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Dr. Antonio Ares Camerino: «Sin mediar palabras»

El Dr. Antonio Ares, delegado territorial de Bahía de Cádiz del Colegio de Médicos gaditano, reflexiona en este artículo sobre la lacra que representan las agresiones a personal sanitario, que aumentaron más del 5% durante 2008, al tiempo que aboga por el diálogo entre médico y paciente "esencia de la medicina sin calificativos", como subraya

Dr. Antonio Ares Camerino, delegado territorial. Bahía de Cádiz, del Colegio de Médicos de Cádiz
 
No se lo pensó dos veces. Después de seis años de dura carrera, de noches interminables y mañanas frías madrugadoras, de negación absoluta de eventos de juventud. Después de un año de preparación del MIR, donde cada minuto soñaba con simulaciones y simulacros de exámenes, de esos de respuestas múltiples, a los que siempre les faltaba una letra. Después de cuatro años de especialidad en un hospital público, qué ni bien ni mal, pero lejos de casa… ¡Por fin! ¡Por fin! Le habían ofrecido un contrato. De esos de los de firmar. De los de derechos laborales en toda regla, como cualquier persona asalariada, de los de nómina de cuatro dígitos y cotizaciones para el futuro.
 
Con su bata impoluta y reluciente, y unas ganas a rebosar, se acercó a la que iba a ser su primera consulta por derecho, sin tutores ni supervisión, con las decisiones correctas en sus alforjas.
 
No había transcurrido más de una hora. No había visto más que cuatro pacientes, Cuando de pronto escucho un jaleo en la sala de espera… ¡A esa la rajo! ¡A esa la rajo!. Ella no daba crédito. La pareja de ancianos que estaba ante su mesa quedaron atónitos, en estado de shock. Un individuo de mediana edad, con rostro desencajado, irrumpió sin mediar palabra en la consulta. ¡Tu! ¡A mi madre hay que verla ya!. ¡Y si no atente a las consecuencias!
 
Ella, con sus buenos modales, siguiendo las normas establecidas en situaciones de conflicto, intentó apaciguar los ánimos de aquel acompañante, pero… sin mediar palabra la golpeó fuertemente en el rostro. Acto seguido huyó de la consulta como alma que se lleva el diablo, dejándola en el suelo más que maltrecha físicamente indignada y desconcertada.
 
La última víctima de la violencia que se ejerce sobre los profesionales sanitarios ha sido un residente de segundo año. Hace unos días, de madrugada, un familiar de una paciente ingresada en el hospital General del Virgen del Rocío de Sevilla ha agredido de forma brutal a un residente de Medicina Interna tras haber insultado a todo el personal de Enfermería de turno de noche. 
 
Según los datos registrados por la Organización Médico Colegial en los últimos años se están produciendo un aumento de las conductas violentas en el ámbito sanitario. Por parte de esta Organización se considera positivo que este tipo de conductas cada vez sean más denunciadas.
 
Lesiones físicas, amenazas, coacciones, maltrato injurias y vejaciones jalonan el muestrario de las agresiones a las que han sido sometidos el personal sanitario en el ejercicio de su profesión.
 
Durante el año 2018 las agresiones a médicos han aumentado más de un 5%. Por Comunidades Autónomas, Andalucía encabeza la lista negra de las agresiones con casi un tercio del total. Aquí, como en otros ámbitos de la violencia social a la que asistimos, la misoginia y todo lo relacionado con el género también tienen su presencia. Cerca del 60% de los profesionales sanitarios agredidos fueron mujeres. La mayor parte de las agresiones se producen en el ámbito de la Atención Primaria (53%), seguidos de los Hospitales (21%) y las Urgencias Hospitalaria y de AP con un 10% y un 16 % cada una de ellas. Alrededor de un 60% de los agresores son los propios pacientes y el 40% restantes acompañantes. Los motivos esgrimidos para el uso de esta violencia sin sentido son la discrepancia en la atención médica, la no prescripción de lo propuesto por el paciente, el tiempo de demora y discrepancias personales.
 
Sólo en Andalucía en el año 2017 se produjeron 154 sentencias condenatorias por agresiones a profesionales sanitarios del sector público, 32 de ellas consideradas como delitos de atentado. La sentencia más contundente, dictada por este tipo de delitos, la realizó la Audiencia Provincial de Alicante que condenó a seis años y dos meses de prisión a un paciente que agredió a un médico, a otro paciente y causón destrozos en el centro sanitario.
 
La entrada en vigor en el año 2015 de la reforma del Código Penal, que contempla que las agresiones a personal sanitario, que trabajan en el sector público, sean consideradas como delito de atentado contra la autoridad no ha servido de gran cosa para contener esta actitud incívica y salvaje de  aquellos que sólo exigen derechos sin tener en cuenta los deberes de los usuarios de los servicios públicos. Aquí existe una desprotección absoluta hacia los profesionales que sufren agresiones durante el ejercicio privado de su actividad, ya que el artículo 24.2 del Código Penal sólo reconoce el delito de agresión cuando la persona agredida es funcionario o servidor público.
 
El problema de las agresiones al personal sanitario es complejo, con muchas aristas y sólo viene a reflejar la situación de crispación y de falta de civismo de esta sociedad, que se dice del siglo XXI. Es la punta del iceberg de graves problemas estructurales, educativos y de sentido de ciudadanía y de respeto a los demás. Responsables, muchos, y perjudicados y damnificados los que a diario sólo desean ejercer su profesión en unas condiciones dignas, con el reconocimiento debido a su labor y vocación, y con el respecto de una relación medico paciente desvirtuada desde hace años.
 
La clase política por vender a la población que los derechos son ilimitados, mientras que los deberes cada vez están más constreñidos. Que los recursos no son finitos y el Sistema Sanitario puede con todo. La clase gestora por ofrecer una cartera de servicios sin límites, sin tener en cuenta las individualidades y las situaciones particulares de cada demandante. Por ponerse casi siempre del lado del demandante, dejando al profesional al descubierto de esa protección institucional que su labor requiere. La profesión sanitaria que no ha sabido reivindicar unas condiciones de trabajo dignas para el ejercicio sus funciones. Que en muchos casos, intentado ponernos al otro lado de la mesa, hemos perdido el respeto que la relación médico paciente requiere, y sin la cual se desvirtúa la esencia de la profesión. La ciudadanía que confunde derechos con exigencias,  que de deberes y obligaciones no quiere saber nada y que,  cada vez más individualista, sólo vela por que sus demandas sean resueltas de manera inmediata.
 
Desde la OMC se ha instado a que las Administraciones Sanitarias Autonómicas den un paso adelante contra las agresiones a los profesionales sanitarios al amparo de la instrucción 3/2017 de los Ministerios del Interior y de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que recoge la instauración de la figura del Interlocutor Policial Sanitario.
 
Dicen que con la vocación se nace. Que ese gusanillo que te lleva al huerto es tan irresistible que no se puede evitar. Que lo que Dios no da Salamanca no presta. Que ese ímpetu por ejercer la mejor profesión que existe va en nuestra forma de entender las relaciones humanas. 
 
Que no vengan unos desalmados a truncar la forma de entender una relación médico paciente más allá de una mera dependencia contractual. 
 
Todos los esfuerzos serán pocos desde las Administraciones, desde las Organizaciones Colegiales, desde las Asociaciones de Pacientes  por reconducir, sin coacciones ni temores, ese dialogo entre médico y paciente esencia de la medicina sin calificativos.
 
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