En esta ocasión, el Dr. José Ramón Repullo comenta en su blog “repu-nomada, reflexiones en el recodo del camino”, un reciente artículo publicado por el Dr. Juan Abarca en “El Mundo” sobre la relación entre Sanidad pública y privada
Madrid, 30 de abril 2015 (medicosypacientes.com)
“La privada para la gente guapa y la pública para la chusma:¿limpieza étnico-sanitaria?”
José R. Repullo. Médico y profesor de la Escuela Nacional de Sanidad (jrepullo@isciii.es)
http://repunomada.blogspot.com.es/2015/04/la-privada-para-la-gente-guapa-y-la.html
Juan Abarca se supera por momentos; gracias a su imprudente costumbre de decir lo que piensa sin pensar mucho lo que dice, nos regala perlas de pensamiento de brutal sinceridad…
Así, en “El reto del equilibrio entre la sanidad pública y la privada” publicado en EL MUNDO … http://www.elmundo.es/espana/2015/04/26/553bc1e5268e3e0c438b4587.html … tras reivindicar la calidad excelsa del sector privado en lo relativo a innovación (marketing habitual y esperable dado su trabajo), se jacta de que la privada no tiene techo de gasto, pero formula con pánico que el recorte de la sanidad pública se está pasando de rosca… Haciendo de portavoz del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), formula los parámetros de diferenciación de ambos sectores…
“… Así, es necesario un sistema sanitario público que dé una atención con las máximas prestaciones a toda la población – y que ésta sea la mejor posible -. Un sistema que debe afrontar una atención basada en criterios de equidad para todos en todos los lugares, porque hay procesos en los que es necesario contar con toda la población para tener el número suficiente de casos de estudio. En cambio, el sistema sanitario privado -sin descuidar lo más mínimo la calidad- debe ofrecer una atención más personalizada de la que puede otorgar un sistema que tiene como fin salvaguardar el bienestar de la colectividad“.
Dibuja claramente dos estándares de servicio: normal y extra (que podrían tornarse en ¿cuartelero y elitista?). Y la preocupación surge del crecimiento posiblemente inapropiado de la clientela de la sanidad privada..
“A la vista de los resultados de la captación del seguro privado y su continuo e imparable crecimiento está claro que no es sólo la demostrada calidad y la satisfacción que da el sistema sanitario privado lo que produce el crecimiento en el número de asegurados, sino que es también el derrumbe del sistema sanitario público. Esto nos lleva a una situación que, en sí misma, es incompatible: la de tener un sistema sanitario público sin pacientes y un sistema sanitario privado en el que la personalización sea cada vez más difícil por la masificación del mismo”.
La victoria de la sanidad privada sobre la pública sería pírrica: al masificarse perdería el glamur y se colapsaría…
“O las administraciones públicas y aquellos que tienen como único fin defender la prevalencia del sistema público toman medidas o viviremos el declive del sistema público y el colapso del privado”.
El razonamiento desvela tres cosas: primero que la interdependencia entre la pública y la privada se estropea si no hay un descreme apropiado (la gente apropiada con las enfermedades correctas); que al menos a una parte de la sanidad privada española (los centros de provisión privada) no les interesa hacerse con segmentos nuevos de demanda, con lo que muestran unánimo empresarial un tanto anoréxico; y, finalmente, que son capaces de indignarse con el Estado por no retener y entretener a su demanda propia, y lanzar una sobrecarga a un sector que no quiere crecer más que de acuerdo a su cartera de servicios y clientes preferidos.
Pero me parece que son indignados que no llegarán a votar a Podemos; porque su indignación es neo-elitista; porque además es interesada, ya que la presunta interdependencia entre el sector público y el privado deja zonas amplias de parasitismo y saprofitismo.
No quiero simplificar o jugar a demagogia fácil (como sería contar el caso de las pruebas que al parecer patólogos del Hospital Gregorio Marañón traían de la privada a la pública); también el sector público usa al privado de válvula de escape, liberando entropía de pacientes molestos y paliando el malestar de los médicos por el maltrato salarial. Pero junto a estos elementos de simbiosis, está claro que la sanidad pública recoge los principales “malos riesgos” y acude prioritariamente a los segmentos menos rentables (rural, emergencias, trasplantes, cánceres complejos, medicamentos ultra caros, pacientes terminales, etc.)
Por lo tanto, aunque pueda estar aparentemente de acuerdo con Juan Abarca en lo de que no hay que dejar morir presupuestariamente al sector público, el argumento que esboza es inaceptable… porque asume que la calidad interpersonal en la pública es un objetivo imposible, y la buena gestión es un reto inalcanzable; es más, lleva a un razonamiento prescriptivo por el cual establece como elemento diferencial y patognomónico de la sanidad privada aquello de que “el sistema sanitario privado -sin descuidar lo más mínimo la calidad- debe ofrecer una atención más personalizada”.
Y ahí hay un deseo expreso de limitación de la calidad del sector público, escondido entre argumentos de defensor de la sanidad pública.
Me recuerda a un rico amigo de mi padre que decía… “a ver cuándo suben de verdad el precio de la gasolina…” y todos le miraban sorprendido… “para que los pobretones dejen de coger el coche, y podamos circular a gusto los de siempre”.
Defender a las castas no es una gran idea en estos momentos…