Médicos y Pacientes habla con Carlos Mediano, responsable de estudios e investigación de la Federación de Asociaciones de Medicus Mundi España, que forma parte del comité científico del IV Congreso de Cooperación Internacional. El experto en cooperación internacional nos cuenta en esta entrevista las principales debilidades de la cooperación internacional respecto al cambio climático, así como los proyectos e ideas promovidas desde Medicus Mundi para paliar los efectos negativos de la crisis climática
Carlos Mediano: “Los países que menos están contaminando son los que más sufren los efectos negativos del cambio climático”
– ¿Cómo afecta el cambio climático a la salud?
El cambio climático afecta a la salud de muchas maneras. Las olas de calor provocan una mayor mortalidad. Además, los fenómenos extremos, dejando a un lado todas las muertes directas que provocan esos huracanes o maremotos, generan epidemias locales que en países vulnerables son más difíciles de cubrir. Por otro lado, el cambio climático conlleva un aumento de enfermedades parasitarias como la malaria o el dengue. Por último, el tema de la migración climática. Te pongo un ejemplo: estamos haciendo un trabajo en Senegal, en la ciudad de San Luis, que tiene que ver con una lengua de tierra que está siendo reducida por el agua, lo que provoca que la gente tenga que vivir en menos espacio, y los índices de tuberculosis en esa zona son muy altos.
– ¿Este cambio impacta por igual en la salud de la población en todas las regiones del planeta?
Nos afecta a todas las personas, pero no a todos por igual. Hay un concepto que se llama la justicia climática. Esto es: los países que menos están contaminando son los que más sufren los efectos negativos del cambio climático. Cuando un país en vías de desarrollo sufre estos fenómenos extremos, como sus sistemas sanitarios son mucho más frágiles, su capacidad de respuesta es mucho menor
– ¿Qué tiene que ver la cooperación internacional con el abordaje del cambio climático?
El rol de la cooperación sanitaria se puede dividir en dos: el primero, darnos cuenta de que los sistemas sanitarios contaminan y que no solamente debemos tener la capacidad de adaptarlos para responder a estos problemas de salud que genera el cambio climático, si no también reflexionar sobre cómo evitar que la huella de carbono de estos sistemas sea tan alta. Cabe destacar que no podemos exigirle lo mismo al sistema español que al de un país con un sistema frágil. Hay un estudio que dice si todos los sistemas sanitarios del mundo actuaran como un único país, éste sería el quinto que más gases de efecto invernadero expulsaría del planeta.
– ¿Qué proyectos o iniciativas está llevando a cabo la Federación de Asociaciones de Medicus Mundi España en relación con el cambio climático y la salud global?
Lo primero que hicimos fue reflexionar. Hemos estado dos años hasta conseguir una planificación sobre el trabajo en cambio climático y salud global. Queremos conseguir que nuestros proyectos de cooperación tengan un menor número de emisiones de CO2.
Además, aprovecharemos este congreso para presentar un estudio que estamos realizando en Senegal sobre cómo está afectando en ese sitio específicamente el cambio climático a la salud de la población. Vamos a ver la interrelación que existe entre las variables climáticas y sanitarias de este lugar en los últimos 15 años. Con estos datos, junto al ministerio de sanidad de ese país, vamos a generar una estrategia de salud del país y una metodología que se pueda implantar en otros proyectos. Sin embargo, el cambio climático es muy general, hay que estudiar siempre las especificidades del sitio.
– ¿Cómo se está abordando la desigualdad en la distribución de los impactos del cambio climático en diferentes regiones del mundo y qué papel juegan las organizaciones de cooperación internacional en este sentido?
Podría aumentar unas 50 veces la contaminación producida en las regiones más vulnerables y aun así no sería demasiado notable, siempre y cuando nosotros hiciéramos nuestro trabajo.
– El pasado 12 de abril presentó en Cantabria el informe 2022 ‘La Salud en la Cooperación al Desarrollo y la Acción Humanitaria’, ¿Cree que alguna de las conclusiones de este informe puede ser de utilidad o extrapolable al ámbito de la cooperación internacional?
La diferencia entre la desigualdad y la inequidad es que esta última se puede evitar. En estos momentos tenemos la posibilidad de acabar con el 80% de la mortalidad materna e infantil del mundo. Tenemos la capacidad, tecnología y recursos para hacerlo, solo falta que queramos hacerlo.
¿Y por qué no se hace?
Los recursos que se están destinando para cooperación en salud son muy escasos. Te pongo un ejemplo: la mitad de la población mundial tiene, más o menos, un sistema sanitario que le cubre, más o menos, la salud. Sin embargo, la otra mitad no tiene nada. Esperábamos tener en 2023 a mil millones más de personas con esa cobertura sanitaria. La realidad es que vamos a conseguir solo el 27%. Además, este dato es de antes de la pandemia, seguramente no lleguemos ni al 25%. Nosotros lo que consideramos es que hay que fortalecer los sistemas públicos de salud que garantizan esa equidad y trabajar mucho más la atención primaria. Luchar enfermedad por enfermedad está bien pero sólo si el sistema lo mantiene. Siempre digo que el sistema de salud es como la base de una pizza y los programas verticales son como los toppings. Si no tienes una buena masa, los toppings se caen. Eso es lo que nos está pasando con el trabajo de cooperación. No es que haya mala voluntad, por supuesto, pero creo que tenemos que fortalecer el sistema de salud en su conjunto. Tenemos que repensar en esos modelos económicos y sociales. Tenemos que entender que la salud no es simplemente sanidad. Te pongo otro ejemplo: cuando estaba cooperando en Camerún me venían niños con diarreas y yo les podía curar, pero a la semana siguiente volvían a estar igual. La solución pasaba por poner un pozo de agua potable, pero a mí en la carrera nadie me enseñó a hacer un pozo de agua.