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Alrededor del 50% de los eventos adversos que se producen en atención hospitalaria son evitables

En el marco de la V Convención de la Profesión Médica se analizó cómo afectan los recortes y la responsabilidad profesional a la seguridad del paciente. En una mesa que estuvo moderada por Carmen Fernández, directora de Diario Médico, quedó plasmado que alrededor del 50% de los efectos adversos que los pacientes sufren en la atención hospitalaria son evitables. Políticas de formación de profesionales y una mejor situación laboral ayudarían a disminuirlos

Actuaron de ponentes el Dr. Alejandro Braña, presidente del Colegio de Médicos de Asturias; y el Dr. Carlos Aibar, profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza; y como preguntadores el Dr. Antonio Aguado, presidente del Colegio de Médicos de Huelva; el Dr. José Molina, presidente del Colegio de Médicos de Ciudad Real; y el Dr. José Antonio Repetto, presidente del Colegio de Médicos de Cádiz.

Las desfavorables condiciones de trabajo de los médicos, la precariedad laboral y el exceso de carga asistencial, son aspectos especialmente negativos que en buena medida aumentan el riesgo de debilitar la calidad asistencial y la seguridad del paciente. A la masificación se opone la humanización del trabajo del médico para colocar al paciente en el lugar que le corresponde, que es el centro del sistema sanitario.

El presidente del Colegio de Médicos de Asturias, el Dr. Alejandro Braña, subrayó que “ante el contexto social de envejecimiento y cronicidad, existe un negro futuro para el sostenimiento en lo que a suficiencia de medios se refiere”. Por este motivo destacó que “no se trata de gastar menos, sino de gastar mejor, con prioridades estadísticas”. 

Así, reconoció que “el deterioro afecta al paciente, que sufre recortes y precariedad”, como las condiciones desfavorables que atañen al colectivo médico y la saturación de las consultas. Según los datos que facilitó, la mitad de los facultativos no tienen plaza en propiedad, sufren inestabilidad laboral y llegan a firmar hasta seis contratos al año. Además, el 30% del colectivo vive una situación de temporalidad, incluso médicos que están próximos a su jubilación. 

A este contexto hay que añadir el exceso de carga de trabajo, que en Atención Primaria llegan a ser cupos superiores a las 1.500 tarjetas, suponiendo una media de 40 tarjetas al día, que se ven incrementadas en vacaciones o bajas de compañeros. El Dr. Braña explicó que “los médicos tienen la obligación de aplicar con eficiencia los medios existentes, pero también deben ser exigentes en la práctica de una buena praxis médica, para garantizar la seguridad del paciente y para ello es importante tener en cuenta la humanización”. 

El presidente del Colegio de Médicos de Asturias incidió en que “el mínimo de 10 minutos por consulta es irrenunciable y necesario para atender al paciente adecuadamente, sin que se convierta en una rutina que facilite como consecuencia la medicina defensiva”. Recalcó que es importante que haya “un inconformismo profesional para que se intente mejorar” y calificó de fundamental la existencia de una crítica constructiva. 

Por su parte, el Dr. Carlos Aibar, profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza, explicó que “los médicos debemos pasar de la preocupación a la ocupación, porque dada la situación actual, hay que tomar medidas”. Subrayó que hay muchos daños derivados de la asistencia sanitaria y hay que analizar los motivos por lo que se producen. “El 10% de los pacientes ingresados en un hospital sufren algún elemento adverso que no consta en la historia clínica”, afirmó. Del mismo modo, destacó que “hay que recortar lo que sobra, lo que no aporta valor y es redundante”, dijo. 

El Dr. Aibar comentó que la sanidad española es poco costosa respecto a países vecinos. La inestabilidad laboral del personal sanitario “afecta de manera directa a la atención de los pacientes, porque no los conocen y no saben su historia clínica”. El Dr. Aibar hizo hincapié en que “la seguridad del paciente es una forma de trabajar día a día, mientras que la inseguridad es una patología crónica e incurable, pero es mejorable con cuidados”. Por último, afirmó que “hace falta que los profesionales sean más protagonistas”. 

El Dr. José Ignacio Landa, cirujano general y del aparato digestivo y autor del abstract, reflejó que la mayoría de eventos adversos están relacionados con el uso de medicamentos, con los cuidados y la comunicación. La población atendida en AP es fundamentalmente mayor de 65 años y con pluripatología y, por tanto, presenta mayor riesgo de sufrir un efecto adverso. Si además se tiene en cuenta que el 60% de los fármacos son consumidos por pacientes de 65 años, “no es de extrañar que el riesgo de sufrir un efecto adverso sea especialmente elevado en esta población”, aseguró. 

Sin embargo, consideró prioritario que se apueste por la formación de los profesionales en seguridad del paciente y de promover estudios de seguridad del paciente utilizando diferentes metodologías, desarrollando políticas para su promoción en AP y mejorar las definiciones sobre errores y su clasificación. 

Por su parte, el Dr. Antonio Aguado, presidente del Colegio de Médicos de Huelva, recordó que “los eventos adversos también afectan al médico y le generan estrés, pérdida de autoestima, miedo y problemas judiciales”, lo que le convierte en una “segunda víctima”. 

El Dr. José Molina, presidente del Colegio de Médicos de Ciudad Real, puso de manifiesto que “cerca del 50% de los eventos adversos son evitables”. Además, manifestó que “errar es humano y el único que no se equivoca es el que no hace nada” y recordó que “el riesgo es inherente a la práctica clínica y dada la situación precaria del empleo médico, marcada por el poco tiempo para atender a los pacientes y el exceso de consultas, la posibilidad de cometer un fallo es cada vez mayor”.  

Por último, el Dr. José Antonio Repetto, presidente del Colegio de Médicos de Cádiz, incidió en que “los errores evitables se dan porque el médico está cansado, desmotivado y quemado con su situación, por lo que es más fácil tener fallos”. “La solución pasa porque esté más tranquilo y seguro en su puesto de trabajo”, concluyó. 

El Dr. Carlos Molina presidente del Colegio de Médicos de Cuenca y coordinador del módulo, fue el encargado de realizar las preguntas a los asistentes, que manifestaron que la comunicación de los eventos adversos debería ser obligatoria, pero en un archivo diferente a la historia clínica, de acceso restringido. Asimismo, estimaron que debe ser el Ministerio de Sanidad el que lidere las políticas de seguridad de los pacientes. Además, consideraron que los profesionales sanitarios implicados en los efectos adversos deben contar con el soporte institucional para poder informar abiertamente del suceso y recibir apoyo para su integración en la labor asistencial sin secuelas. 

Los asistentes plasmaron que la participación de los pacientes y ciudadanos en la implementación de las estrategias de mejora de la seguridad es necesaria e imprescindible, “pero con matices”.  También subrayaron que es urgente el establecimiento de un baremo de daños sanitario que compense a los pacientes con agilidad de los procesos adversos sufridos y disminuya la medicina defensiva que provoca la situación actual. Por último, estuvieron de acuerdo al afirmar que los Colegios de Médicos deberían facilitar y promover canales de comunicación por parte de los médicos de aquellas situaciones que pueden desembocar en situaciones peligrosas para la seguridad del paciente. 

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