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Dr. Kepa Urigoitia: 2021, el año de la esperanza

El Dr. Kepa Urigoitia, presidente del Colegio Oficial de Médicos de Araba, escribe un artículo de opinión publicado en la Revista ICOMA nº33, especial COVID-19 segunda parte, en la que se recogen los testimonios de médicos y médicas de distintos sectores y especialidades en la provincia sobre cómo ha vivido y está viviendo la profesión esta crisis sanitaria este año de acción frente a la pandemia

Se ha cumplido ya un año desde que la Organización Mundial de la Salud declarara pandemia internacional por el brote epidémico de COVID-19 y también un año de la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno del Estado para la gestión de la consiguiente crisis sanitaria.

 
Ante un virus imparable, vimos cómo se saturaban nuestros servicios sanitarios, cómo se llenaban los hospitales, cómo faltaban camas en las UCIs y cómo los sanitarios en general y los médicos en particular, entregados hasta la extenuación y sin los medios de protección adecuados durante los primeros meses, iban sufriendo las consecuencias personales y familiares, tanto físicas -112 médicos en activo muertos- como psíquicas, demostrando con creces su compromiso con la ciudadanía.
 
Se interrumpió de golpe nuestra vida habitual, se modificaron nuestras rutinas, nuestra forma de relacionarnos, y vimos cómo la enfermedad iba segando la vida de familiares, amigos, vecinos, conocidos, sin que muchos de ellos pudieran tan siquiera despedirse de sus familias.
 
Ha pasado ya un año, pero el virus sigue estando entre nosotros y sigue demostrando su letalidad. El retraso y la timidez en la implantación de medidas de control, el levantamiento prematuro de éstas por motivos más políticos y económicos que sanitarios y la tardanza en el reconocimiento de la importancia de su transmisión por aerosoles han favorecido la alta contagiosidad y letalidad de este virus, que, hasta el momento, ha afectado a más de 3,2 millones de personas en España, causando la muerte de 72.000 de ellas, confirmadas por PCR y, a más de 120 millones a nivel mundial, de las que han fallecido más de 2,6 millones.
 
El retroceso del número diario de nuevos afectados y de defunciones de esta tercera ola y la consiguiente disminución de la presión asistencial, permiten un cierto respiro, pero no significa que podamos bajar la guardia. El virus sigue entre nosotros y no debemos repetir errores pasados, que pueden dar paso a una cuarta ola, de la que aún no podemos decir que estemos libres.
 
Todos tenemos ganas de relajarnos y de que vuelva la normalidad a nuestras vidas, pero no será posible hasta que alcancemos la tan deseada inmunidad de grupo. Una inmunidad que tiene nuestra confianza puesta en las vacunas. Y a este respecto, 2021 es el año de la esperanza; una esperanza depositada en una vacunación que aspira alcanzar ese horizonte mínimo del 70% de la población.
 
Desgraciadamente, determinados acontecimientos, de los que no son ajenos los intereses de terceros países, los de las empresas farmacéuticas ni la redacción de los contratos con éstas, están originando una disponibilidad de vacunas inferior a la prevista, con el consiguiente enlentecimiento de la inmunización de la población. Quiero confiar en que, tal y como parece desprenderse de las declaraciones que recogen los medios de comunicación, su disponibilidad aumente de manera considerable en los próximos meses y que, paralelamente, lo haga el ritmo de vacunación.
 
Y, por muy clara y legítima que sea su finalidad, pongo en tela de juicio la ética del establecimiento de un pasaporte de vacunación que otorgue determinados derechos a los vacunados, teniendo en cuenta que los tiempos de su inoculación no dependen de la voluntad de las personas, que, además, no es obligatoria y que, por otra parte, se deben proteger determinados derechos, como el de la no discriminación y el de la protección de datos.
 
Con este número de la revista colegial hemos querido complementar el anterior y dar voz a otros servicios de nuestro sistema sanitario que por problemas de espacio no tuvieron cabida en el primero, para conocer en primera persona cómo han vivido y siguen viviendo esta pandemia en su día a día. 
 
Y, como colofón, contamos con la inestimable colaboración del Doctor D. Luis Enjuanes Sánchez, químico y virólogo español de reconocido prestigio internacional, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, que amable y desinteresadamente se ha prestado a la entrevista que le ha realizado nuestro departamento de comunicación.
 
Permítanme terminar estas líneas con la frase que hace muchos años caracterizaba el comienzo de las cartas que se enviaban por correo postal: “Espero que al recibo de la presente estéis todos bien, nosotros bien, gracias a Dios”.
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