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Arantza Yubero: “La implicación de gestores y pacientes, junto a los clínicos de PAIME, debería de ser una prioridad”

Arantza Yubero Fernández, psicóloga sanitaria de la Red del Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) y de Proyecto Hombre de Madrid participa en las VI Jornadas Clínicas del PAIME que se celebran los días 30 de septiembre y 1 de octubre, en Córdoba. Según expone en esta entrevista, “la implicación de gestores y pacientes, junto a los clínicos de PAIME, debería de ser una prioridad”

El Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) es un programa colegial de médicos para médicos bajo el paraguas de la Fundación para la Protección Social de la OMC para atender a profesiones con patología psíquica y/o adicciones.

La Fundación celebra las VI Jornadas Clínicas del PAIME junto al Colegio de Médicos de Córdoba tras dos años bajo un formato online debido a la pandemia, recupera la presencialidad, uno de los valores principales de estos encuentros.

¿Cómo es la efectividad, eficiencia y eficacia de las terapias clínicas en la intervención grupal con pacientes PAIME?

Hace tiempo leí a un autor, Peter Drucker, que definía estos parámetros de un modo sencillo e inequívoco. Refería que la eficiencia es “hacer bien las cosas”, la eficacia es “hacer las cosas correctas” y la efectividad es “hacer bien las cosas correctas”. Soy consciente de que cuando a los profesionales se nos pregunta sobre estos criterios de calidad en la intervención, lo que se espera son respuestas cuantitativas sobre porcentajes de éxito, entendiendo como tales, los datos sobre altas terapéuticas, índices de retención, etc. Pero me gustaría, en esta ocasión, alejarme de esa “fijación métrica” para resaltar la importancia de lo cualitativo, de las experiencias, de las narrativas de pacientes que han participado en los grupos, etc.

La psicoterapia grupal en el tratamiento de las adicciones es un modelo de intervención que favorece la recuperación de los pacientes. Es un concepto que engloba mucho más que la mera abstinencia, como por ejemplo, la modificación de un estilo de vida caracterizado generalmente por un individualismo exagerado, un funcionamiento social e interpersonal deficitario, expectativas y creencias irracionales, carencias en su autocuidado y un esquema de valores que no les sostienen de forma equilibrada. Estilo de vida y estructuras de personalidad en los que el consumo, ha sido y es un intento de hacer frente y en solitario a niveles de sufrimiento percibidos como intolerables.

“Soy médico, jubilado precoz y forzosamente, por ser un alcohólico que además se atiborraba a pastillas, intoxicado hasta perder la razón, y con ello, la unidad familiar, el trabajo de mi vida, la sociabilización, el amor a la vida. Son ya más de seis años sin relación con el enemigo, no solo las sustancias tóxicas, también las circunstancias de vida tóxica del hasta entonces mi entorno. Dentro de PAIME, cada uno con sus recursos, lograron lo que a mí me parece el primer triunfo, LA CONTENCIÓN, con trabajo medicalizado, social y psicológico. Luego, LA CONVICCIÓN, una puerta a la esperanza, y LA CONTINUIDAD, confianza en el método de trabajo, donde especialmente destacó la labor realizada en Proyecto Hombre mediante la terapia de grupo”. (Ex paciente, especialidad en urología, actualmente inactivo profesionalmente por una ILT)

Partiendo de las interacciones entre los miembros del grupo y el material aportado por cada paciente al mismo, se aborda lo que sucede en el aquí y el ahora. Se analizan las pautas disfuncionales conductuales (rígidas y repetitivas que pueden modificarse), cognitivas (distorsiones sobre uno mismo o sobre el otro que al compartirse producen cambio de narrativa), emocionales (descubrir la emoción, evocar la experiencia, y trabajar su posterior integración) e interpersonales (conflictos entre ellos y significado con el pasado).

