El Dr. Gabriel Rubio, vicedecano de Integración y Cooperación Universitaria de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), subraya la importancia de integrar el autocuidado y la salud mental en la formación de los futuros médicos. Desde la Facultad buscan dotar a los estudiantes de herramientas prácticas para cuidar su bienestar, mientras refuerza su vínculo con la profesión médica y el paciente.
Durante la entrevista, el Dr. Rubio pone en valor la colaboración con la Organización Médica Colegial y su Fundación para la Protección Social, así como la Fundación Ortega Marañón, en seminarios de formación que ayudan al alumnado.
¿Cuál es el papel de la Facultad de Medicina de la UCM en la organización de estos seminarios sobre autocuidado y la representación de la profesión médica?
Diferentes profesores de la Facultad tras reunirse con grupos de estudiantes de la Facultad de Medicina debaten sobre cuestiones que les pueden estar preocupando en temas relacionados con la salud mental, el futuro como médicos o las situaciones académicas que más les preocupan. Una vez detectadas, se proponen una serie de seminarios o conferencias que aborden esos asuntos. Algunos se concentran en la Semana Marañón y otros se abordan en otros espacios.
En estos últimos años, hemos puesto en marcha el primer “campus InRecovery”, que tiene la finalidad de promover la detección y la ayuda a los estudiantes de la Facultad de Medicina que puedan estar teniendo problemas como adicciones, trastornos afectivos o de la conducta alimentaria. Esta iniciativa nos ha permitido la creación de una herramienta que facilite de forma anónima el cribaje de diferentes trastornos mentales y el nivel de fortalezas, para que cada alumno pueda disponer de un “breve informe que refleje su situación psicopatológica” y los lugares donde poder solicitar ayuda.
Desde su posición como Vicedecano, ¿qué importancia tiene fomentar la integración de temas como el autocuidado y la salud mental en la formación de los futuros médicos?
En mi opinión, estas iniciativas son claves, y más en una carrera como la de Medicina, donde están los mejores expedientes del mundo universitario y en la que se enfrentan a una profesión que está continuamente aportando descubrimientos en áreas como la fisiopatología, el diagnóstico y el tratamiento, pero en la que se corre el riesgo de perder de vista el autocuidado y la necesaria relación médico-paciente, en aras de estar al día con las diferentes novedades científicas.
¿Por qué es importante la celebración de estos seminarios?
Porque les permite disponer de un espacio para reflexionar junto a profesionales, científicos, pacientes y otros estudiantes. Ese espacio y ese contacto con pacientes que hablan con autenticidad de sus problemas de salud mental facilita la toma de conciencia sobre la relevancia de las humanidades en la Medicina.
¿Cómo ha sido la colaboración con la OMC, la FPSOMC y la Fundación Ortega Marañón para desarrollar estos seminarios?
Ha sido y es muy fructífera ya que compartimos objetivos, no solo en la necesidad de poner al enfermo en el centro de nuestra atención, sino porque nos permite mantener la idea “marañoniana” de que la humanización de la asistencia no puede ser desplazada o relegada por los avances técnicos.
¿Qué cambios ha notado en los últimos años en cuanto a la actitud de los estudiantes de Medicina hacia su propia salud y bienestar?
Tras la pandemia, ha habido un interés creciente por parte de los alumnos en estos temas. De un lado, porque son cada vez más frecuentes las peticiones de consulta por diferentes síntomas y, de otro, porque la preocupación de la sociedad por los problemas de salud mental también les incumbe a ellos. De hecho, la iniciativa de llevar a cabo una encuesta en la Facultad de Medicina fue una propuesta de los propios alumnos.
¿Cómo aborda la Facultad de Medicina el desafío de preparar a los estudiantes no solo en el ámbito académico, sino también en competencias relacionadas con el autocuidado y el bienestar emocional?
Hasta ahora hemos mantenido una vía bidireccional entre los estudiantes y un grupo de profesores para conocer sus preocupaciones y disponer de una información real de cuáles pueden ser sus problemas. Esta iniciativa ha dado sus frutos con el “campus InRecovery”, a través del cual un grupo de alumnos formados ejercen como “consultores” para el resto de sus compañeros sobre diferentes problemas de salud mental, como las adicciones.
Si ellos consideran que el problema debe ser atendido por un profesional, se ponen en contacto con el grupo de profesionales del hospital de referencia (suelen elegir el Hospital Universitario 12 de Octubre, donde estoy yo) para llevar a cabo el diagnóstico y la propuesta de tratamiento, que se puede realizar en el mismo hospital o en el lugar más aconsejado por proximidad al lugar de residencia del alumno. En este último año, hemos puesto en marcha un grupo de trabajo constituido por profesores y alumnos para analizar estrategias que faciliten la adaptación de los alumnos a la carrera, así como para mejorar las fortalezas que podrían prevenir los problemas de salud mental.
¿Qué beneficios cree que pueden obtener los estudiantes de Medicina al participar en estos seminarios, tanto a corto como a largo plazo en su formación y carrera profesional?
En primer lugar, les permite reflexionar sobre la relevancia del cuidado y del crecimiento en valores para su salud y la de sus futuros pacientes. También se favorece el pensamiento crítico de manera que puedan ponderar la importancia de los avances científicos en Medicina, pero sin perder de vista el cuidado de la relación médico-paciente. La tecnología médica no debe desplazar los avances en humanización conseguidos.
¿Qué aspectos destacaría del contenido de las sesiones dedicadas a la organización y representación de la profesión médica en el ámbito nacional e internacional?
En mi opinión, lo más destacable es que los alumnos pueden compartir sus puntos de vista con destacados profesionales de la medicina que no acuden a “vender o promocionar” fórmulas y estrategias “milagrosas” para los pacientes, sino a compartir su experiencia como profesionales de la medicina de forma auténtica. Este tipo de actividades va a contracorriente de lo que se promociona en otras facultades de medicina anglosajonas o del continente asiático, en las que la técnica y lo virtual están desplazando a la relación e interacción médico-paciente.
¿Qué papel juega la cooperación universitaria en la evolución de la educación médica y cómo visualiza su desarrollo futuro en la Facultad de Medicina de la UCM?
Creo que es fundamental que las facultades de Medicina se unan en este tipo de estrategias; de lo contrario, las tendencias nos llevarán a sustituir a los profesores por programas formativos realizados por avatares a los que el alumno tendrá acceso desde su ordenador y en su casa. Esa es una de las vías para llegar a una asistencia donde los dispositivos móviles, la robótica y los avatares suplirán a los médicos para desgracia de todos. Por eso, hoy más que nunca nuestras facultades deben unirse y explicar lo que está pasando y lo que puede pasar con el futuro de médicos y pacientes.