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Mª. Teresa Fernández de la Vega: “En la lucha contra la violencia de género estamos estancados”

Mª Teresa Fernández la Vega, ex vicepresidenta del Gobierno de España, defensora e impulsora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, entre ellos la igualdad, asegura que en esto “hemos ido para atrás porque antes la igualdad era el 2º objetivo y ahora es el 5º” y en lo referente a violencia de género considera que “estamos estancados” y aboga por realizar campañas valientes que “está demostrado que inhiben”
 

Así se ha expresado en una amplia entrevista para «Médicos y Pacientes» con motivo de la firma de un convenio de colaboración entre la Fundación Mujeres por África que ella preside y la Fundación para la  Cooperación Internacional de la OMC (FCOMCI).

 
Defensora a ultranza de la igualdad que ejecutó durante su participación en el Gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero con la aprobación de la Ley Integral contra la violencia de género (2004) y la Ley de Igualdad (2007), se muestra crítica con la situación actual y asegura que, a nivel internacional “no hemos aprendido nada” y, tras cuestionar que este tema haya descendido del 2º al 5º puesto en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, defiende que “la educación y la formación son fundamentales” para que las jóvenes se formen sin prejuicios. 
 
“Me siento orgullosa de haber sido una mujer cuota”
 
Asegura sentirse orgullosa de haber sido una “mujer cuota” y las defiende como “acción positiva” y “fundamental” porque, en el ámbito político, “provocaron un cambio que nos ha permitido estar en los gobiernos”, pero deja claro que “hemos entrado por nosotras mismas. No nos lo han regalado; nos lo hemos ganada a pulso”.
 
Cuestiona que cuando se han utilizado las cuotas “el patriarcado las ha criminalizado, hasta el punto de que, actualmente, hay mujeres que lo creen y rechazan ser mujer-cuota y sienten eso porque saben que están ahí porque se lo merecen. Pero era necesario poner unas cuotas para estar ahí”.
 
Asegura tajante que “el patriarcado -el poder de los hombres sobre las mujeres- ha montado un sistema muy inteligente: ellos promueven y ellas ejecutan”. Para ella, “el machismo lo transmiten las mujeres porque la cultura del patriarcado es esa” y por ello, defiende que hay que transmitir a las jóvenes generaciones que “somos iguales pero diferentes y es diferencia debería utilizarse como un instrumento de riqueza porque la diversidad y la diferencia nos hace más fuertes”.
 
Expresa que en la meritocracia, las mujeres “siempre ganamos” y una prueba de ello es que “nosotras hemos avanzado mucho en las profesiones donde antes no había mujeres como en la medicina y la judicatura, donde las mujeres superan en número por mérito, pero cuando entra en juego la cooptación, es decir, cuando la empresa decide si introduce en su Consejo de Administración mujeres o no, eso no es por mérito y quien coopta es el patriarcado. Ahí siempre perdemos”.
 
En defensa de la capacidad de las mujeres argumenta que los datos de organismos internacionales y grandes centros de investigación ponen de manifiesto que “la participación de las mujeres en la toma de decisiones en las áreas económicas aumenta el PIB en más del 25% y cuando en los consejos de administración hay un 30% de mujeres, los beneficios aumentan un 15%”. 
 
Defiende “campañas valientes” contra la violencia de género porque “está demostrado que inhiben” 
 
Después de la Ley Integral contra la violencia de género, aprobada también cuando ocupaba la Vicepresidencia del Gobierno, afirma que “estamos estancados”. Considera que “hay que volver a rehacer el discurso para que las jóvenes entiendan que no se puede confundir la seducción con una agresión”. Por eso, es preciso, en su opinión, trabajar en la formación para evitar confusión.
 
“En la medida en que es un problema persistente, es necesario estar permanentemente alerta, sin bajar la guardia “. Defiende que se lleven a cabo “campañas valientes” porque “está demostrado que inhiben” y considera, en cambio, que “cuando se produce un crimen por violencia de género y se expande desde el punto de vista de comunicación, todo el día en la televisión, luego hay otro crimen”.
 
En su opinión, “falla el compromiso contra la violencia de género” y “falta un poco más de concienciación permanente” y asegura que eso se tiene que hacer desde lo público y también desde la sociedad, desde los movimientos de mujeres. 
 
Al final, afirma, es un tema de “libertad, de igualdad y de poder” y “mientras no participemos todo el mundo en las mismas condiciones, habrá un desequilibrio y el resultado es que las víctimas, fundamentalmente, son mujeres y eso no es tolerable”.  
 
El “poder impresionante” del movimiento de mujeres en África 
 
El movimiento de las mujeres en África es algo que percibió en 1985, cuando participó en Nairobi en la primera conferencia de Naciones Unidas. “Me sorprendió comprobar la capacidad que tenían las mujeres africanas para organizar una Conferencia Mundial de aquel nivel”. Y, cuando tuvo la responsabilidad en el Gobierno de coordinar las acciones relacionadas con la migración, trató de resolverlas en origen, con soluciones y alternativas para los jóvenes africanos. “Lo abordamos con las madres, con las asociaciones de mujeres, un movimiento muy potente que resolvió problemas que nadie era capaz”. 
 