El comportamiento del grupo tiene una cualidad de “espejo”. Esto significa que el conflicto y las ansiedades expresadas por un miembro del grupo van disminuyendo al hacerse explícitos y al observar que esos mismos elementos estaban presentes en otros integrantes. Es decir, este tipo de reacción o “fenómeno universal” que nos permite poder encontrar en los otros los mismos elementos que uno cree que son particulares, provoca una disminución de la ansiedad y la angustia.

“Siento que me entregó a la lucidez y confianza necesarias para no exponerme a una recaída, y el beneficio obtenido perdura a día de hoy. Las bebidas alcohólicas, tan presentes visualmente en nuestra vida cotidiana no me ejercen atracción, acorto la sensación del terror y dolor producido que queda en mi recuerdo borrando de inmediato el mínimo y fugaz; craving; que pueda sentir. Considero que la terapia de grupo ha sido clave en este abordaje multidisciplinar por cuanto ha representado el seguimiento más estrecho presencialmente, realmente intenso y cuidadoso. Los otros elementos terapéuticos, claro que son necesarios, así como otras circunstancias favorables que al margen del proyecto PAIME iban sucediendo, algunas, fruto de la progresiva mejoría. Pero el arraigo al tratamiento, en toda su duración, pienso que se lo debo a la labor en Proyecto Hombre.” (Ex paciente)

¿Y en Proyecto Hombre?

Después de 28 años trabajando en Proyecto Hombre, puedo afirmar que la participación en la psicoterapia grupal sigue siendo, para la mayoría de los pacientes, la experiencia más impactante, enriquecedora y decisiva en la recuperación. Dice Alejandro Ávila que uno se cura donde enferma, y eso, en el ámbito de las adicciones, sucede en el campo relacional. Las vivencias traumáticas de exclusión que subyacen en los pacientes y se traducen en dificultades en la autoestima, en desconfianza, en desregulación emocional, etc. encuentran en la pertenencia al grupo el espacio de sanación. El grupo se convierte en una entidad que acoge, sostiene, acompaña y potencia.  El proceso terapéutico individual se ve impulsado a través de la identificación con el resto de los miembros del grupo, de la aceptación, la confrontación, la presión positiva, el establecimiento consensuado de límites y normas, el apoyo social, el aprendizaje didáctico y vivencial, y la adquisición de habilidades para la solución de problemas.

Un paciente, anestesista de profesión, actualmente reincorporado a su vida laboral, compartía esta reflexión sobre su experiencia: “El grupo supone ese punto de conexión periódico con tu problema, esa rutina tan necesaria en el proceso de deshabituación. Tienes tu vida, pero siempre debes trabajar en tu enfermedad. No va a desaparecer porque creas que ya no está. El grupo te ayuda a saber que hay algo más allá, que el haber tocado fondo o el poder recaer no es el final. No es el típico grupo de gente triste típico de las películas. Qué imagen tan lamentable, por cierto. Debería borrarse del imaginario popular. No somos un grupo de gente melancólico y absurdo. Somos un grupo de gente que lucha y se apoya, que se da fuerza, que llora y  ríe junta. Una familia en la que se ayudan los unos a los otros. Un grupo de amigos que intenta resolver un problema individual o colectivo trabajando juntos. Juntos, eso es lo que lo define. Esto no solo puede resolver uno solo”. Creo que sus palabras definen claramente la eficiencia, la eficacia y la efectividad de la psicoterapia grupal. 

¿Cómo puede vencerse el estigma ligado estas patologías y conductas?

La estigmatización es un proceso complejo debido a que se trata de un fenómeno social en el que influyen factores relacionales macro y microsistémicos. Existe un imaginario social del que los propios profesionales se hacen partícipes, en el que se considera que el profesional sanitario no puede sufrir un trastorno, una adicción, una debilidad, etc. Cuando esto es así, se le adjudica una etiqueta: “enfermo mental”. Esto supone una carga negativa de atributos frente a la cual la tendencia es defenderse estableciendo distancia a través de actitudes y conductas discriminatorias, más o menos explícitas. Esto acaba desembocando la internalización del estigma en quien padece este sufrimiento, aumentando así la situación de crisis.

