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Voces desde el terreno: la dignidad, la ética y la verdad como los pilares de la comunicación humanitaria

La jornada del viernes del V Congreso de Cooperación Internacional de la OMC abrió con la mesa titulada “Límites éticos de la comunicación en proyectos humanitarios”, que estuvo moderada por Rosa Arroyo Castillo, oftalmóloga, voluntaria y vicepresidenta segunda de la FCOMCI y la OMC. En este foro participaron Amaia Iguaran Bonilla, vicepresidenta y responsable de política y género en Salvamento Marítimo Humanitario – Aita Mari; Pilar Kaltzada González, periodista y presidenta de Save the Children; Patricia Simón Carrasco, escritora y periodista especializada en conflictos y crisis humanitarias, que intervino de forma online; y Pilar Sánchez Márquez, enfermera y fisioterapeuta, cooperante del Comité Internacional de la Cruz Roja en países como Bangladesh, Siria y Gaza.

Patricia Simón reivindica la dignidad y la memoria en la cobertura de crisis humanitarias

La periodista y escritora especializada en crisis humanitarias Patricia Simón abrió la mesa sobre los límites éticos de la comunicación en proyectos humanitarios con una reflexión profunda sobre el papel del periodismo en la defensa de los derechos humanos y la dignidad de las personas que sufren crisis humanitarias.

Simón destacó que la mayoría de las coberturas internacionales sobre emergencias y conflictos no cuentan con el respaldo de grandes medios, sino que son realizadas por periodistas independientes “que trabajamos movidos por un compromiso ético, no por encargo de una redacción”. Subrayó que este compromiso con la verdad y el respeto guía su labor: “Raramente he visto vulnerado el derecho de las personas a decidir cómo y cuándo quieren contar su historia”.

A través de su experiencia en distintos lugares la periodista relató cómo el acto de contar y ser escuchado se convierte en una forma de reparación y de justicia simbólica: “Cuando una persona logra poner palabras a lo que ha vivido, está empujando al olvido a quienes quieren borrar sus delitos”.

Simón denunció además la impunidad y el silencio mediático que rodean muchas de estas crisis y la represión contra la prensa local, como en Gaza, donde más de 260 periodistas han sido asesinados, la cifra más alta desde la II Guerra Mundial. Criticó también el filtro editorial que decide qué imágenes mostrar al público: “Nos corresponde preguntarnos quiénes somos nosotros para decidir qué hiere la dignidad, cuando son las propias familias quienes graban y difunden las pruebas del horror para que el mundo no mire hacia otro lado”.

La periodista cerró su intervención con una llamada a la responsabilidad colectiva: “Informar es esencial, pero también lo es que la ciudadanía recoja el testigo de esas historias. No podemos normalizar el dolor ajeno ni mirar hacia otro lado. Informarse debe ser un acto de compromiso y de reparación”.

Pilar Kaltzada: “La comunicación debe ser un ejercicio de honestidad y transformación”

La periodista y presidenta de Save The Children Pilar Kaltzada reflexionó sobre los dilemas éticos y la responsabilidad de quienes comunican en contextos humanitarios. Kaltzada comenzó agradeciendo el espacio de confianza que ofrecía el Congreso y propuso “abrir la trastienda del debate ético” que acompaña a la comunicación en el ámbito humanitario: “Las audiencias suelen ver solo el resultado final, pero no perciben la reflexión y las tensiones que hay detrás de cada decisión comunicativa”.

Partiendo del informe de UNICEF sobre la infancia en conflictos armados, alertó de que más de 520 millones de niños viven hoy en zonas de guerra, el número más alto desde la Segunda Guerra Mundial, y que las violaciones graves contra la infancia han aumentado un 373%. Con estos datos, propuso una metáfora para describir la situación informativa actual: “Cuando hay inundaciones, a pesar de estar rodeados de agua es urgente conseguir agua potable, pues ahora estamos rodeados de información, pero nos falta información potable. Necesitamos información ética, con valores y propósito”.

