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Dr. Domínguez Roldán: “Para la ética médica existirá un antes y un después de la pandemia COVID19”

La Real Academia Nacional de Medicina ha decidido otorgar el premio Nicolás Rodríguez Abaytúa, premio 2020 de Investigación sobre Bioética y/o Deontología Médica al Dr. José María Domínguez Roldán, miembro de la Comisión Cental de Deontología del CGCOM, por su trabajo de investigación titulado “Aproximación antropológica y bioética a la definición de persona a través del diagnóstico médico de muerte encefálica”

¿Qué supone para usted el Premio Nicolás Rodríguez Abaytúa 2020, de investigación sobre Bioética y/o Deontología Médica por la Real Academia Nacional de Medicina de España? 

Este premio supone un reconocimiento a la labor de investigación que durante muchos años se ha venido realizando sobre la ética del paciente neurológico. Probablemente sea también una reafirmación de un área de conocimiento en creciente expansión como es la neuroética. Esta disciplina enlaza la biología y la patología del sistema nervioso central con las características propias del ser humano, cuyo anclaje biológico es el cerebro, y en consecuencia interrelaciona la actividad cerebral con el comportamiento humano; igualmente, ayuda a establecer un área de investigación sobre cuánto del comportamiento humano es debido a la estructura biológica del sistema nervioso central.

¿Qué tiene que ver la bioética en la definición de persona a través del diagnóstico médico de muerte encefálica? 

El paciente fallecido en situación de muerte encefálica (en la unidad de cuidados intensivos y sometido a ventilación artificial) muestra actividad cardiaca, metabólica, y funciones de órganos que pudieran aparentar una situación de vida. De hecho, la permanencia de estas funciones vitales en órganos, y células, ha llevado a que algunos autores cuestionen que la situación de muerte encefálica sea una situación de muerte real. Aunque en España esa controversia hace años que desapareció, no es así en otros países del mundo. Era por ello imprescindible sustentar con una legitimación antropológica y ética el hecho de que la desaparición de las características intrínsecas de la persona es la esencia del establecimiento del diagnóstico de muerte.  

¿Cuál fue su objetivo a la hora de elaborar el trabajo que ha resultado premiado? 

Existía un doble objetivo con este trabajo, el primero era la confirmación de que todas las características propias de persona habían desaparecido en el paciente en situación de muerte encefálica global. El segundo objetivo era probar que, aunque un paciente pierda algunas de las características relacionables con la persona (conciencia de sí mismo, autoidentificación, memoria, etc.) a consecuencia de un daño cerebral grave, a consecuencia de, por ejemplo, un traumatismo craneoencefálico, o un deterioro progresivo como en la demencia, en esos seres humanos persisten características suficientes que le siguen otorgando la dignidad propia de la persona. 

Esta aproximación neuroética al paciente con daño cerebral pienso que se convierte en muy relevante para mantener el respeto y la dignidad de estos pacientes.

¿Cuáles son las conclusiones más importantes de su trabajo? 

Podríamos sintetizar las conclusiones de la investigación en estos tres puntos:

El cerebro del ser humano es el sustento estructural de características necesarias para que éste sea considerada persona. La pérdida irreversible de estas características, debido al cese definitivo de la actividad cerebral, tiene como consecuencia el establecimiento del diagnóstico de muerte de la persona, a pesar de la existencia de actividad biológica en estructuras corporales.

Dado que tras el diagnóstico de muerte por criterios neurológicos es posible la persistencia de la actividad propia de un biotopo orgánico, el diagnóstico de muerte debe ser compatible con ausencia de todas las características esenciales del ser humano y de la persona, entre las que se encuentran: racionalidad, consciencia de sí mismo, conducta moral, libertad, manifestación, proyecto, identidad de persona, inmanencia de persona, trascendencia de persona, autofinalidad, culminación, e indivisibilidad.

El ser humano no es exclusivamente su consciencia, o sus aspectos cognitivos, estas son solo algunas de sus características, quizás las más expresivas. Por tanto, la ausencia de consciencia, o la existencia de déficit cognitivos no son criterios suficientes para desproveer al ser humano de su dignidad intrínseca.

 ¿La pandemia ha puesto sobre la mesa una vez más la importancia de la ética y la deontología a la hora de tomar decisiones clínicas? 

La pandemia por COVID 19 ha supuesto no solamente un reto para las áreas científico- técnicas de la medicina, sino también para aquella parte de la medicina dedicada al análisis de valores y principios. La ausencia de recursos suficientes para la atención a todos los pacientes, la distribución de los mismos, la inequidad que en ocasiones ha podido observarse, o los planteamientos de discriminación en la atención sanitaria basados en aspectos como la edad o el impacto social de la persona enferma han puesto de relieve la relevancia que la ética médica tiene en el quehacer diario de la profesión. Para la Ética Médica, y la bioética en general existirá un antes y un después de la pandemia por COVID19 y obligará a que los profesionales de la medicina amplíen sus conocimientos en ética para conocer más sobre justicia distributiva, autonomía del paciente, y otros principios que impactan en la actividad diaria del médico

¿Cómo ha vivido la pandemia como profesional y ciudadano?

Como como médico que trabaja en una unidad de cuidados intensivos, hemos podido ver una de las caras más duras de esta pandemia: el afrontar una enfermedad nueva, desconocida, grave, sin una base científica suficiente de abordaje, pero además, y dados los requerimientos epidemiológicos y de protección que obligaban al aislamiento del paciente, hemos podido vivir una situación insoportablemente dolorosa en la que la soledad, y la falta de contacto del paciente con sus seres queridos ha llevado a una terrible caída en la calidad en la atención humana que se ha podido prestar a estos pacientes.

 
 

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