Los motivos de consulta más frecuente incluyen la dermatitis atópica, el acné, y algunas infecciones víricas como verrugas y papilomas. La prevalencia varía en función de la edad, siendo más frecuente la dermatitis atópica en los niños más pequeños, y el acné y las infecciones víricas en el niño escolar o adolescente, aseguró la Dra. Ángela Hernández en el seminario sobre Dermatología pediátrica que se impartió en el Colegio de Médicos de Cantabria, que fue dirigido por la vocal de Atención Primaria y pediatra, Dra. Montserrat Matilla
La primera parte del seminario titulada ‘Manchas buenas, feas y malas’ contó con unas imágenes excepcionales traídas de su propia consulta. Para la pediatra, “es muy importante saber distinguir las lesiones discrómicas que son signo de enfermedad genética y las que son meramente anecdóticas”.
En su opinión, para diferenciar las manchas intrascendentes de las que deben hacer sospechar una enfermedad sistémica asociada hay que tener en cuenta la morfología, el número de lesiones y su asociación o no con otras lesiones dermatológicas. Sin embargo, recordó que las enfermedades genéticas pueden aparecer en los niños “de novo”, es decir, sin evidencia de antecedentes familiares de la enfermedad.
En su intervención recalcó la necesidad de saber distinguir las manchas malas de las buenas y explicó cómo las se pueden distinguir a simple vista. “La piel permite diagnosticar algunas enfermedades genéticas con una simple inspección visual. Conocer la morfología de las lesiones que alertan sobre una enfermedad sistémica es fundamental para no diagnosticar en exceso ni minimizar algunos hallazgos importantes”.
Según manifestó la dermatóloga pediátrica, la neurofibromatosis es la enfermedad neurocutánea más frecuente, y el diagnóstico suele ser sospechado en primera instancia por el pediatra de Atención Primaria.
“Las manchas sugerentes de esta enfermedad aparecen en número igual o mayor a seis, tienen más de cinco milímetros en los niños o más de 15 mm en los adultos, y son de tono marrón, morfología ovalada y con bordes típicamente (aunque no siempre) lisos. La distinción con otras lesiones como nevus melanocíticos o nevus hipercrómicos es importante para no sobrediagnosticar la enfermedad”, explicó la Dra. Hernández.
Por otro lado, y en relación con el acné juvenil, la Dra. Hernández explicó que el acné juvenil aparece en edades cada vez más precoces; en la actualidad, las guías de práctica clínica internacionales consideran esta posibilidad también en niños prepuberales (10-12 años). Se calcula que hasta el 85% de los adolescentes padecen acné en mayor o menor grado.
No hay mortalidad asociada con el acné, pero sí una potenciación repercusión física y psicológica significativa, por lo que es imprescindible tratarlo. El tratamiento elegido dependerá de la morfología, gravedad y localización de las lesiones, y comprende tratamiento tópico y oral. El médico pediátrico y, cuando sea necesario, el médico dermatólogo, son los profesionales que deben valorar a los niños con acné para hacer un tratamiento adecuado y prematuro de esta patología.
La Dra. Hernández, es licenciada por la Universidad de Salamanca, y realizó su Residencia como dermatóloga en el Hospital Universitario de Salamanca. Su dedicación a la dermatología pediátrica viene desde que en su época de residente realizó una rotación en EEUU durante seis meses, dedicándose exclusivamente a la dermatología pediátrica. Tiene numerosas publicaciones en PubMed, ha dirigido numerosos cursos presenciales y on-line nacionales e internacionales y es adjunta del Servicio de Dermatología Pediátrica del Hospital Niño Jesús de Madrid desde el año 2007.