miércoles, abril 30, 2025

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Dra. Pilar Rodríguez: «La Medicina rural es esencial para garantizar el derecho a la salud en condiciones de equidad en todo el territorio»

La presidenta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Dra. Pilar Rodríguez, pone de relieve la importancia de la Medicina en el ámbito rural como garantía de equidad en todo el país en esta entrevista con motivo del Día de la Atención Primaria.

¿Cree que el actual modelo de atención primaria está en crisis? ¿Por qué?

Más que hablar de una crisis exclusiva de la atención primaria, creo que estamos ante una crisis del sistema sanitario en su conjunto. Un modelo que se diseñó en otro tiempo, para otra realidad demográfica, epidemiológica y tecnológica, y que no se ha reformulado en profundidad. Esta falta de actualización estructural ha hecho que la parte más vulnerable del sistema, la AP, sea quien acuse con más crudeza las consecuencias: falta de recursos, sobrecarga, pérdida de atractivo profesional y dificultades para ejercer con calidad.

La AP no ha fallado; ha resistido. Pero no se puede seguir sosteniendo un sistema sanitario centrado en lo hospitalario, en lo curativo y en lo reactivo, cuando lo que necesitamos es un sistema centrado en la salud, en lo comunitario y en la prevención. Ya no basta con seguir analizando el problema: llevamos años haciéndolo. Es el momento de implementar las soluciones que ya se han identificado con claridad y reorientar el sistema desde la base, con visión estratégica y compromiso político real.

¿Qué aspectos considera que han empeorado en la atención primaria en los últimos 15 años? ¿Cuáles han mejorado?

En los últimos 15 años hemos visto un progresivo deterioro en varios frentes: agendas cada vez más saturadas, incremento de tareas burocráticas, pérdida de tiempo clínico, envejecimiento de las plantillas sin relevo generacional y dificultades para garantizar la continuidad asistencial. Todo esto ha generado una sobrecarga estructural que ha mermado tanto la calidad de la atención como la salud emocional de los profesionales.

Sin embargo, también han existido avances: una mayor incorporación de herramientas digitales, el crecimiento de la investigación en AP, una conciencia más extendida sobre su papel fundamental en la sostenibilidad del sistema y una presencia más activa en la formación de nuevos profesionales. La pandemia también visibilizó el valor insustituible de la atención primaria, aunque ese reconocimiento social aún no se ha traducido en una transformación estructural.

¿Volvería a elegir Medicina de Familia? ¿Por qué?

Rotundamente sí. Volvería a elegir Medicina de Familia porque representa una manera de entender la Medicina profundamente humana, integral y transformadora. Nos permite acompañar a las personas a lo largo de toda su vida, no solo desde la enfermedad, sino desde la promoción activa de su salud. Es una especialidad que, bien entendida y bien apoyada, tiene el mayor potencial de impacto poblacional, de equidad y de sostenibilidad del sistema sanitario.

Lo que falla no es la vocación ni la especialidad: lo que falta es un entorno que permita desarrollarla en plenitud, con autonomía, con recursos, con liderazgo y con condiciones dignas. Si somos capaces de eso, no sólo más profesionales querrán elegirla, sino que más personas recibirán la atención que necesitan y merecen.

¿Qué medidas considera urgentes para mejorar la AP a corto plazo?

Hay que pasar a la acción. Las medidas urgentes están identificadas desde hace tiempo. Lo que falta es voluntad y capacidad para implementarlas. Algunas de las más prioritarias son:

  • Ajustar agendas para permitir una atención segura, personalizada y de calidad.
  • Reducir drásticamente la burocracia, que consume un porcentaje inasumible de nuestro tiempo.
  • Mejorar las condiciones laborales y contractuales de los profesionales, especialmente de los más jóvenes.
  • Dotar a los centros de salud de acceso ágil a pruebas diagnósticas y recursos tecnológicos, vinculados simplemente a la necesidad de los pacientes.
  • Reconocer e incentivar el trabajo en zonas rurales y de difícil cobertura.

Pero todas estas medidas deben enmarcarse en una lógica de cambio sistémico. No podemos seguir tratando los síntomas de un modelo agotado: hay que intervenir sobre sus causas estructurales.

