Por primera vez en la historia, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha creado la figura del relator especial para los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad. Este hito, importantísimo para todas las personas con discapacidad en el mundo, lo encarna Catalina Devandas, que se ha convertido en la primera relatora especial para la Discapacidad de la ONU. Opina que su discapacidad física es un reto y un enriquecimiento para ella y sus hijas, y que con ella ha conseguido tener lo que cualquier mujer: su derecho a la familia, al trabajo y a ser feliz. “Y ese es mi compromiso último, que no es una cosa menor”, insiste.
Madrid, 23 de diciembre de 2014 (medicosypacientes.com/Servimedia)
Desde que te conviertes en abogada, ¿cuál ha sido tu peregrinar hasta convertirte en Relatora Especial sobre Discapacidad de la ONU?
Cuando estaba estudiando Derecho nunca me involucré directamente con el tema de los derechos de las personas con discapacidad. Trabajaba más en temas relacionados con mujeres. Pero como yo tengo una discapacidad también, tengo espina bífida, al final decidí que quería hacer la tesis de la licenciatura sobre un análisis de la inmigración desde la perspectiva de género, desde la perspectiva de mujeres y pensé hacerlo basado en una ley que había entonces sobre personas con discapacidad.
Pensé que era un tema que iba a dominar porque era una persona con discapacidad y fue una gran lección comprobar que no fue así. Esa fue una primera aproximación, pero también fui muy activa en el movimiento estudiantil en Costa Rica y, justo por ello, contactaron conmigo el movimiento de la discapacidad del país y me invitaron a una reunión, a la que asistí como hubiera asistido a la de cualquier otro actor social.
Me cambió la vida porque estábamos hablando de reivindicaciones, de participación política, de inclusión, de derechos… y me di cuenta de que lo que hablábamos era de un discurso de derechos humanos muy fuerte. Este fue mi gancho definitivo y desde ese momento, tenía 25 años, empecé a trabajar a nivel profesional y terminé participando en el proceso de negociación de la Convención de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas.
De ahí, pasé a trabajar durante dos años con el Banco Mundial en Estados Unidos, apoyando la inclusión desde de la perspectiva de los derechos de las personas con discapacidad en la entidad; trabajé también con una organización estadounidense, Disability Right Found, que apoya a avanzar en los derechos de las personas con discapacidad. Y una cosa fue llevando a la otra, comencé a trabajar más a nivel internacional que en lo regional, también en las necesidades que tienen las personas indígenas con discapacidad, especialmente mujeres con discapacidad, que siempre ha sido mi tema, personas o grupos especialmente vulnerables como son las personas con discapacidad psicosocial, sordociegas…
He trabajado mucho en Perú, México, Indonesia, Nicaragua, países de África… todo esto es lo que me permite ahora ser una catalizadora de recursos para conectar con los estados y asesorarlos y apoyarlos sobre estrategias para promover los derechos de las personas con discapacidad.
Entre toda la información ingente que manejas, ¿existen organizaciones específicas o grupos de trabajo que estén estudiando la forma en cómo los periodistas podrían comunicar mejor sobre la inclusión de las personas con discapacidad?
Hay diferentes formas de abordar un trabajo internacional y no solamente desde el movimiento de la discapacidad. En las universidades hay profesores con discapacidad, hay grupos de trabajo que estudian cómo hacer que se hable de forma más inclusiva sobre las personas con discapacidad en los medios de comunicación.
Sí, hay iniciativas que hacen un monitoreo global de cómo se habla en los medios sobre las personas con discapacidad y ayuda a ver cómo se está avanzando en el tema de cómo se está aludiendo a este sector de la sociedad como sujetos de derecho, personas activas, y también cómo los medios de comunicación reflejan la percepción social de las personas con discapacidad.
Se está percibiendo que los medios de comunicación van avanzando en su discurso y en su manera de presentar a las personas con discapacidad. Es un área muy importante que hay que tener en cuenta porque los medios de comunicación forman el pensamiento de una comunidad. Es fundamental producir el acercamiento de los medios de comunicación a las personas con discapacidad. Es importante un cambio de comunicación positivo en los medios hacia las personas con discapacidad en donde se proyecten imágenes que no sean de lástima para que la sociedad sea muchísimo más respetuosa e inclusiva.
¿Qué significa para usted haber sido designada para el puesto de Relatora Especial sobre Discapacidad?
Además de un gran honor, una gran responsabilidad. Es la primera vez que el Consejo de los Derechos Humanos designa un relator para monitorizar los derechos de las personas de las capacidad. Es un hito histórico para la comunidad de las personas con discapacidad. Significa entrar a formar parte de en un sistema de derechos humanos de una manera más sistemática.
Ya se había hecho con la aprobación de la Convención, después con la creación el Comité de de los Derechos de las Personas con Discapacidad, compuesto por expertos independientes, que supervisa la aplicación de la Convención, y ahora esto es como seguir avanzando en la dirección correcta hacia el reconocimiento a nivel internacional de las personas con discapacidad y sus derechos. Ciertamente es una gratificación personal, un honor.