En 2006, decidió celebrar el Día de la Mujer Trabajadora en Maputto (Mozambique), encuentro en el que participaron 20 mujeres líderes españolas y que dio origen al movimiento de mujeres africanas y españolas “Mujeres por un mundo mejor”, con la celebración de seis encuentros -cuatro en África y dos en España-. Cuando en 2010 dejó el Gobierno, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, Premio Nobel de la Paz, le preguntó: “Y ahora, ¿qué hacemos?”. Su respuesta fue la puesta en marcha de la Fundación Mujeres por África, que inició su andadura en 2011. 
 
Desde entonces, trabaja en más de una veintena de proyectos en Malawi, Gambia, Monrovia, Liberia y Burkina Faso, entre otros países, con mujeres africanas que “son las que definen y determinan las acciones a llevar a cabo en función de las necesidades reales de la población”. 
 
Mujeres por África trabaja en áreas de educación –“la llave que abre la puerta de las oportunidades”, asegura-; en investigación, con colaboraciones con el Carlos III y el CNIO; en formación profesional de docentes, enfermeras y líderes sociales y políticas; desarrollo económico en el ámbito agroalimentario y en el ámbito sanitario.
 
La falta de atención sanitaria materno infantil, el mayor problema de las mujeres en África
 
“El mayor problema que tienen las mujeres en África es inexistencia de la atención sanitaria materno infantil y, especialmente en el embarazo y en el parto”. Asegura que más de 530 mujeres mueren al día en este continente por problemas de salud materno infantil.  Por ello, uno de sus principales proyectos es la atención a la fístula obstétrica, una de las lesiones más graves y trágicas que pueden ocurrir durante el parto. Se trata de un orificio entre el canal del parto y la vejiga o recto causado por la prolongación u obstrucción de un parto sin recibir tratamiento, un problema que afecta a entre 2 y 3 millones de mujeres en África. 
 
“Hemos operado 400 fístulas, es decir, hemos rehabilitado a unas mujeres marginadas por este problema en sus comunidades y hemos evitado cerca de 4.000 porque hemos atendido embarazos obstruidos que iban camino de la fistula, además de formar a enfermeras y matronas”. Ahora, su Fundación llevará este programa integral a Ghana. Relata que también abordan otros problemas de salud que afectan de manera particular a las mujeres, como la malaria, la tuberculosis y las enfermedades infecciosas. Ahora, van a trabajar en enfermedades que tienen que ver con la columna como la escoliosis infantil que “surgen a causa de las cargas que soportan” y en la prevención del cáncer de mama. 
 
En África hay más presidentas de Gobierno, primeras ministras y ministras que en Europa
 
De toda su experiencia en África, asegura que lo que más le ha impresionado son sus mujeres: “¡tenemos que aprender tanto de ellas! Son una fuente de sabiduría y son el sostén, el impulso y la energía de la sociedad”. Asegura que ellas “me han enseñado a mirar de otra manera, a ver cosas que antes no veía”.
 
Es consciente de la situación de desigualdad en la que viven con “manifestaciones tan lacerantes” como la mutilación genital, derivada de “una práctica impuesta por un modelo patriarcal, pero volvemos a lo que dije al principio, la practican las madres”. Por ello, considera necesario trabajar en educación con los hombres y las mujeres porque “lo han entendido como un sistema de protección de las jóvenes para que no las violen, para que puedan casarse”.  
 
Frente a cuestiones como esta, María Teresa Fernandez de la Vega resalta lo positivo y asegura con rotundidez que “las mujeres africanas han llegado donde no hemos llegado nosotros. En África hay más presidentas de Gobierno, primeras ministras y ministras que en Europa”.
 
Reitera que el movimiento de mujeres en África tiene un poder impresionante y asegura que “ellas han conseguido las Constituciones más progresistas del mundo, empezando por la sudafricana que tiene constitucionalizados derechos que nosotros no tenemos”. Asegura que “el movimiento de mujeres que ayudó a Mandela propuso un programa y le dijo si quieres que te apoyemos, este programa tiene que estar en la constitución. Y lo mismo ocurrió en Ghana y recientemente en Túnez que tiene constitucionalizada la lucha contra la violencia de género”.
 
Finalmente, pone en valor la labor el papel de la sociedad civil en la solidaridad con África, una sociedad “comprometida en valores que trabaje en todo aquello que tiene que ver con la formación, la educación y la solidaridad” y resalta el papel no solo de grandes organizaciones como ACNUR o Cruz Roja sino también de “ciudadanos  comprometidos y pequeñas organizaciones que trabajan en la cooperación de forma generosa”.
 
Ante “la realidad de una sociedad con un modelo neoliberal que antepone unos valores distintos”, María Teresa Fernandez de la Vega defiende con pasión valores como la cooperación que, a su juicio, “son los más importantes porque permiten devolver la dignidad a las personas y que la gente salga adelante”.
 
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