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Dra. Arroyo: “La VPC es un valor añadido para el profesional y los empleadores”

Los médicos, como profesión regulada, tienen un contrato con la sociedad por el cual se comprometen a la actualización de competencias y habilidades a lo largo de su desempeño profesional. Este proceso para desarrollar y avalar su implementación compete a varios agentes implicados, entre los que se encuentran la Administración Sanitaria, los Colegios Médicos y las sociedades científicas. Los Colegios han establecido la VPC (Validación Periódica de la Colegiación) como el procedimiento por el cual el colegiado reconoce el conocimiento del Código de Deontología Médica, declara estar en las condiciones psicofísicas adecuadas, y haber tenido un ejercicio asistencial en los últimos 6 años, según explicó la Dra. Rosa Arroyo, vicesecretaria del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), en el marco del II Congreso Nacional del Ejercicio Privado de la Medicina, celebrado en el Colegio de Médicos de Sevilla

En la mesa, que estuvo moderada por el Dr. Emilio García de la Torre, presidente del Consejo Andaluz de Colegios Médicos (CACM), además de la Dra. Arroyo, participaron el Dr. Pablo Lázaro Ochaita, vocal de Ejercicio libre del Colegio Oficial de Médicos de Madrid; Carlos Rus Palacios, secretario general de ASPE; y Manuel Vilches Martínez, director de Relaciones Institucionales de IDIS.

La Dra. Arroyo destacó que “estas condiciones son indispensables para obtener la VPC, y garantizan ante la sociedad y las instituciones que el médico cumple los requisitos imprescindibles para una buena praxis” y detalló que la validación es una certificación de que el médico cumple los estándares mínimos para ejercer como tal, y que mantiene sus competencias para el desempeño de la profesión médica. 

La credencial denominada VPC indica qué médicos han sometido a valoración su buena praxis, su estado de salud para desempeño profesional, su experiencia asistencial y su formación continuada, todo ello comparado con unos estándares previamente definidos.  La Dra. Arroyo explicó que “no va dirigida a todos los médicos colegiados solo a los que tienen actividad asistencial, los que tienen q validar su competencia clínica. Y se trata de un proceso voluntario, gratuito y no punitivo, certifica los 6 años anteriores de ejercicio/actividad asistencial previa, y es renovable por sexenios”.

Entre los objetivos del procedimiento de VPC se enmarca “intentar garantizar la calidad y la seguridad para nuestros pacientes, hacerlo de la mejor manera posible con los medios de los que disponemos, en aspectos como la equidad., reconocer el esfuerzo de los profesionales y mejorar el prestigio de nuestros médicos individualmente y como colectivo”, incidió.

Tras la credencial de la VPC, el siguiente paso a dar es el de la recertificación de las competencias profesionales (VPC-R) y que se fragua junto con las sociedades científicas. En la actualidad, como expuso, la Dra. Arroyo, casi una treintena de estas entidades han establecido acuerdos con el CGCOM para llevar a cabo procedimientos en materia de acreditación de competencias profesionales específicas en cada especialidad.

“Casi 20.000 médicos están validados y la VPC es un valor añadido para el profesional y los empleadores. La sanidad privada puede fomentarlo y es una manera de reconocer/discriminar el esfuerzo de los médicos”, manifestó.

Respecto a la falta de profesionales que se debatió en la mesa, la Dra. Arroyo puso de manifiesto que, “en España, en Europa y en el mundo la OMS ha creado la “Health Workforce Alliance”, que declara como “verdad universal” que “no hay salud sin recursos humanos para la salud” y plantea una estrategia global para 2030 y aprobó un código ético de reclutamiento internacional de profesionales sanitarios, derivado de la “movilidad internacional de profesionales”.

La Dra. Arroyo recordó que una de las conclusiones de la VI Convención de la Profesión en 2018 decía que los condicionantes en la disponibilidad de médicos no son solo las retribuciones, la estabilidad o la carga de trabajo, el acceso a formación, la conciliación familiar o las dificultades para la compleja planificación. Destacó que se debe también a la incertidumbre sobre el desarrollo tecnológico, cambios en la morbimortalidad, cambios en las organizaciones (tipo de sistema de salud, asignación de roles a las profesiones sanitarias, coordinación entre niveles asistenciales y otros factores como son el envejecimiento de las plantillas (tasa de reposición) y el desarrollo de la AP. 

La vicesecretaria del CGCOM esgrimió que “más plazas MIR no sería una solución para plazas de difícil cobertura, o en Pediatría o Atención Primaria” y puso de manifiesto que “no es aumentar el número, es ir a la raíz de las causas; que pueden ser distintas para cada especialidad”.

 
 

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