martes, octubre 28, 2025

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Pilar Kaltzada, presidenta de Save The Children: “La comunicación tiene poder, puede alimentar la indiferencia o despertar la conciencia»

Médicos y Pacientes entrevista a Pilar Kaltzada, periodista y presidenta de Save the Children, que participará en el V Congreso de Cooperación Internacional de la Fundación para la Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial, los próximos días 6 y 7 de noviembre en San Sebastián. En la entrevista, Kaltzada reflexiona sobre los retos de comunicar en contextos humanitarios y destaca la importancia de poner a la infancia en el centro de las historias, defendiendo una comunicación ética que sensibilice sin dañar.

Como periodista y presidenta de Save the Children, creo que el mayor reto está en contar sin dañar. En los contextos humanitarios trabajamos siempre en el límite entre la necesidad de mostrar y la obligación de proteger. Las imágenes y los relatos pueden sensibilizar, pero también pueden vulnerar.

Por eso, en Save the Children situamos la ética en el centro de la comunicación. Tenemos principios claros que guían todas las decisiones: poner a los niños y niñas en el centro de las historias, crear las condiciones para que hablen con su propia voz y asegurarnos de que los relatos sean representativos y equilibrados, huyendo de sensacionalismos y de miradas que parten, en ocasiones, de nuestros propios prejuicios. No buscamos el impacto fácil, sino la comprensión profunda.

Contar no puede ser un acto de apropiación. La infancia no es un recurso narrativo, sino protagonista de sus historias, tanto de las más crudas y dolorosas como de las de empoderamiento y capacidades. En algunos casos, el gesto más responsable no es publicar una imagen, sino decidir no hacerlo. Comunicar éticamente significa asumir esa responsabilidad, incluso cuando el silencio tiene más valor que la exposición.

¿Cómo pueden las ONG garantizar que la voz de la infancia sea escuchada sin exponerles a riesgos o vulneraciones de su privacidad?

El punto de partida es siempre el mismo: no causar daño. En Save the Children aplicamos este principio a todas las dimensiones de nuestro trabajo, también a la comunicación. Escuchar a la infancia implica protegerla, y eso significa establecer límites claros para evitar cualquier exposición innecesaria o riesgo.

Contamos con una política global de salvaguarda que sitúa el bienestar de los niños y niñas por encima de cualquier otro interés, incluso del impacto que pueda tener una historia. Ninguna publicación, por potente que sea, justifica ponerles en peligro.

También cuidamos mucho las miradas que se basan en estereotipos, imágenes preconcebidas que pueden dañar tanto como una exposición indebida. A veces se repite sin querer la imagen del niño víctima, triste o pasivo, y eso reduce su identidad a una sola dimensión. Frente a eso, procuramos mostrar historias completas: niñas y niños que, aun viviendo situaciones difíciles, tienen voz, capacidad y esperanza.

Nuestro objetivo es que cada historia se convierta en una experiencia positiva y respetuosa para quienes participan en ella, y que comprendan el impacto positivo que su testimonio puede tener para otros niños y niñas.

Escuchar a la infancia implica protegerla, y eso significa establecer límites claros para evitar cualquier exposición innecesaria o riesgo

¿Cree que los medios de comunicación priorizan el enfoque en la infancia cuando informan sobre crisis humanitarias, o todavía se centra la narrativa en cifras y tragedias generales?

La infancia es la gran olvidada de todas las crisis. Es el grupo que más sufre sus consecuencias —en vidas, en derechos, en futuro— y, sin embargo, rara vez ocupa el centro del relato. Cuando una crisis estalla, los titulares hablan de cifras, de batallas o de desplazamientos masivos, pero pocas veces de lo que todo eso significa para un niño o una niña.

Algunos datos ayudan a entender la magnitud del olvido: en 2025, más de 300 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria, y dos tercios de ellas son niños y niñas. Cada día, 20.000 menores son desplazados por causas climáticas, y uno de cada cinco vive en zonas de conflicto armado. En total, 183 millones de niños y niñas enfrentan la triple amenaza de pobreza, conflicto y crisis climática.

Y aun así, apenas aparecen en las portadas. Las imágenes se centran en la destrucción, no en quienes la sufren. Falta contexto, falta empatía y, sobre todo, falta continuidad. La infancia desaparece del foco mediático tan rápido como la noticia pierde novedad.

Cuando contamos sus historias desde Save the Children, intentamos ir más allá del dato. Detrás de cada cifra hay un niño que sigue yendo a clase entre ruinas, una madre que improvisa un refugio, una comunidad que busca mantener la esperanza. Contar la infancia no es un recurso emocional, es una obligación ética.

¿Qué aprendizajes han surgido de campañas de comunicación que no funcionaron como se esperaba y cómo se ajustaron?

En comunicación, a veces se aprende más de lo que no funciona que de lo que sale bien. En Save the Children hemos comprobado que la clave está en escuchar, medir y reaccionar a tiempo. Las audiencias cambian muy rápido, y lo que generaba impacto hace unos años hoy puede generar rechazo o indiferencia. En un entorno hipersaturado de información, cada segundo de atención cuesta y vale.

