El Dr. Jacinto Bátiz, director del Instituto para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, analiza en este artículo la proposición de Ley de la Eutanasia e invita a los representantes políticos a que se esfuercen en elaborar una ley de cuidados paliativos que garantice los recursos humanos, los profesionales competentes, los tratamientos útiles para aliviar el sufrimiento y los cuidados de confort
El texto socialista sobre la proposición de Ley de la Eutanasia busca reconocer el derecho a morir a las personas que padezcan una enfermedad o una discapacidad grave que no tengan más opciones de tratamiento y que quieran voluntariamente, y respaldados por informes médicos, acabar con su vida; e incluir esta práctica entre las prestaciones del Sistema Nacional de Salud para garantizar el acceso a todos los ciudadanos en condiciones de igualdad.
Mientras tanto, los ciudadanos de nuestro país no disponen de una ley nacional que les garantice una atención adecuada al final de la vida para que tengan derecho a vivir sin sufrimiento mientras acaba su vida y en condiciones de igualdad entre territorios. Cuando se ha propuesto una ley nacional de cuidados paliativos para garantizar esto, en el Parlamento se ha argumentado por lo defensores de la ley de eutanasia que la ley de cuidados paliativos no aportaría nada porque estos cuidados ya están contemplados en la cartera común de servicios desde 2006, y desde el 2010 hay una estrategia de cuidados paliativos. Sin embargo, se han olvidado de decir que cada año 80.000 personas que necesitan estos cuidados no pueden acceder a ellos. ¿Lo único que nos van a garantizar nuestros políticos va a ser el derecho a la eutanasia? ¿Va a ser el único derecho que vamos a poder elegir para morir sin sufrimiento?
Los Cuidados Paliativos alivian el sufrimiento de la persona y cuidan su vida mientras llega su muerte. Para la mayoría de las personas, “morir con dignidad” significa morir sin dolor u otros síntomas mal controlados que le hagan sufrir; morir a su tiempo, sin que se acorte o se prolongue de forma innecesaria la vida; morir rodeado del cariño de la familia y los amigos; morir con la posibilidad de haber sido informado adecuadamente, eligiendo el lugar (hospital o domicilio); y participando en todas las decisiones importantes que le afecten. La eutanasia provoca intencionadamente la muerte de la persona para eliminar su sufrimiento. ¿Por qué tanta urgencia para aprobar la ley de la eutanasia?
Como ya he citado, hace unos días se debatía en el Congreso de Diputados sobre el derecho de los ciudadanos a la eutanasia. Desde hace muchos años se está solicitando que la necesidad de los cuidados paliativos se transforme en un derecho para aquellos ciudadanos que los necesiten. Es verdad que varias comunidades autónomas garantizan por ley este derecho, pero no en todas existe una Ley que lo garantice.
Me llama la atención que nuestros políticos desaprovecharan una oportunidad para demostrar su sensibilidad humana ante el dolor de los que sufren. En medio de tantas muertes y batallas para luchar contra ella durante la pandemia de la COVID-19, debaten una ley para que los médicos ayudemos a adelantarla. ¿Es el momento para esta ley?
Desde esta tribuna invito a los representantes políticos a que se esfuercen en elaborar una ley que garantice los recursos humanos, los profesionales competentes, los tratamientos útiles para aliviar el sufrimiento, los cuidados de confort, en definitiva, la atención integral a las personas y a sus familias para que miles y miles de españoles, cada año, cuando su vida llega a su fin, no se vean obligados a pedir el adelantamiento de su muerte porque su vida es insufrible y no se ha hecho nada para que sea de otra manera. Esto sí que es urgente, no lo olviden.
La prioridad de las leyes debieran estar en función de las necesidades de la mayoría; una vez garantizadas estas necesidades, podría ser legítimo garantizar las del resto. Pero, en mi opinión, no es legítimo a la inversa.