viernes, diciembre 5, 2025

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Víctor Pedrera, secretario general de CESM: Los médicos hemos dicho ¡¡BASTA!!

En los últimos meses me han preguntado en numerosas ocasiones por qué hemos ido a la huelga los médicos y facultativos, y la respuesta creo que es muy simple; por hartazgo y por dignidad, porque nos hemos cansado de ver cómo el maltrato institucional se iba recrudeciendo a lo largo de los últimos años y porque la vocación parecía ser el papel en blanco que lo aguantaba todo mientras se iba cargando sobre las espaldas de los profesionales el mantenimiento de un sistema sanitario que empeoraba poco a poco sus condiciones laborales. Casi con resignación hemos asumido jornadas muy superiores a las del resto de trabajadores, recortes salariales discriminatorios, sobrecarga asistencial por plantillas mal dimensionadas, un abandono de la salud de los profesionales y una imposibilidad de conciliar la vida personal y laboral que ha forzado a muchos compañeros a abandonar su profesión o a buscar destinos que al menos respetaran unos mínimos exigibles.

Sin embargo, hemos llegado a un punto de no retorno en el que los médicos hemos dicho ¡¡BASTA!!, y ese ha sido el borrador de Estatuto Marco que ha pretendido aprobar el Ministerio de Sanidad, que no sólo no ha tenido en cuenta nuestras reivindicaciones para mejorar la situación, sino que además, tal como se ha diseñado, era un nuevo desprecio a la profesión. Y ha sido esta propuesta la que ha puesto de acuerdo a todo el colectivo para mostrar activamente su rechazo en una campaña de movilizaciones que acumula ya casi un año de duración, de la que forma parte esta huelga nacional de 4 días consecutivos.

Han sido muchos los meses de trabajo interno, de tender la mano al diálogo, de encuentros con el ministerio confiando en que hubiera una voluntad real de llegar a acuerdos, y de aumento gradual de la tensión en las movilizaciones. Pese a las numerosas reuniones, la última propuesta que ha facilitado el ministerio sigue ahondando en una discriminación del colectivo médico que no podemos asumir.

Nos resulta complicado comprender que teniendo al frente precisamente a una médica de profesión, Sanidad se mantenga en su voluntad de equiparar a graduados a los que se les exigen 360 créditos de formación con otros a los que les basta con 240 con formación especializada, sin tener en cuenta el nivel de responsabilidad de unos y otros, sin diferenciar a titulados de MECES III de los de MECES II. No se trata de corporativismo, sino de reconocimiento a los requisitos de formación y responsabilidad del médico, pilares de la garantía de calidad asistencial que después se presta a los pacientes.

Tampoco podemos permitir un régimen de incompatibilidades discriminatorio, y al mismo tiempo retribuciones diferentes por el mismo trabajo. En un sistema de salud en el que la fuga de médicos es uno de sus principales problemas, como estamos viendo, es contraproducente añadir más trabas a la retención de talento imponiendo estas condiciones. Y lo mismo ocurre con la movilidad forzosa, que se mantiene bajo la eterna premisa polivalente de las “necesidades del servicio” como herramienta para someter al colectivo médico a condiciones laborales injustas y discriminatorias respecto al resto de categorías profesionales.

Una mención aparte merece la jornada laboral del médico, que pese a numerosos anuncios maquillados y mientras el Ministerio de Trabajo defiende la reducción general para el resto de trabajadores, sigue sin regularse como reclamamos, siendo muy superior en el colectivo médico. Sanidad se niega a calificar la jornada de guardia como actividad extraordinaria, a garantizar que su retribución sea por encima de la de la hora ordinaria, a que esas horas computen como tiempo trabajado para la jubilación y a fijar un calendario claro y bien definido para la implantación hasta que se establezca la voluntariedad, sabedora de que ésta depende fundamentalmente de las condiciones retributivas y laborales de las mismas y manteniendo su pretensión de que la guardia médica siga siendo el mecanismo para garantizar una asistencia completa a la población con plantillas insuficientes de profesionales. Por tanto, no contamos con garantías suficientes para que no se siga obligando a los compañeros a realizar jornadas semanales de más de 45 horas apelando a ese comodín de las ‘necesidades del servicio’ que se mantiene intacto.

La importancia de estas cuestiones y de poder negociarlas sin restricciones ni condicionantes queda perfectamente recogida en una de nuestras principales reivindicaciones, que es la de contar con un estatuto propio que regule nuestras especiales condiciones de trabajo y, por tanto, tener un Ámbito de Negociación propio. El ministerio se ha negado desde un principio a esta posibilidad, y parece no entender que el colectivo necesita una interlocución directa que impida que su voz, minoritaria por representación, se diluya entre la del resto de sindicatos profesionales.

De poco nos sirve la propuesta de agrupar en un capítulo específico las normas que regulen aspectos laborales exclusivos del médico ni la última oferta de crear mesas técnicas exclusivas si la composición de esas mesas es la misma que la de la mesa sectorial donde los sindicatos escasamente representativos en el colectivo médico -y en ocasiones con intereses contrarios- tienen más capacidad de decisión.

La lista de motivos puede alargarse señalando los obstáculos para contar con una jubilación anticipada parcial y voluntaria sin merma económica, la regulación adecuada de las situaciones de incapacidad temporal o el prorrateo de guardias, la salud laboral, la modificación de la normativa de los residentes o el desarrollo profesional continuo. Se trata de un amplio abanico de aspectos que afectan a toda la profesión médica, desde los estudiantes de Medicina hasta los decanos de las facultades, pasando por colegios oficiales, sociedades científicas y sindicatos, todos ellos representados en el Foro de la Profesión. El colectivo entero ha mostrado su oposición a la norma y ha ido secundando de manera progresiva las primeras concentraciones, las manifestaciones, los actos de protesta y las dos jornadas previas de huelga convocadas. El siguiente paso son estos cuatro días consecutivos en los que de nuevo animamos a los profesionales a participar. Lo hacemos por defender unas mejores condiciones laborales para los médicos, una mejora de la calidad asistencial que se presta a los pacientes y una sostenibilidad del sistema sanitario que tantos elogios ha recabado durante años.

Víctor Pedrera

Secretario general de CESM

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