Ojalá no sea sólo yo la encargada de trabajar con cualquier cosa que tenga que ver con discapacidad sino que al contrario sea una catalizadora, un apoyo para que el resto de los 38 relatores de los procedimientos especiales también incluyan a las personas con discapacidad. Hay un relator sobre la pobreza extrema, sobre violencia de género, de acceso a la sanidad… etc.
Todos esos relatores, en su trabajo, deberían incluir la presencia de las personas con discapacidad. Dentro de mi responsabilidad, por tanto, está la de que el tema de los derechos de las personas con discapacidad se transversalice en el sistema.
Aparcando la modestia para que la respuesta sea sincera, ¿qué te hace idónea para el cargo?
Tengo la capacidad de generar sinergias. Tengo mucha facilidad para comunicarme, para crearme confianza con las personas y eso me ha proporcionado mucha credibilidad dentro de la comunidad de personas con discapacidad. De hecho, tengo muy buenas relaciones personales con los actores principales y he logrado conectarme muy bien con todos ellos.
Además, tengo experiencia profesional en todos los sectores de la discapacidad desde las organizaciones más básicas hasta las más serias y sofisticadas, pero también con organizaciones internacionales y con estructuras que son muy específicas como una secretaría de las Naciones Unidas, que significa que uno tiene que saber jugar ese papel y saber hablar ese idioma, y lo mismo con las relaciones con los estados. Por eso mi papel es mucho de catalizador, de crear puentes entre diferentes organizaciones sociales.
Eres una especie de, permíteme la broma, relaciones sociales VIP entre actores de gran envergadura, como la ONU, pero no sólo a nivel internacional sino también al ras del suelo, de comunidades pequeñas más y menos modestas, con el propósito de conquistar ese sueño de todos de trasversalizar los derechos de las personas con discapacidad para que se nos incluya, se nos deje de etiquetar y se nos respete.
Claro, pero no es una relación social, se trata de una relación profesional. Puedo hablar los distintos idiomas de los diferentes mecanismos. Es decir, puedo sentarme y mantener una conversación sobre un tema muy sólido con el Comité de expertos de la Convención o una conversación con la administración de las Naciones Unidas con el lenguaje que hay que usar, pero también entiendo cuál es el lenguaje en el que hablan esas organizaciones de las personas con discapacidad en sus respectivas comunidades.
Es como ser intérprete y canalizar los mensajes entre los diferentes sectores. Esto es lo que realmente está pasando, esta es la necesidad de una persona con discapacidad. Identificamos las violaciones de derechos y yo debo denunciar, por ejemplo, que una persona sordociega que un país determinado no tiene los instrumentos necesarios para que se respeten sus derechos o tener acceso a la educación. Este es el tipo de cosas que tengo que conectar, además de los recursos, ya que es muy importante y tengo acceso a mucha información de muchos recursos y de lo que se está haciendo en muchas organizaciones.
Por desgracia, muchas veces esos recursos no se conocen y mi función es brindar esa información porque muchas veces no tenemos que reinventar la cosas, ya hay quien ha hecho un esfuerzo. Pues trabajemos sobre él y utilizamos nuestra energía para hacer otras cosas. Si hay que hacer un esfuerzo, seleccionemos.
¿Qué expectativas tiene con este nuevo cargo? ¿Podría esbozarnos algún reto en particular que tenga en mientes?
Para mí es fundamental generar el sentido de propiedad o de apropiación de los esfuerzos a nivel nacional. Los estados tienen que buscar sus propias fórmulas para avanzar en los derechos de las personas con discapacidad, teniendo muy claros los marcos de la Convención. Pero cada Estado tiene que encontrar su fórmula particular y la más humana, que responda a la situación social, cultural y a la idiosincrasia de ese país.
De otra manera, ningún esfuerzo es sostenible. No sirve de nada que llegue un experto y diga cómo hay que hacer las cosas. Lo que hay que hacer es ayudar a los países a encontrar sus propias fórmulas. Esto es un reto y una expectativa.
¿Cuánto es lo máximo que puede estar como relatora en esta nueva carrera Relatora Especial sobre Discapacidad de la ONU?
El mandato es de tres años y puede renovarse una vez más.
Cómo se trata de un tipo de relator nuevo, ¿qué composición de lugar te has hecho? Además de lo que tienes encomendado, ¿querrías también hacer algún otro cometido?
Es una pregunta interesante a la par que difícil de responder. Lo que estoy intentando en estos momentos es establecer las prioridades temáticas y las estratégicas del mandato. Es tanto lo que hay que hacer y falta tanto todavía para que las personas con discapacidad tengamos derechos en igualdad de condiciones que se necesitarían como cien o doscientos relatores. No es sencillo.
Hay que escoger temas muy importantes, estratégicos y que se estén debatiendo a nivel internacional. Y hay que pensar en la transversalización. También hay que trabajar en la nueva estrategia de desarrollo después de 2015 de Naciones Unidas que sustituirá lo que se llamaban los Objetivos de desarrollo del milenio y que ahora incluirán a las personas con discapacidad, cosa que no pasó en la agenda anterior. Parece que habrá bastantes referencias a este sector de la sociedad. Pero esa agenda no le dice a los Estados cómo desarrollarse.