Defendió que la comunicación “no puede aspirar a una falsa objetividad” y que debe tener un propósito transformador, especialmente en un momento en que “hemos desarrollado la capacidad de inventar el mundo como nos interesa”.

La comunicadora subrayó la importancia de contar lo que duele sin vulnerar la dignidad de quienes sufren, relatando dilemas reales que viven las organizaciones humanitarias: “En un centro infantil en Gaza, una imagen de un niño sonriendo puede parecer esperanzadora, pero también puede interpretarse como banalizar el horror. Decidir qué mostrar y cómo hacerlo es una responsabilidad ética enorme”.

Kaltzada explicó que la comunicación en cooperación debe equilibrar constantemente la necesidad de movilizar recursos y audiencias con la fidelidad al testimonio y la protección de las personas retratadas. “Hay una negociación permanente entre los equipos de terreno, los comunicadores y las organizaciones. La ética consiste en tejer esas diferencias sin romper el hilo de confianza que nos une”, afirmó.

En su intervención, llamó a contar no solo las emergencias, sino también las causas estructurales que las provocan, y reivindicó una comunicación que revele las desigualdades y contribuya a transformarlas: “Si solo mostramos el dolor sin explicar por qué ocurre, estamos reforzando la pasividad, no el cambio”.

Kaltzada concluyó defendiendo que la comunicación es también una herramienta de esperanza: “Contar lo que duele, pero explicar también por qué nos duele y cómo podemos cambiarlo. Esa es la esencia de una comunicación transformadora”.

Amaia Iguarán denuncia la criminalización del rescate en el Mediterráneo: “Nosotras no traficamos con personas, rescatamos vidas”

La portavoz de Aita Mari – Salvamento Humanitario Marítimo (SMH), Amaia Iguarán, relató cómo el barco Aita Mari, de bandera española, continúa realizando operaciones de rescate pese a las crecientes dificultades impuestas por algunos gobiernos europeos: “Nos enfrentamos a que nos detengan, a que nos retengan el barco en Italia o a sanciones de hasta 300.000 euros. Nos criminalizan por salir a salvar personas”.

En su intervención, subrayó que el equipo de SMH evita conscientemente términos como “héroes” o “salvavidas” en su comunicación. “Las verdaderas heroínas y héroes son quienes se suben a una patera, muchas veces con sus bebés, sabiendo que quizá no volverán a verlos. Nosotras solo tratamos de que lleguen vivos a puerto”.

Iguarán explicó el procedimiento de rescate y la atención que ofrecen a bordo del Aita Mari, un antiguo barco pesquero adaptado para misiones humanitarias. Allí, las personas rescatadas son tratadas como “personas invitadas” y reciben atención médica, alimentos y abrigo. “La mayoría llegan con hipotermia, sarna, desnutrición o tras días sin beber ni comer. Pero también con traumas profundos: casi todas las mujeres han sido violadas, muchas de ellas repetidamente durante el trayecto”, explicó.

Iguarán destacó también el papel educativo y de sensibilización de SMH en España: “Trabajamos con institutos y universidades para desmontar los bulos sobre migración y combatir el discurso racista y xenófobo que está calando, especialmente entre los jóvenes”. Recordó que muchas de las personas rescatadas “son médicos, periodistas, ingenieros o peluqueras que huyen de contextos desesperados, no delincuentes”.

La portavoz denunció la criminalización política y mediática que sufren las ONG de rescate: “Nos acusan de ser cooperadores necesarios de las mafias, cuando lo único que hacemos es impedir que se ahoguen. Nosotras no traficamos con personas, rescatamos vidas”.

Por último, alertó del impacto del nuevo Pacto Migratorio Europeo, que endurece las condiciones de rescate y desembarco: “Nos están complicando cada vez más las operaciones. Pero no vamos a callarnos ni a desfallecer, porque callar sería aceptar la injusticia”.

