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Dr. Juan Martínez: “La impresora”

El autor de este artículo, el Dr. Juan Martínez, reflexiona sobre aquellos elementos presentes en la actividad cotidiana y que influyen, unos más que otros, en el resultado final del proceso llevado a cabo y que, incluso, pueden hacer vulnerable a toda una organización

 

Madrid, 23 de septiembre 2014 (medicosypacientes.com)

“La impresora”

Dr. Juan Martínez, doctor en Medicina y miembro de Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA)

En los últimos tiempos ha tomado creciente importancia en los centros de salud una figura inquietante, subhumana y feroz. Su alma mecánica resulta clave para todo el proceso asistencial. Sí, se trata sin duda de ella, la impresora, la “persona” más importante de la organización.

Si esa tarde de refuerzo, de suplencia, de casual llegada a un nuevo centro de salud te enfrentases a una impresora enferma, irritada o anémica, date por muerto.

Habrías de ser realmente mayor (háztelo mirar), si aun recuerdas como se rellenaban los partes a mano, o todo el resto de la vieja documentación coloreada y de hoja autocopiativa. ¡Qué tiempos!

Da igual. Nadie te creerá. Si le dices a un jovencito que el viejo P-10 es licencia para matar, se reirá en tu cara. No llevará razón, pero vencerá. Así están las cosas.

Sí, compañeros, ella, la impresora, injustamente en femenino, puesto que sus hábitos infernales se acomodan más al masculino: el impresor, la llamaría yo, resulta el nudo gordiano, el ojo de cerradura donde confluye todo. Si no funcionase, cómo te compadezco, qué tarde vas a pasar….

Poniéndome más serio, pero no por alterar el sentido de lo que digo, quiero recordar que los ingenieros de procesos y todos los ideólogos y prácticos de la calidad y seguridad, tanto en medicina como en cualquier ámbito de la vida, han reconocido desde hace décadas la existencia de puntos críticos de control, nexos de complejos diagramas de flujo que hacen vulnerable a toda una organización.

Pues eso, ahí lo tienen: la impresora.

La cosa es que si, por ejemplo le preguntásemos a un niño diría: “a ver, si está en el ordenador, para qué lo quieres en papel”…. Interesante cuestión.

Pero es que la vida sigue siendo como hace 50 años. Papel de receta, papel de informe, papel de baja…. Si le preguntas a un viejo dirá: “hágalo todo en papel”. Y también lleva su parte de razón.

Pasar del ordenador al papel implica la necesidad de una impresora. Y eso es caro, tóxico, antiecológico, lento, engorroso y falible. Por resumir.

Pero exploremos un instante por qué al final recurrimos inevitablemente al formato de papel. En mi opinión, la razón última es porque no nos fiamos de lo electrónico. No nos tranquiliza. No nos proporciona seguridad percibida. Necesitamos tocar el documento y nos resistimos a cualquier forma de supresión de ese papel de impresión que traduce al concreto lo que antes era abstracto. La famosa “nube” es de humo para la mayoría de las personas, aun, por más que se empeñen las multinacionales de hardware y software o todos los ejércitos de informáticos juntos.

Se me ocurre que, en lugar de impresora, en todos nuestros centros hubiera escáneres. Haríamos todo en nuestro viejo papel de autocopia, tan cómodo, elegante y limpio, y un sencillo clic volvería digital ese papel, que, a la postre el paciente precisa. Vale, era solo una idea, no lo volveré a decir…

Bromas aparte, es urgente revisar este sistema híbrido, electrónico y de papel, al que nos hemos acomodado sin pizca de autocrítica.

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