Participar en esas discusiones y apoyar a esos Estados en el cómo implementar esas nueva agenda de desarrollo siendo inclusiva para las personas con discapacidad es fundamental porque así todos los estados estaremos trabajando y haremos que la discusión esté centralizada, por ejemplo, en temas como las respuestas que se dan a las crisis humanitarias protagonizadas por personas con discapacidad. También es importante porque hay muchísima atención ahora a las crisis humanitarias ya sean por factores como el cambio climático o conflictos armados.
Se presta atención a cómo se atiende a las víctimas y a toda la sociedad civil que está sufriendo estas situaciones y estamos intentando que también se visibilice cuál es la situación de las personas con discapacidad en ellas y cómo es la respuesta humanitaria que están incorporando a las personas con discapacidad. Los recursos no son proporcionales al nivel de riesgo de las personas con discapacidad. Hay que darles visibilidad primero en estos casos, además de a los problemas fundamentales que plantean las personas con discapacidad.
En los objetivos de desarrollo el 80% de las personas con discapacidad del mundo viven en países en desarrollo y de esas el 90 por ciento, me atrevo a decir, viven en situación de pobreza. Esto no quita que el 20 por ciento restante que vive en países desarrollados no sean pobres, ya que los gastos que conlleva vivir con una discapacidad incrementan tus posibilidades de ser pobre.
Trabajar en las medidas de desarrollo va a influir directamente en muchísimas personas con discapacidad y, por otro lado, cuando estamos hablando de catástrofes humanitarias estamos hablando de momentos de vida o muerte y también moviliza la acción internacional. Estos son temas que estamos pensando.
Nos han metido en una dicotomía falsa de que una cosa son los temas de desarrollo y otra los de derechos humanos y para mí es un reto importante tratar de unir esos dos discursos. Estamos hablando de pobreza y de derechos humanos, de cosas que están todas juntas. Para mí no hay nada que no pase por los derechos humanos. Todas las acciones que se hagan en la vida se supone que se hacen para mejorar las condiciones de vida de las personas.
No sé si estarás de acuerdo en que las mujeres con discapacidad lo tenemos peor aquí y en la Conchinchina. ¿Cómo de difícil lo tenemos? ¿Cómo mejorar nuestra situación respecto a la inclusión social, laboral, desde la perspectiva de igualdad de oportunidades y de género?
Muchas gracias por la pregunta porque es trasversal a mi mandato y es mi origen. La situación de la mujer con discapacidad en cualquier comunidad, en cualquier país, es de mayor vulnerabilidad. Es fundamental que cualquier esfuerzo que se haga conscientemente de y desde una perspectiva de género y con una política de igualdad, desde los derechos de las personas con discapacidad. Hay temas muy importante como el de la violencia, ya que hay mujeres que la sufren por motivos de discapacidad. Hay que trabajar en ello porque hay mujeres que son excluidas por estereotipos, por ser mujer.
El otro día conocimos a Florentino, un compañero mejicano ciego que perdió la vista por una degeneración genética. A su hermana le había ocurrido lo mismo y vivían en una comunidad indígena. Sus padres decidieron que iban a hacer un esfuerzo por él, por sacarlo de la comunidad. Lo mandaron a la ciudad a casa de unos familiares para que pudiera estudiar. Florentino nos cuenta que él tiene un título universitario y que su hermana, por el hecho de ser mujer, no tuvo la oportunidad porque sus padres decidieron que no valía la pena. Y esto ocurre no sólo con la educación sino desde el nivel más básico como la alimentación.
Para terminar, aprovechando que tienes una perspectiva tan amplia, pero insistiendo en la perspectiva de la mujer también, ¿cómo es la situación de las mujeres con discapacidad psicosocial en los países desarrollados y en los no desarrollados?
Son de las más marginadas en comunidades de países tanto desarrollados como no desarrollados. Nos enfrentamos a retos muy grandes y muy importantes y, por ello, son personas prioritarias en mis actividades en temas que tienen que ver con su capacidad jurídica, su capacidad legal, ya que las mujeres con discapacidad psicosocial, también los hombres, se enfrentan a la privación de libertad y se las recluye en cárceles o en instituciones psiquiátricas.
A ello hay que añadir las drogas que les hacen ingerir en estos lugares, así como los diferentes abusos, ya que algunas están sujetas muchas veces a experimentación y hasta sufren tortura. Por tanto, las violaciones de los derechos humanos de las mujeres con discapacidad psicosocial son de las más graves a las que nos enfrentamos.
Cuesta mucho comprender que a una persona con discapacidad psicosocial no hay que encerrarla en un hospital psiquiátrico porque hay que reconocerle su capacidad legal. Es un tema en el que estamos trabajando, pero son estándares internacionales, derechos reconocidos por la Convención y el trabajo ahora es generar conciencia para que las cosas comiencen a cambiar. Es cierto que los retos son enormes y la comunidad de la discapacidad tiene que ser muy fuerte y evitar que se nos encasille.