Vencer la estigmatización y la autoestigmatización implicaría, por tanto, un trabajo en diferentes niveles, desarrollando, entre otras posibles líneas, las siguientes:

  • El establecimiento de criterios/manuales de buenas prácticas en el manejo de las patologías mentales en los medios de comunicación social y en los espacios laborales.
  • Desarrollando programas encaminados a la psicoeducación emocional en todos los ámbitos, formativos y laborales, incorporando además la perspectiva de género. En el caso de los médicos, los varones son quienes presentan una mayor resistencia al reconocimiento de sus propias dificultades. Un aspecto que coincide con los estereotipos masculinos que aún pesan en la sociedad. 
  • Implicando a las familias en los tratamientos para que la desinformación no favorezca la fijación del estigma.

¿Qué pasaría si no existiera el PAIME en los médicos?

Supongo que quienes necesitasen ayuda y estuvieran dispuestos a recibirla, acudirían a otros servicios públicos y/o privados, pero PAIME es un programa que no sólo tiene como objeto de interés al profesional sino también al paciente, trabajando por su seguridad al buscar el garantizar la buena praxis de los profesionales que sufren algún tipo de dificultad. Medidas garantistas que se establecen en los contratos terapéuticos a tal fin, no se recogen ni se pueden recoger en otros programas porque no están legitimados jurídicamente para apartar al profesional del servicio, temporal o definidamente, en caso de riesgo de praxis.

Pero hemos de ser muy realistas; el miedo del médico enfermo a ser identificado como adicto, a ser estigmatizado y desprestigiado por otros compañeros o pacientes, dificulta la petición de ayuda en la red habitual. Reducir esta barrera específica de acceso al tratamiento y CREAR UN ENTORNO SEGURO en el que se preserve la intimidad del paciente-médico manteniendo la CONFIDENCIALIDAD en todo el proceso de tratamiento, así como un entorno libre de juicios y prejuicios, es no sólo una obligación legal sino también ética de los colegios profesionales.

Por otra parte, si acotamos la respuesta a mi trabajo en PAIME desde Proyecto Hombre Madrid realizando psicoterapia grupal, creo que el acceso a recursos privados en los que este modelo de tratamiento existe, sería más complejo aún para los profesionales médicos. La dificultad estriba en que los grupos generalmente no tienen la homogeneidad que sí brinda PAIME al estar formados exclusivamente por profesionales del sector. La convocatoria de acuerdo con un problema común (sanitarios con problemas adictivos) favorece la adhesión al tratamiento y al grupo, generando identificación no sólo en las problemáticas derivadas del consumo, sino también en los mecanismos de defensa en los que se han quedado atrapados y en los factores de riesgo psicosocial asociados a la profesión.

¿Cuáles han sido los casos con más incidencia debido a la pandemia?

Si bien es cierto que la pandemia ha vapuleado emocionalmente a todos los profesionales sanitarios, no podemos afirmar que a todas las especialidades les ha afectado por igual. Aquellos pertenecientes a los servicios de atención primaria, neumología, urgencias y los profesionales residentes, han sido, entre los afectados, quienes han presentado una mayor demanda de tratamiento, según los datos de la Memoria de PAIME.

¿Por qué es importante que se reúna la Red PAIME en las Jornadas Clínicas?

Considero que lo esencial es generar una comunidad de aprendizaje que trabaje de forma conjunta en la reflexión sobre la prevención y el tratamiento de los profesionales sanitarios. Debemos  construir, de un modo participativo, modelos validados de intervención dirigidos no sólo a los afectados (profesionales) sino también a la modificación de los desencadenantes del estrés ligados a las estructuras formativo-laborales en las que participan. Para ello, la implicación de gestores y pacientes, junto a los clínicos de PAIME, debería de ser una prioridad.

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