologia (análisis del iris) como método diagnóstico. Parece increíble con la infraestructura diagnóstica con la que actualmente contamos. No olvidemos que la más dañina de las pseudociencias, afortunadamente ya perseguida por la justicia, también procede de Alemania, la “Nueva Medicina Germánica” (con sus pseudociencias derivadas Neuroemoción y Biodescodificación) introducida en los años setenta por Ryke Geerd Hamer (recientemente fallecido), que asocia el cáncer con los conflictos emocionales y hace que los pacientes rechacen sus posibilidades de un tratamiento médico adecuado al estado de la ciencia. 
 
En nuestro país se considera que existen unos diez mil médicos que prescriben productos homeopáticos (entre 250.000 médicos). En una reciente encuesta publicada, un 26% de los encuestados consideraban efectivos los productos homeopáticos (mucho-bastante) y un 26.7% algo efectivos. Reseñable es que un 10.3% no sabían o no contestaban (VIII Encuesta de percepción social de la ciencia de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, abril 2017).  Menos mal que a los que estaban a favor de la homeopatía, por cierto, con un porcentaje más elevado de ciudadanos con formación secundaria o universitaria, no se les preguntó sobre lo que creían que era la homeopatía y sus productos. No puedo aseverar un resultado que imagino, pero lanzo la idea para algún medio de comunicación.
 
Creo que el que haya médicos que prescriben productos homeopáticos y su venta libre en prácticamente todas las farmacias sin una información adecuada, favorece su utilización y las falsas expectativas que pueden crearse en los ciudadanos. Hay datos que afirman que algún laboratorio farmacéutico gana alrededor de sesenta millones de euros al año en nuestro país con estos productos. En cualquier caso, la permisividad que ha existido con la homeopatía puede estar llegando a su fin teniendo en cuenta los últimos acontecimientos. Informar a los ciudadanos desde los medios de comunicación y la administración sanitaria y, siguiendo el consejo de nuestros farmacéuticos, conseguir una declaración oficial, definiendo claramente que no son medicamentos sería hoy día lo más deseable. Conseguir que como en EEUU, estos productos lleven etiquetas informativas sobre su eficacia no demostrada, lo veo complicado de momento. Una decisión tan razonada, como la de retirar su venta de las farmacias que ha sido aconsejada por la administración australiana, con la que estoy de acuerdo, la considero ahora una utopía, estando tan cerca como estamos de Alemania y sus intereses económicos.
 
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