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“Una ventana abierta cuando se cierra una puerta”, el testimonio de una viuda riojana que ha recibido apoyo de la Fundación para la Protección Social de la OMC

La historia de Pilar Bengoa, viuda del doctor Pablo Pereda González, médico especialista en Educación Física y el Deporte, es un ejemplo de cómo la solidaridad médica puede cambiar y reconstruir vidas.

Tras el fallecimiento repentino de su marido en 2014, Pilar se enfrentó a una situación de enorme dificultad económica y personal. En ese momento, la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC) se convirtió en su principal apoyo.

El doctor Pereda ejercía la medicina privada y su trabajo se centraba en la rehabilitación a través del deporte, una disciplina en la que fue pionero en La Rioja y que le llevó incluso a colaborar con entidades deportivas, bomberos y deportistas paralímpicos. “Era una persona inquieta, generosa y entregada a sus pacientes. Siempre buscaba lo mejor para ellos, aunque eso significara enviarlos a otros especialistas”, recuerda su viuda emocionada.

La vida de la familia cambió de forma radical el 24 de agosto de 2014, cuando Pablo falleció de forma repentina a los 57 años a causa de una aneurisma de aorta. En aquel momento, sus tres hijos estaban aún estudiando: el mayor en Taiwán, el segundo cursando Medicina en Bilbao y el pequeño a punto de empezar Bachillerato. Pilar, que trabajaba junto a su marido en su consulta, se encontró de un día para otro sin ingresos, sin derecho a pensión de viudedad y con tres hijos que dependían de ella.

“Fue una situación durísima. No sabía cómo íbamos a salir adelante”, explica. Entonces recibió la llamada de Inmaculada Martínez, presidenta del Colegio de Médicos de La Rioja, que la puso en contacto con la FPSOMC. A partir de ese momento, la Fundación comenzó a prestar apoyo económico a Pilar y a sus hijos.

“Recibí una ayuda como viuda y mis hijos obtuvieron ayudas para continuar sus estudios universitarios y de bachillerato. Gracias a eso, pudimos seguir adelante”, explica agradecida. Actualmente, Pilar sigue recibiendo una ayuda mensual de la Fundación, que se revisa cada año con la correspondiente documentación. “Estoy encantada. Es una tranquilidad saber que puedo contar con ese respaldo. Sin la Fundación, no habría podido salir adelante”.

Con gran serenidad, Pilar subraya el valor del espíritu solidario que sostiene a la FPSOMC: “Todo esto es posible gracias a las aportaciones de los médicos. Si no existiera esa solidaridad, la Fundación no podría ayudar a tantas familias”.

Uno de sus hijos siguió los pasos de su padre y hoy trabaja como nefrólogo en el Hospital San Pedro de Logroño. “Me dice: Mamá, yo también pago tu pensión’. Y tiene razón —afirma Pilar sonriendo—. Yo animo a todos los médicos a que aporten, porque nunca sabemos lo que puede pasar”.

Para Pilar, la ayuda de la Fundación ha significado mucho más que un apoyo económico: “La Fundación fue una ventana abierta cuando se cerró una puerta. Me devolvió la esperanza en un momento en el que todo parecía perdido”.

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