“El liderazgo de la ética médica le corresponde a los colegios de médicos de manera inexcusable” según afirmó el Dr. Rogelio Altisent, uno de los mayores referentes de ética y deontología en España, en su intervención en el III Congreso Nacional de Deontología Médica que se celebra en Alicante del 19 al 21 de mayo
“El liderazgo de la Ética Médica en España” fue el título de la conferencia inaugural que pronunció el Dr. Altisent, especialista en Medicina de Familia y Comunitaria y en Bioética por la universidad de Melburne, y uno de los mayores expertos en ética y deontología que ha formado parte durante 15 años de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Zaragoza y durante 10 de la Comisión Central de Deontología de la OMC, que presidió de 2006 a 2009. Actualmente es director de proyectos académicos de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza. Es autor de numerosas publicaciones científicas, así como ponente y docente sobre bioética a nivel nacional e internacional.
En su exposición, el Dr. Altisent delimitó lo que es la ética médica y su relación con la Ética personal, la Bioética y el Derecho; analizó la situación de la ética médica en España y cómo se puede aplicar el liderazgo a los que “estamos comprometidos con la deontología médica”.
Partiendo de una interpretación moderna de liderazgo que tiene que ver más con el compromiso personal, “vinculado más a la responsabilidad y no al carisma”, explicó lo que es el concepto de Ética médica como “conjunto de valores y normas que definen la buena práctica profesional y que es lo que se denomina “profesionalismo”, que abarca la ética del ejercicio profesional y la Deontología.
Para el Dr. Altisent, hablar de Deontología es hablar de “moralidad interna” de una determinada profesión, independientemente del respeto y el deber de cumplir las normas legales, pero “es difícil entender –afirmó- que si los profesionales no están movidos por un sincero compromiso enraizado en la ética personal, todo será papel mojado o, incluso, peor; se puede volver en contra de los pacientes en forma de medicina defensiva”.
Para él, la evidencia científica y las norma legales, son “indudables banderas del progreso médico y social”, pero consideró que, por si solas, son insuficientes para alcanzar la auténtica calidad asistencial que el paciente necesita. “Hace falta desplegar la dimensión ética cuyo motor será el compromiso personal de los profesionales”, añadió.
La discreción en el manejo de la información confidencial, el respeto hacia las preferencias del paciente, el esfuerzo en el deber del estudio y actualización permanente o la delicadeza en el trato humano de la relación clínica son rasgos que señaló como ejemplos característicos del buen comportamiento profesional que, sin embargo, serían difícilmente exigibles sólo por la vía legal en el día a día, aunque se pudiera sancionar a quien cometa fallos muy graves.
Señaló que del médico se espera un elevado nivel de exigencia moral, más allá de lo que dictan las leyes, y puso como ejemplo algunos deberes deontológicos recogidos en el Código de Deontología Médica como que un médico “no debe criticar a otro” delante de un paciente cuya asistencia comparten o que “no es aceptable” pedir pruebas molestas o de alto coste para un paciente, con la única finalidad de protegerse legalmente.
Para él, la trascendencia que tiene la atención sanitaria en la sociedad obliga a reflexionar sobre el tipo de regulación que resulta más conveniente para el comportamiento de los profesionales que ejercen la medicina y, tras señalar diversas alternativas, abogó por el “profesionalismo”, por el que el profesional se compromete públicamente a un nivel de exigencia ética superior a la ley, a modo de contrato social de la profesión médica y de manera más específica con el Código de Deontología, sobre el cual tendría capacidad disciplinar el correspondiente Colegio profesional, por una concesión de autorregulación profesional que la corporación colegial recibe del Estado.
Aludió a la definición del profesionalismo médico como “conjunto de principios éticos y deontológicos, valores y conductas que sustentan el compromiso de los profesionales de la medicina con el servicio a los ciudadanos, que evolucionan con los cambios sociales, y que avalan la confianza que la población tiene en los médicos”.
Insistió en que “no es suficiente cumplir la Ley para ser un buen médico” y en que la adhesión a un Código de Deontología supone un compromiso mayor del que exige la legislación y dijo que “este modelo está supeditado a que los colegios profesionales cumplan su función social ejerciendo la vigilancia deontológica con rigor y credibilidad”, es decir, que “ejerzan el liderazgo de la Ética Médica”.
Recordó que un ciudadano, médico o no, puede acudir al colegio profesional a denunciar la conducta de un colegiado que se considera contraria al CDM y el órgano de gobierno del colegio, con el asesoramiento de la Comisión de Deontología, decidirá, si se ha incurrido en falta deontológica, la sanción que puede ir desde un apercibimiento hasta la suspensión de la colegiación y, por tanto, del ejercicio profesional durante el tiempo que estime en función de la falta.
Tras incidir en su planteamiento inicial de que a los colegios de médicos les corresponde el “liderazgo institucional de la ética médica en España” y que eso conlleva una responsabilidad, analizó como la están ejerciendo a través de las declaraciones realizadas por la Comisión Central de Deontología, aprobadas por Asamblea General de la corporación y, por tanto, asumidas por los colegios de médicos.
El Dr. Altisent hizo un repaso a algunas de estas Declaraciones que van desde la ética de la relación profesional del médico con la industria farmacéutica y las empresas sanitarias, a la ética de la sedación en la agonía, pasando por el posicionamiento sobre las medicinas alternativas, la atención sanitaria a inmigrantes en situación irregular, la campaña de la píldora del día anterior o la asistencia médica al menor en situaciones de rechazo al tratamiento, la última aprobada por la Asamblea General de la corporación.
Finalmente, propuso invertir en formación e investigación en el campo de la Deontología Médica, así como llevar a cabo un programa de mejora continua de la calidad con indicadores y evaluaciones que permita reducir la variabilidad entre las Comisiones Deontológicas de los diferentes colegios.