El Dr. Antonio Ares Camerino, vicesecretario del Colegio de Médicos de la Provincia de Cádiz, explica, en este artículo de opinión, cómo los Premios Nobel de este año “han puesto sobre la mesa la importancia de lo Macro y de lo Micro” y sus diferencias.
“Hacía más de una década que se reunían por lo menos una vez al año. Aquel variopinto grupo de sabios e investigadores, de muy diversas nacionalidades, cultos, creencias, e ideologías, no tenían nada previsto en sus encuentros. Sin ningún orden del día, ni nada preconcebido, se juntaban para hablar de sus cosas, y por ende de las nuestras, de las de la humanidad y de nuestro futuro en la faz de la Tierra. Su diversidad en los pareceres del saber se traslucía nada mas ver sus atuendos e indumentarias. Los había con chaquetas de estilo inglés y palomitas coloridas, algunas acudían con gafas estrambóticas y el pelo cardado de colores, algunos llevaban camisetas, algo descoloridas, de grupos de rock ochentero, los más osados llevaban tirantes, algunas incluso optaban por un clásico traje de chaqueta con broche de postín en la solapa y pelo recogido. Aquel día la conversación y el debate se fue decantado por una pregunta recurrente ¿Qué es más importante lo macro y lo grandioso, o lo micro y casi atómico? Algunos defendían que la ciencia debía mirar a las estrellas y al inmenso universo, qué la explicación de nuestra existencia está en el Cosmos. Otros en cambio argumentaban que la solución a nuestros males está en lo infinitesimalmente pequeño, qué conocer lo micro nos puede llevar casi a la eternidad. A pesar de tanto saber como allí había no lograron ponerse de acuerdo. El tema no quedó zanjado, ni mucho menos. Lo dejaron pendiente para la próxima quedada”.
En la actualidad en Medicina nos movemos entre lo Macro y lo Micro. De un lado tenemos la inmensidad de la información disponible, los billones de datos de que disponemos, la implantación del Big Data, la complejidad de los algoritmos y la Inteligencia Artificial, que proponen una nueva forma de entender la Medicina, donde la relación médico paciente podrá conformarse desde un dispositivo electrónico con un ente amorfo que no entenderá de ternura ni compasión, aunque sepa hacer diagnósticos diferenciales increíbles. Por otro lado, tenemos lo micro. Aquello que a nivel molecular puede definir nuestra existencia y nuestro bienestar, que nos hace comprender la vida desde lo atómico a lo corpóreo, en ese ambiente molecular donde nos estamos adentrado sin límites.
Los Premios Nobel de este año nos han puesto sobre la mesa la importancia de lo Macro y de lo Micro. El Nobel de Física ha sido para John Hopfield y Geoffrey Hinton, por sus descubrimientos e invenciones fundamentales que han permitido el aprendizaje automático con redes neuronales artificiales. Ambos han desarrollado métodos que permite el aprendizaje automático de máquinas. Lograr que una máquina pueda encontrar propiedades de datos de forma autónoma y por ello identificar elementos diferenciales en imágenes es fundamental para la toma de decisiones al margen de la voluntad humana. Para la comunidad científica sus descubrimientos han transformado todo lo relacionado con la Inteligencia Artificial, sobre todo el procesamiento de imágenes y la ciencia de datos, hasta el uso del leguaje natural y nuestra forma de comunicarnos, con avances que ya han impactado en nuestra vida diaria.
Por otro lado, tenemos lo micro. El premio Nobel de Medicina que este año ha sido para Víctor Ambros y Gary Ruvkun, ambos vinculados a la Universidad de Massachusetts, por descubrir los Micro ARN y su papel en la regulación génica postranscripcional. Éstos codifican parte del genoma humano y controlan procesos como el desarrollo embrionario, la diferenciación de las células sanguíneas, la función muscular, las cardiopatías congénitas, las infecciones virales y la formación de tumores malignos.
Hace casi 70 años se descubrieron los Viroides, partículas de ARN más pequeñas que los virus y compuestas por unos 2000 nucleótidos, con un tamaño 10-20 veces menor que los virus. Tan sólo hace unos meses, científicos de Stanford han descubierto unas partículas a las que han llamado Obeliscos. Son formaciones de ARN monocatenario que contienen uno o dos genes y que se encargan de modificar estructuras moleculares. Hasta la fecha se han descrito unos 30.000 obeliscos en nuestro aparato digestivo y nuestra boca, que codifican la producción de una proteína llama Obulina.
Los Micro ARN descubiertos podrán ser utilizados como herramientas terapéuticas para controlar genes o como marcadores de enfermedades en la práctica clínica.
Hace más de 23.000 años, cuando el Homo Sapiens pobló la faz de la Tierra, que nos seguimos debatiendo entre lo Macro y lo Micro.
Dedicado a mi amigo Kike Azagra
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