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Dr. Cabrera: “Una solución para los pies de barro de la sanidad canaria”

El Dr. Pedro Cabrera, presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas, analiza en una columna de opinión publicada en el diario La Provincia la situación de la sanidad canaria, “que se ha encontrado en el vagón de cola del panorama nacional con menor financiación y peores indicadores sanitarios”, según explica

Hace ya casi 20 años que España se sitúo en el cuarto país del mundo dentro del ranking de los sistemas sanitarios. Pocos sectores españoles, si existe alguno, ha conseguido situarse en esa posición. ¿Cómo se consiguió ese milagro sanitario en un país como el nuestro? En su origen está la formación de médicos especialistas por el sistema MIR, un sistema de selección de profesionales inconcebible en aquella época del tardofranquismo y principio de la actual etapa democrática. Aquella fue una época donde era casi imposible triunfar fuera de las recomendaciones y el nepotismo; sin embargo, se logró alumbrar un sistema basado en la competencia y el mérito que dura hasta nuestros días. Al éxito del sistema MIR se unió el desarrollo de la profesión enfermera que también llegaría a tener un notable reconocimiento internacional. 

Imbuidos por el pensamiento de la época, las profesiones sanitarias crecieron con una mentalidad de pilar social que minusvaloraba sus reivindicaciones económicas. Pocas manifestaciones han hecho los sanitarios por motivos laborales y las más multitudinarias, como las mareas blancas, han sido para defender la sanidad pública. Esta parte romántica del mundo sanitario aceptó estar crónicamente mal remunerada en relación con su alta cualificación. 

Así se fraguó el éxito de la sanidad española: magníficos profesionales mal pagados, lo que le permitió a España mantener su posición en el mundo desarrollado aunque en gasto sanitario per capita se hundía en las listas de los países desarrollados hasta colocarse a día de hoy en el puesto 21 de los países de la OCDE que tienen una media de gasto de 4.003€ por habitante y año frente a los 3.245€ del presupuesto español.  Por su parte, la sanidad canaria se ha encontrado en el vagón de cola del panorama nacional con menor financiación y peores indicadores sanitarios. 

Por si fuera poco su compromiso, los profesionales sanitarios han resistido como nadie el embate de la crisis económica a pesar de que sus derechos laborales se están derrumbando, sufren contratos basura, tienen niveles de precariedad laboral que en Canarias duplican la media nacional, la carrera profesional se ha paralizado, las jubilaciones masivas  los 65 años han descapitalizado el sistema tirando por la borda un gran capital intelectual, con una investigación médica que ha sido arrasada hasta el punto de tener escaso reconocimiento y ningún patrocinio económico desde las instituciones sanitarias públicas, con nuestros médicos y enfermeras jóvenes viéndose obligados a emigrar y así un rosario de alarmas que están avisando de un agotamiento de nuestro sistema sanitario. A pesar de todo y porque se lo han sabido ganar, las encuestas del CIS siguen, año tras año, manteniendo a los profesionales sanitarios en la más alta consideración social.

En cuanto a la estructura asistencial tenemos un sistema muy fragmentado, mientras podemos estar entre los mejores del mundo en trasplantes hemos descuidado la prevención de las enfermedades crónicas que nos han llevado a listas de espera interminables, colapso de urgencias y pérdida de la calidad asistencial. Además, estamos practicando una medicina que intenta ser de siglo XXI con unas estructuras del siglo pasado: una atención primaria desbordada y unos hospitales con equipamientos obsoletos y escasa tecnología innovadora por los que transitan miles de pacientes con enfermedades banales que pueden ser atendidos en cualquier otro nivel básico de asistencia; mientras, no hay espacio para servicios de urgencias, quirófanos, hospitales de día o técnicas diagnósticas. 

Pero este panorama tan sombrío no es inexorable. Hoy cabe cierta esperanza, podemos iniciar un camino de recuperación, tenemos el suficiente conocimiento para hacerlo y estamos obligados a hacerlo. Hace pocos días se ha firmado el Compromiso para la Mejora de la Sanidad Pública de Canarias, probablemente sea nuestro último tren para reconducir este viaje al abismo. Un movimiento que ha sido firmado por los genuinos representantes de las profesiones sanitarias, colectivos de pacientes y organizaciones sociales. 

El Compromiso es un documento que enfoca todos los puntos débiles de nuestro sistema sanitario. Aboga por una atención primaria digna que permita mantener una relación médico/paciente adecuada en tiempo y que permita a sus profesionales ejercer su función comunitaria. Sin una primaria eficiente nada es posible. El Compromiso también diseña cómo han de ser los hospitales que necesitamos, tecnológicamente bien dotados y ágiles, despojándose de funciones propias de niveles asistenciales menos sofisticados. Se apuesta por la autonomía del paciente y que sea el centro del sistema sanitario, ¡pero de verdad! Y se incentiva la investigación, sin la que no hay avance científico ni asistencial.

Por favor, absténgase de opinar los agoreros, aquellos que sólo piensan en su protagonismo personal y los que ven una oportunidad para marcar sus diferencias. Por favor, eviten que la sanidad sea un arma arrojadiza en la lucha de las diferentes fuerzas políticas. De una vez por todas hay que establecer una tregua de este blame game, tregua que acabe con las culpabilizaciones mutuas entre partidos. Esta es una prioridad, los profesionales sanitarios ya hemos demostrado nuestro esfuerzo, es la hora de los políticos y esperemos que estén a la altura de las circunstancias.

 
 

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