El uso adecuado y responsable de los medicamentos, como señala en este artículo el Dr. Nieto, vocal nacional de medicina por cuenta ajena de la OMC, dirigido por profesionales respetando las normas éticas, deontológicas y profesionales precisas y en el ámbito de un profesionalismo competente, “no solo mejora la salud de los pacientes sino de la comunidad en que viven y secundariamente producirá un ahorro tan necesario hoy día en nuestro sistema sanitario y en la economía de nuestro país”
Madrid, 18 de mayo 2015 (medicosypacientes.com)
Los medicamentos son uno o más fármacos, simples o compuestos destinados para su utilización en las personas o en los animales, dotados de propiedades que permitan el mejor efecto de sus componentes con el fin de prevenir, aliviar o mejorar el estado de salud del enfermo, o para modificar estados fisiológicos.
Los medicamentos se administran con el fin de conseguir un objetivo terapéutico evitando los efectos secundarios de los mismos y el tratamiento eficaz requiere conocer las necesidades del paciente y planificar la administración a dosis requeridas para alcanzar el objetivo según el estado clínico del paciente, la gravedad de la patología y la existencia de otros fármacos y de enfermedades intercurrentes.
Cualquier medicamento puede tener graves efectos secundarios pues si bien se prescriben en razón de sus beneficios, es preciso conocer la historia clínica del paciente de forma muy completa antes de recomendar cualquier medicación.
La propaganda de los beneficios de cualquier medicamento debe llevar anexa la comunicación clara y precisa de las complicaciones a que su empleo puede dar lugar.
Hemos asistido días atrás a informaciones sobre el grupo de los Ibuprofenos, cuya dispensación es libre, a petición del usuario, pero que no está informado de los efectos secundarios que hoy día están llegando al público a través de los medios informativos.
Recordemos a modo de ejemplo las hemorragias producidas por el uso de acido acetil salicilico -ASPIRINA- o las alteraciones vasculares cardiacas producidas por el uso de vasoconstrictores nasales. Y no olvidemos los problemas hepáticos producidos por el uso indebido de Paracetamol, que hoy día se dispensa alegremente en las oficinas de farmacia y parafarmacias.
Y no quiero continuar exponiendo más ejemplos porque con los narrados, ya es al menos suficiente para preocuparse cuando se entrega una medicación a petición de un paciente.
Considero casi un atentado a la salud del paciente el suministrarles un medicamento sin preguntarle en qué condiciones y como va a usarlo y manifestarle los problemas que pueden aparecer con su uso.
En estos casos, quien es el responsable? Digamos que el paciente por solicitarlo? el profesional sanitario por recetarlo, indicarlo o dispensarlo? O bien no hay responsable ante estos hechos. Bueno sí, podríamos buscar como responsable la empresa que lo fabrica. No parece grotesco?
Y si se producen efectos secundarios ante la prescripción, indicación o dispensación de medicamentos quien o quienes responde de los mismos?
Lógicamente ante un efecto secundario, ó no deseado, ante la administración de una medicación, el profesional debe tener conocimientos necesarios para tratar dichos efectos secundarios y para evitarlos debe conocer perfectamente a quien se le prescribe o entrega una medicación.
SOLO DEBEN PRESCRIBIR HONRADAMENTE QUIENES CONOCIENDO LAS INDICACIONES ANTE EL PACIENTE CONOCEN LAS POSIBLES COMPLICACIONES DE LA PRESRIPCION Y TIENEN CAPACIDAD PARA TRATARLAS.
Pensemos en los momentos actuales lo que la prensa diaria expone cada día con más fuerza: Solo se puede pilotar un avión quien está preparado y capacitado para corregir los diversos problemas e incidentes que pueden presentarse durante el vuelo.
Y el tratamiento con medicación de las personas es algo más; la complejidad del cuerpo humano y la fisiopatología del paciente requiere unos conocimientos que el profesional debe conocer antes del uso de cualquier medicación. Los medicamentos no son herramientas, alimentos, ni juguetes para ponerlos sin más en manos de quienes no tienen conocimientos sobre estos, ni sobre la patología y fisiopatología de la persona que ha de emplearlos.
El uso adecuado de los medicamentos dirigido por profesionales respetando las normas éticas, deontológicas y profesionales precisas y en el ámbito de un profesionalismo competente, no solo mejora la salud de los pacientes sino de la comunidad en que viven y secundariamente producirá un ahorro tan necesario hoy día en nuestro sistema sanitario y en la economía de nuestro país.