El vocal nacional de médicos con empleo precario de la OMC, el Dr. Fernando Rivas, aboga en este artículo publicado en “Diario Médico” por la convivencia de lo público y privado en el ámbito sanitario. Como opina el Dr. Rivas, “el segundo complementa de manera importante al primero, pero no debe sustituirlo”
Madrid, 3 de marzo 2015 (medicosypacientes.com)
“Convivencia pública-privada”
Dr. Fernando Rivas. Vocal Nacional de Médicos con Empleo Precario de la Organización Médica Colegial (OMC). Artículo publicado en “Diario Médico”
El sistema sanitario español vive de espaldas a la crisis. Mientras las cifras macroeconómicas repuntan, nuestros centros sanitarios siguen su larga travesía por el desierto. Y dentro de ellos los profesionales se aferran a la calma, propiciada por las elecciones venideras tras años de angustiosa tormenta, deseando que esta vez sí vengan tiempos mejores.
Como en cualquier desastre natural, los acontecimientos posteriores al cataclismo no dejan ver las proporciones del mismo, ni las escaramuzas de quienes se aprovechan de ellas. Pero en nuestro caso, las medidas flagrantes contra el sistema sanitario, llevadas a cabo por administraciones gobernadas por partidos de distinto signo, han puesto de manifiesto la escasa voluntad por mantener un modelo que, con sus fallos, ineficiencias y vicios acumulados, ha mantenido la cohesión y un nivel de equidad social envidiable.
Los médicos han visto reducir sus ingresos, consolidar las contrataciones temporales y a tiempo parcial, y reducir al mínimo la reposición de otros compañeros.
En esta zozobra a la que muchos trabajadores se han visto empujados, a veces nos olvidamos de hacer un análisis sobre lo que pasa con todos los profesionales. Los médicos, al igual que el resto de profesionales sanitarios, han visto reducir sus ingresos, consolidar las contrataciones temporales y a tiempo parcial, y reducir al mínimo la reposición de otros compañeros, que en muchos casos han sido obligados a jubilarse.
Salidas en la privada
En esta tesitura de coacción, en la que no coger la llamada del empleador para aceptar el mendrugo de pan que parece no terminarse nunca, puede acabar con la no renovación del susodicho profesional, muchos han decidido resignarse y tragar, otros han emigrado buscando empleos dignos, y otros han encontrado en la sanidad privada una salida más estable que la ofertada en la pública.
Al médico en la privada se le pide un trabajo para el grupo, llevándole a ejercer como un proveedor de servicios sin un lugar fijo, para rentabilizar al máximo los recursos.
Nadie podrá decir que la sanidad privada no juega un papel importante en nuestro sistema. Su evolución en estos años tampoco debería pasar desapercibida. Las aseguradoras han visto incrementar sus pólizas a la vez que las listas de espera aumentaban en la sanidad pública. La ecuación no termina aquí. El médico que busca trabajo en la privada difícilmente encuentra las ya casi olvidadas consultas, donde tener un nombre y un piso abrían las puertas del ejercicio liberal. Hoy los grupos de capital riesgo, detrás de aseguradoras o empresas tradicionalmente del sector, compran clínicas o directamente las construyen. En ellas ponen a trabajar a esos profesionales que huyen del naufragio al que se ha conducido al sistema y les ofrecen condiciones que son significativamente mejores que en estos sitios, pero que nunca son tan buenas como las que hubo en este mismo sector hace años. Al médico, en muchos casos, se le pide, además, un trabajo para el grupo, llevándole a ejercer como un proveedor de servicios sin un lugar fijo, simplemente para rentabilizar al máximo los recursos.
Modelos de ejercicio
Estos nuevos modelos de ejercicio profesional han surgido por el llamado desmantelamiento encubierto de la sanidad pública. No es casual todo lo que ocurre. Crecimiento de listas de espera, recortes en plantillas, cierre de plantas, contratos precarios y a la vez el impulso del sector sanitario privado, buscan un fin claro de trasvase de usuarios y proveedores a un escenario aparentemente más benévolo, pero que esconde un peligroso final si se descompensa en favor del segundo, por cuanto puede terminar generando una desigualdad entre quienes se pueden pagar la asistencia y los que no.
Precisamente por este motivo, más que nunca, hay que defender el modelo que nos hemos dado, reforzándolo y utilizando los recursos de que disponemos para cambiar. Es fundamental desterrar ideas de que no es sostenible, porque sí lo es siempre que se gestione con criterios finalistas y no políticos. Entender que los modelos público y privado pueden convivir es otro punto importante a tener muy en cuenta, pues el segundo complementa de manera importante al primero, pero no debe sustituirlo.
También es muy importante que el profesional no sienta que su labor no está reconocida, porque caer en esta tesitura sólo lleva a la pérdida del mayor capital con que cuenta el sistema sanitario: sus trabajadores. Perderlos puede significar la diferencia entre salvar el modelo sanitario o perderlo para otros fines. Sin duda, ahora nos toca arrimar el hombro y luchar por lo que creemos mejor.