¿Qué cambios estructurales cree que serían necesarios a medio y largo plazo?

A medio y largo plazo, es imprescindible una reorientación profunda del modelo sanitario. Algunos cambios clave serían:

  • Pasar de un sistema centrado en la enfermedad a uno centrado en la salud. Esto implica actuar más en prevención, promoción y educación para la salud.
  • Dotar a la Atención Primaria del liderazgo organizativo y presupuestario que necesita para coordinar eficazmente el resto de niveles asistenciales, así como para coordinarse con los recursos sociales, más allá de lo sanitario.
  • Fomentar equipos multi e interdisciplinares estables y cohesionados, con una visión comunitaria y no meramente asistencial.
  • Invertir en formación, docencia e investigación desde la AP, reforzando su papel como espacio de conocimiento y excelencia clínica.
  • Reformular la gobernanza sanitaria, dando más autonomía a los centros de salud y facilitando la innovación organizativa y profesional.

Si no hacemos esto, el sistema seguirá siendo reactivo, ineficiente y cada vez más desigual. Pero si lo hacemos, podemos construir un modelo más proactivo, justo y sostenible.

¿Hay futuro para la Medicina rural?

Sí, sin duda. Pero ese futuro no vendrá por inercia: hay que construirlo. La Medicina rural es esencial para garantizar el derecho a la salud en condiciones de equidad en todo el territorio. Además, ofrece una Medicina auténtica, cercana, resolutiva, con gran valor comunitario y humano.

Lo que necesita es una estrategia clara: con incentivos adecuados, condiciones laborales atractivas, acceso a tecnologías, formación específica y políticas de arraigo. La medicina rural no es un problema: es una oportunidad. Pero hay que tratarla como tal y no como un apéndice del sistema.

¿Cómo ven el futuro de la medicina de familia en España dentro de 10 o 20 años?

El futuro está por definir, y depende de las decisiones que tomemos hoy. Si seguimos sin afrontar los cambios estructurales necesarios, corremos el riesgo de que la medicina de familia pierda su esencia y su papel central, quedando relegada a una función puramente resolutiva y desprovista de contenido clínico, comunitario y preventivo.

Pero si apostamos de verdad por ella —con inversión, con reformas estructurales, con liderazgo profesional—, puede convertirse en el eje vertebrador de un sistema centrado en las personas y orientado a la salud. La medicina de familia puede y debe liderar el cambio de paradigma que el siglo XXI nos exige. Tiene el conocimiento, la capacidad y la legitimidad social para hacerlo.

Ahora toca pasar de los discursos a los hechos.

La Atención Primaria no necesita más planes estratégicos escritos que acaben en un cajón. Necesita decisiones valientes y sostenidas en el tiempo. Es hora de dejar de verla como un gasto y empezar a verla como una inversión en salud, cohesión social y sostenibilidad del sistema. Porque no hay sistema sanitario fuerte sin una Atención Primaria sólida, y no hay sociedad saludable sin un enfoque preventivo y comunitario.

Además, necesitamos reconstruir la narrativa en torno a la medicina de familia: dejar de enfocarnos solo en lo que falta y empezar a visibilizar lo que aporta. Es una especialidad de vanguardia, que combina ciencia, cercanía y visión global de la persona. No es una medicina menor: es la gran medicina de los grandes retos del siglo XXI. Si el sistema sanitario quiere tener futuro, ese futuro empieza en la Atención Primaria.

Desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), renovamos cada día nuestra apuesta decidida por la Medicina de Familia como eje vertebrador del sistema sanitario. Defendemos una Atención Primaria fuerte, resolutiva, innovadora y con liderazgo clínico y social. Trabajamos activamente para dignificar nuestra profesión, impulsar la formación, promover la investigación desde el primer nivel y reforzar el papel de los profesionales como referentes de salud en sus comunidades. Porque creemos, sin fisuras, que la Medicina de Familia no es solo imprescindible: es el motor del cambio hacia un sistema más humano, más justo y más centrado en las personas, hacia la verdadera medicina personalizada.

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