Iguarán cerró su intervención con una frase que resume el espíritu del Aita Mari: “No nos fuimos a casa cuando nos dispararon ni cuando quisieron pararnos. Porque, gracias a quedarnos, pudimos salvar a 185 personas. Entre ellas, un bebé de tres semanas que su madre había protegido con un plástico para que no se hundiera”.

Pilar Sánchez Márquez: “La comunicación puede ser una cuestión de seguridad en contextos de guerra”

La cooperante Pilar Sánchez Márquez, enfermera del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), compartió su experiencia en misiones en Siria y Gaza, donde la comunicación no solo se convierte en un reto profesional, sino también en una cuestión de seguridad y supervivencia.

“Cualquier movimiento que hacíamos estaba monitorizado. No podíamos reunirnos con otras organizaciones libremente, porque cualquiera de las dos partes podía interpretarlo como un ataque a sus intereses. Podíamos perder credibilidad o incluso ser expulsados del país”, explicó.

La cooperante insistió en que, en estos entornos, mantener la neutralidad es esencial para poder seguir trabajando, aunque a veces resulte extremadamente difícil. “En Gaza, esa neutralidad se pone constantemente a prueba. Pero si no la mantenemos, podemos ser vetados de futuras misiones o no poder entrar de nuevo en la franja. Los límites a la comunicación afectan tanto a los periodistas como a los trabajadores humanitarios”, afirmó.

“En Israel todo está muy controlado. Nuestros dispositivos pueden ser duplicados al salir de la franja. Por eso tenemos que medir con extremo cuidado cualquier información o fotografía, porque podríamos poner en riesgo a nuestros beneficiarios o comprometer nuestra seguridad”.

Explicó que incluso las fotografías cotidianas —un gesto habitual entre sanitarios en otras misiones— pueden ser malinterpretadas: “Si un paciente se hace una foto contigo y después es considerado objetivo militar, esa imagen puede verse como una muestra de complicidad con un terrorista. Ese simple gesto puede poner en riesgo nuestra neutralidad y nuestro trabajo”.

La cooperante destacó el impacto psicológico que estas situaciones generan en los equipos: “Tras los últimos intercambios de rehenes, muchos compañeros cerraron sus redes sociales por miedo a ataques o hackeos. La exposición pública puede ser devastadora”.

Además, compartió su experiencia en el campo de refugiados de Al-Hol, también en el noreste de Siria, un lugar especialmente sensible donde conviven refugiados sirios e iraquíes junto a las familias de antiguos combatientes del ISIS. “Llegar allí como una mujer europea con un emblema de la Cruz Roja no es fácil. El principio de la imparcialidad es clave: los pacientes perciben cuando no lo mantienes, y si no te ven neutral, no se dejan asistir”.

Sánchez Márquez subrayó que, más allá del idioma, la comunicación en estos contextos se basa en la escucha, el respeto y la empatía. Gracias a esa confianza, pudo recoger testimonios de mujeres que denunciaron abusos en el campo y canalizar esas denuncias a los equipos adecuados.

Finalmente, Sánchez Márquez subrayó que la comunicación no es un aspecto accesorio de la cooperación, sino un elemento esencial para garantizar una asistencia sanitaria digna y segura. “Los pacientes entienden perfectamente cómo nos comunicamos. Con una comunicación basada en el respeto y la escucha se puede llegar muy lejos, incluso en los lugares más difíciles”.

Al final de la mesa se hizo una conexión con Huda Emad Hegazi, reportera española y gazatí de 27 años nacida en Linares, que durante estos dos años ha sido la voz en español desde Gaza para medios y redes sociales. Relató el cansancio y la frustración de cubrir una guerra interminable, el sentimiento de impotencia ante la falta de cambios y el peso de ser, al mismo tiempo, ciudadana y reportera en un territorio asediado.

A pesar de haber tenido dos oportunidades para salir de Gaza, decidió quedarse: “Me quedé por compromiso profesional y por obligación humanitaria”, dijo con serenidad. Su intervención fue un recordatorio del poder transformador del periodismo y de la responsabilidad de quienes cuentan el sufrimiento humano desde el lugar en que ocurre.

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