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Tener y no tener: Cuando el género decide más que el talento

  • Reflexiones sobre el Informe de la OCDE: ‘To Have and Have Not – How to Bridge the Gap in Opportunities

Garantizar que todas las personas tengan una oportunidad real de prosperar con independencia de su origen es uno de los pilares fundamentales de las democracias modernas. No se trata solo de una cuestión ética, sino de una condición indispensable para el crecimiento económico sostenible, la cohesión social y la confianza ciudadana en las instituciones.

El último informe de la OCDE, To Have and Have Not – How to Bridge the Gap in Opportunities (2025), ofrece un diagnóstico riguroso y preocupante: una parte sustancial de la desigualdad no se explica por el mérito o el esfuerzo, sino por circunstancias heredadas que escapan al control individual.

Según el informe, en promedio en los países de la OCDE más de una cuarta parte de la desigualdad de ingresos de mercado se debe a factores como el sexo, el origen social o el lugar de nacimiento. En algunos países esta proporción supera el 35%. Es decir, muchas ventajas y desventajas económicas no se construyen a lo largo de la vida, sino que se heredan. El origen familiar continúa siendo el principal determinante de las oportunidades vitales, explicando más del 60% de la desigualdad de oportunidades en la mayoría de los países analizados.

El informe introduce además un nuevo indicador de desigualdad de oportunidades, basado en avances metodológicos recientes y en el enfoque del “igualitarismo de la suerte”, que distingue entre desigualdades atribuibles a decisiones personales y aquellas derivadas de circunstancias ajenas a la voluntad individual. Este nuevo enfoque conecta mejor con la percepción social de justicia y refuerza la idea de que la acción pública debe centrarse en corregir las desventajas estructurales.

Uno de los hallazgos más relevantes del informe es que el género es, con mucha diferencia, el factor individual que más contribuye a la desigualdad de oportunidades, especialmente cuando se analizan los ingresos a nivel individual. Aunque parte de estas diferencias se diluyen al observar los ingresos del hogar, reaparecen con fuerza en el mercado de trabajo, evidenciando desigualdades persistentes en salarios, trayectorias profesionales y acceso a posiciones de responsabilidad. La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres sigue siendo, por tanto, uno de los grandes retos pendientes.

El territorio es otro factor determinante. El lugar donde una persona nace y crece condiciona de forma duradera su acceso a la educación, al empleo y a los servicios esenciales. Las desigualdades geográficas dentro de los países son profundas y persistentes: en algunas regiones el riesgo de pobreza puede ser hasta diez veces mayor que en otras. Las zonas rurales y los territorios menos dinámicos presentan peores resultados educativos, transiciones más difíciles al empleo y mayores carencias en infraestructuras básicas como la sanidad, el transporte público o la conectividad digital.

En este contexto, el papel de la sanidad resulta esencial. El informe recuerda que el acceso equitativo a servicios sanitarios de calidad no solo mejora los resultados en salud, sino que es un pilar fundamental de la igualdad de oportunidades. El modelo sanitario español, basado en la universalidad, la equidad y la cohesión territorial, constituye uno de los principales amortiguadores de las desigualdades sociales y territoriales. La Organización Médica Colegial (OMC) ha defendido históricamente que una sanidad pública fuerte no es solo una política social, sino una inversión estructural en cohesión, productividad y justicia social.

Sin embargo, garantizar la igualdad de oportunidades exige una visión de Estado a largo plazo. El informe de la OCDE pone de manifiesto que las políticas redistributivas han sido más eficaces reduciendo la desigualdad de resultados que eliminando las barreras estructurales de origen. De ahí la necesidad de un Pacto de Estado por la Sanidad, que debería extenderse también a la Educación y a la Justicia, como pilares inseparables de un verdadero terreno de juego equilibrado. Sin una educación accesible y de calidad desde la primera infancia, sin un sistema judicial ágil y equitativo, y sin una sanidad universal y bien dotada, la igualdad de oportunidades se convierte en una promesa vacía.

En este esfuerzo colectivo, el papel de las profesiones es clave. Unión Profesional, como espacio de encuentro de las corporaciones colegiales, representa un activo estratégico para avanzar en cohesión social y reducción de desigualdades. Las profesiones aportan conocimiento experto, compromiso ético y una presencia territorial capilar que permite detectar desigualdades reales y proponer soluciones basadas en la evidencia. La colaboración entre instituciones públicas y profesiones colegiadas es una vía imprescindible para diseñar políticas más justas y eficaces.

Cerrar la brecha de oportunidades no es solo una cuestión de equidad social; es una condición para sociedades más resilientes, innovadoras y democráticas. Como subraya la OCDE, desaprovechar el talento por razón de género, origen o territorio empobrece a toda la sociedad. Reforzar la sanidad, la educación y la justicia, con el concurso activo de las profesiones, es una apuesta estratégica para que el esfuerzo vuelva a ser, de verdad, un camino posible para todos.

Tomás Cobo Castro

Presidente de la Organización Médica Colegial

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