Actualmente, el 11,7 por ciento de los profesionales sanitarios en España son fumadores, cuando hace 15 años fumaba hasta el 39 por ciento de este colectivo, según los datos de un estudio elaborado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que ha destacado, además, el beneficio que este descenso produce para la salud
Madrid, 9 de julio 2014 (medicosypacientes.com)
Actualmente, el 11,7 por ciento de los profesionales sanitarios en España son fumadores, cuando hace 15 años fumaba hasta el 39 por ciento de este colectivo, según los datos de un estudio elaborado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que ha demostrado también que el personal de Enfermería fuma más que los médicos y tiene un mayor grado de dependencia.
“Pasar de casi un 40 a un 11 por ciento representa un gran beneficio en salud”, según ha destacado la presidenta de esta sociedad científica, Pilar de Lucas, que ha recordado que unas 700.000 personas en Europa, 53.000 de ellas en España, mueren cada año como consecuencia del consumo de tabaco.
El estudio incluyó a un total de 612 profesionales sanitarios, de los cuales 416 eran médicos (155 de Atención Primaria y 261 de otra especialidad) y 196 eran personal de Enfermería, y los resultados se compararon con los de un estudio realizado en 1998 por el antiguo Instituto Nacional de la Salud (INSALUD) con una metodología y unos parámetros de análisis similares.
De este modo, mientras que en ese año el 39 por ciento de los encuestados eran fumadores (33% consumidores diarios y solo un 6% de forma ocasional), el porcentaje en este trabajo se ha reducido casi 30 puntos hasta un 11,7 por ciento (9,6% fumadores diarios, 2,1% ocasionales).
Este descenso del tabaquismo se ha traducido en un aumento de los profesionales sanitarios exfumadores, pasando de un 28 por ciento en 1998 a un 41,3 por ciento en la actualidad. Además, mientras que hace 16 años solo uno de cada tres (32,7%) sanitarios no había fumado nunca, en la actualidad son ya casi la mitad (46,9%) los que no han consumido tabaco en ningún momento de sus vidas.
Y no solo son menos los que fuman, sino que también fuman menos cigarrillos, según ha apuntado Carlos Jiménez, director del Programa Integrado de Investigación en Tabaquismo de SEPAR que se ha encargado de realizar este estudio, con la colaboración de Menarini.
En concreto, el trabajo muestra que los profesionales sanitarios fumadores consumen una media de 10 cigarrillos al día, cinco menos que los 15 de media que fumaba este colectivo en 1998.
Los autores del trabajo celebran este “drástico descenso” y creen que puede tener relación con las dos leyes antitabaco aprobadas en España en los últimos años, especialmente la primera, que entró en vigor en 2006 y prohibió su consumo en lugares de trabajo.
No obstante, Jiménez reconoce que aunque los datos son positivos y pueden considerarse similares a los de otros países de la Unión Europea, aun queda mucho trabajo por hacer para que en España se obtengan tasas más bajas como las de Reino Unido, donde solo fuma entre el 5-6 por ciento de los profesionales sanitarios.
Por otro lado, el estudio y la retrospectiva muestra también diferencias entre profesionales sanitarios, tanto a la hora de consumir como a la hora de dejarlo.
En 1998 ya era mayor el porcentaje de personal de Enfermería que fumaba que el de los médicos (43,2% frente al 34%) y, aunque ahora se ha reducido en ambos profesionales, sigue habiendo una ligera diferencia (13,2% en el personal de Enfermería, frente al 11% de los médicos).
Además, mientras que en la actualidad más de la mitad del colectivo médico (51%) dice no haber fumado nunca, el porcentaje de no fumadores entre el personal de Enfermería es inferior, quedándose en un 38,3 por ciento.
Según ha explicado el coordinador del Área de Tabaquismo de SEPAR, Segismundo Solano, estas diferencias merecen un análisis independiente para identificar las causas que llevan a estos profesionales a fumar más y cree que uno de los motivos podría ser un mayor estrés laboral o el hecho de que trabajen por turnos.
De hecho, el estudio también muestra como entre los enfermeros hay también un mayor grado de dependencia física o adicción a la nicotina, un factor que han medido con el tiempo que transcurre desde que se levantan hasta que se fuman el primer cigarrillo.
Mientras que el 28 por ciento de los médicos se lo fuman menos de media hora después de despertarse, lo que se considera un grado de dependencia alta, en el caso del personal de Enfermería el porcentaje aumenta hasta un 42,3 por ciento. Además, hasta un 15,4 por ciento dice fumarse el primer cigarrillo a los cinco minutos de despertarse.
Este descenso del consumo de tabaco entre los profesionales sanitarios se asocia también a una mayor voluntad por dejarlo y la concienciación de los efectos nocivos que conlleva, ya que como han recordado los neumólogos está directamente relacionado con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la aparición de numerosos tipos de cáncer, en especial el de pulmón.
De hecho, la encuesta muestra como hasta un 98 por ciento cree firmemente que el tabaco perjudica seriamente su salud y hasta el 57 por ciento de los fumadores se plantea dejar de fumar en los próximos 6 meses y están dispuestos a hacer un serio esfuerzo, y hasta un 17 por ciento asegura que lo intentará en el próximo mes.
Unos datos que, según reconoce Jiménez, contrastan con los del estudio de 1998, cuando hasta el 56 por ciento de los encuestados no se planteaba dejar el tabaco. “Ahora hay más predisposición a dejarlo”, ha aseverado Jiménez.
Un mayor interés en dejarlo que también se traduce en una mayor concienciación a sus pacientes, ya que hasta el 92 por ciento de los encuestados dice aconsejar con frecuencia a sus pacientes que fuman que dejen de fumar, para lo que más de la mitad (55%) cree que lo más efectivo es recurrir al tratamiento farmacológico ayudados de soporte psicológico.
Además, hay otros estudios que muestran que los profesionales sanitarios que han logrado dejar de fumar se “implican más” a la hora de animar a sus pacientes a dejar de fumar, mientras que el hecho de que el médico fume influye negativamente. “Los profesionales sanitarios deben mantener una actitud modélica para lograr formar a sus pacientes”, ha apuntado la presidenta de SEPAR.