El primer aprendizaje es la flexibilidad: no hay un único lenguaje válido. Las campañas deben adaptarse a públicos distintos, especialmente en un entorno tan fragmentado y saturado. También hemos aprendido a combinar emoción y evidencia: los mensajes que perduran no son los que buscan el impacto inmediato, sino los que construyen confianza y muestran resultados tangibles.

Otro aprendizaje importante es el de la humildad comunicativa. No todas las historias necesitan ser contadas por nuestro equipo, por un lado, ni de la misma manera, por otro. En nuestro caso, en muchas ocasiones somos la voz de la infancia, pero nuestra misión es facilitar que las y los niños tomen la palabra por sí mismos. Las iniciativas que nos permiten acompañarles en cómo hacerlo de forma segura y eficaz son muy transformadoras. Comunicar no es ocupar espacio, sino compartirlo.

En un entorno saturado de imágenes e información, ¿Qué estrategias utiliza Save the Children para transmitir urgencia sin desensibilizar a la audiencia?

La urgencia forma parte de nuestra realidad cotidiana. Cada día convivimos con crisis simultáneas —guerras, desplazamientos, catástrofes climáticas— que compiten por la atención pública y mediática. Gestionar esa urgencia sin desbordar a la audiencia es uno de los mayores desafíos actuales.

En Save the Children intentamos hacerlo desde tres claves. La primera es adaptar el tono y el formato a cada público, manteniendo la coherencia del mensaje incluso en momentos de máxima presión informativa. La segunda es mostrar tanto la vulnerabilidad como la capacidad: no solo lo que se pierde, sino también lo que las comunidades logran sostener en medio del caos. Una imagen de una niña que vuelve al colegio tras un bombardeo transmite tanto la gravedad del contexto como la fuerza de la resiliencia.

La tercera clave es construir credibilidad y explicar el impacto real de cada acción. En escenarios donde todo parece urgente, la gente necesita saber qué cambia y por qué su apoyo marca una diferencia. Esa conexión entre urgencia y propósito evita la fatiga emocional y refuerza la confianza.

Comunicar en emergencia no es solo contar lo que pasa, sino dar sentido al desorden. La responsabilidad está en sostener la empatía sin saturar y en mantener viva la atención cuando el resto del mundo ya ha pasado página.

Comunicar en emergencia no es solo contar lo que pasa, sino dar sentido al desorden

¿Qué mensaje final le gustaría transmitir a los asistentes sobre el papel de la comunicación en defensa de los derechos de la infancia?

En la mesa en la que participo hablaremos de los límites éticos de la comunicación en contextos humanitarios, y me parece un punto de partida muy acertado, porque los límites no son una restricción: son un marco de responsabilidad. Comunicar sobre la infancia en contextos de crisis como los que forman parte de nuestro trabajo diario es un ejercicio permanente de equilibrio entre el deber de contar y la obligación de proteger.

En Save the Children vivimos ese dilema todos los días. Nuestra razón de ser es la defensa de los derechos de la infancia, y la comunicación forma parte de esa misión tanto como la acción humanitaria o la incidencia política. No se trata solo de dar a conocer lo que hacemos, sino de mover conciencia y transformar estructuras. Comunicar, en nuestro caso, es informar y cambiar el curso de las cosas.

Queremos visibilizar el sufrimiento, pero sin convertirlo en espectáculo; dar voz a la infancia, pero sin exponerla; provocar empatía, pero sin manipular emociones. Cada historia es una negociación entre la verdad y el cuidado, entre la urgencia de actuar y la ética de proteger.

Por eso defendemos una comunicación que sea, ante todo, ética, rigurosa y transformadora. Ética, porque parte del principio de no causar daño. Rigurosa, porque exige contexto y comprensión. Y transformadora, porque no se conforma con describir la herida, sino que busca cambiar las condiciones que la hacen posible.

La comunicación tiene poder: puede alimentar la indiferencia o despertar la conciencia. Necesitamos voces que se atrevan a mirar con profundidad, a contar lo que duele sin banalizarlo, y a hacerlo desde el respeto absoluto a la dignidad de quienes lo viven.

Al final, de eso trata nuestro trabajo: cuidar y cambiar al mismo tiempo. Cuidar lo que se muestra, cuidar a quien se muestra y cuidar también a quienes lo cuentan. Y cambiar, porque cada palabra, cada imagen y cada silencio pueden acercarnos a un mundo donde ninguna infancia tenga que sufrir para ser escuchada.


V Congreso de Cooperación Internacional de la Fundación para la Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (FCOMCI)

Este Congreso se presenta como una cita imprescindible para profesionales de la Medicina, la cooperación y la acción humanitaria, con el objetivo de analizar y reflexionar sobre los principales retos que afectan a la salud infantil y juvenil en contextos de vulnerabilidad. La infancia y la adolescencia, como ejes centrales de las políticas de desarrollo y cooperación, ocuparán un papel protagonista en las ponencias, mesas de debate y talleres.

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