El Dr. Antonio Blanco Mercadé, miembro de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC), intervino en el V Congreso de Deontología Médica, que se celebró en Segovia, e impartió una conferencia sobre la dialéctica entre Ética y Deontología en la que expuso que las comisiones de este ámbito deben potenciar “la promoción de la excelencia y el arte de elegir la mejor conducta”, como recoge en este artículo
La ética y la deontología son dos conceptos que a menudo se emplean como sinónimos. No son lo mismo, tampoco son opuestos ni excluyentes, sino que son complementarios. Pero la ética es prioritaria.
Los médicos podemos responder cuándo comienza y finaliza la vida y cómo funciona, pero no sabemos qué es. De eso saben más los poetas, cuando dicen que la vida es sueño o que nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir… y es que una vida puede ser más o menos profunda, caudalosa, rápida… lo mismo que un río.
Dice Ortega en ¿Qué es filosofía?, que los biólogos usan la palabra vida para designar los fenómenos de los seres orgánicos, pero más adelante aclara que vida es lo que somos y lo que hacemos. También señala que la vida plantea al hombre desde siempre problemas, esos problemas que no se plantea el hombre, sino que caen sobre él, que le son planteados por su vivir. Nuestra existencia está constituida por una incesante obligación de resolver el problema de sí misma, tenemos que decidir lo que vamos a ser, lo que vamos a hacer. Pero además nos sentimos forzados a decidir lo que vamos a ser. Sartre decía que continuamente debemos decidir qué hacer, estamos condenados a ser libres.
Ahora que ya sabemos lo que es la vida, nos podemos preguntar qué es lo que vamos a hacer, ¿vale hacer cualquier cosa? El mismo Ortega, en El pasado filosófico (la primera parte de su Epílogo a la Historia de la Filosofía, de Julián Marías), dice lo siguiente: “¿Qué es lo que hay que hacer al terminar la lectura de la historia de la filosofía? Se trata de evitar el capricho. El capricho es hacer cualquier cosa entre las muchas que se pueden hacer. A él se opone el acto y hábito de elegir, entre las muchas cosas que se pueden hacer, precisamente aquella que reclama ser hecha. A ese acto y hábito del recto elegir llamaban los latinos primero eligentia y luego elegantia. Es, tal vez, de este vocablo del que viene nuestra palabra int-eligencia. De todas suertes, Elegancia debe ser el nombre que diéramos a lo que topemente llamamos Ética, ya que es esta el arte de elegir la mejor conducta, la ciencia del quehacer. (…) Elegante es el hombre que ni hace ni dice cualquier cosa, sino que hace lo que hay que hacer y dice lo que hay que decir”.
Esas palabras no tienen desperdicio. Ética es el arte de elegir la mejor conducta. Hay que hacer y decir siempre lo mejor. La ética no trata de lo bueno, sino de lo óptimo y su lenguaje es imperativo: hay que, tienes que, debes, no debes, no tienes que, no hay que… La experiencia moral es la experiencia del deber.
Llegados a este punto, ¿quién dice lo que hay que hacer? De nuevo Ortega nos da la respuesta en ¿Qué es filosofía? Vida es pre-ocupación, es ocuparse por anticipado. Para la mayoría de la gente vivir es entregarse a lo unánime, dejar que las costumbres, los prejuicios, los usos, los tópicos, se instalen en su interior, los hagan vivir a ellos… se preocupan de despreocuparse. Pero el ser humano es autónomo, lo que significa que la norma está en él mismo, lo quiera o no; por eso es responsable de sus actos, ya sean actos autónomos o heterónomos. Actuar autónomamente es hacerlo como uno mismo cree que debe hacerlo. La autonomía moral coincide con la pre-ocupación que decía Ortega. Ahora es momento de decir que el deber que impone un grupo social, las normas sociales, las leyes y los códigos, se pueden cumplir de dos maneras: por obediencia sumisa o por consentimiento. Decidir aceptar autónomamente lo que otro dice o manda no es obedecer ciegamente, sino consentir.
Por lo tanto, el fundamento de la ética radica en que el ser humano puede elegir y está obligado a elegir entre diversas alternativas lo que va a hacer y decir. Además, sabe que tiene el deber de elegir lo mejor y lo tiene que elegir él mismo, porque es autónomo y es responsable siempre ante sí mismo (su conciencia) o ante la sociedad (responsabilidad jurídica o deontológica).
La deontología médica trata del conjunto de normas que regulan (ordenan) la actividad profesional de los médicos. Existen una serie de obligaciones que son de un nivel de exigencia superior al de la ley, pero que no pueden quedar al arbitrio personal, sino que tienen que ser reguladas por la profesión. Esta deontología es heterónoma y el deber consiste en cumplir el conjunto de normas que están recogidas en el Código Deontológico. Además, es una y la misma para todos los médicos, es exigible y de obligado cumplimiento. Todas esas características lo son también del Derecho, por ello puede decirse que la Deontología supone una cierta judicialización de la Ética.
La pregunta legal es qué dicen las leyes que debo hacer. La pregunta deontológica es qué dice el Código que debo hacer. La pregunta ética es qué debo hacer yo.
Las Comisiones de Ética y Deontología Médica, que así se denominan, tienen que ocuparse de las funciones normativas y disciplinarias deontológicas de la profesión. Pero, de forma paralela, también tienen que pre-ocuparse de la ética, de la promoción de la excelencia, del arte de elegir la mejor conducta.