Las mujeres de entre 34 y 45 años con lupus presentan 50 veces más riesgo de infarto que la población general en ese tramo de edad
En la actualidad, los estudios se dirigen a detectar mediante técnicas de imagen la aterosclerosis en fase subclínica (antes de que se desarrollen consecuencias clínicas como el infarto agudo de miocardio o los accidentes cerebrovasculares). En los enfermos lúpicos hay que controlar en mayor medida determinados factores de riesgo como el colesterol o el tabaco
Madrid, 1 de mayo 2009 (medicosypacientes.com)
El lupus eritematoso sistémico (LES), una enfermedad autoinmune crónica que puede afectar a cualquier órgano o sistema y que se caracteriza por un conjunto complejo de síntomas y manifestaciones asociados a la presencia de autoanticuerpos, produce, además, una aterosclerosis acelerada en los pacientes. “Por ejemplo, como dato orientativo, podemos afirmar que en mujeres de entre 34 y 45 años, el riesgo de infarto o de problemas cardiovasculares aumenta más de 50 veces con respecto al mismo tipo de población general. Sin especificar estrato de edad, este riesgo se multiplica por 5”, ha afirmado el Dr. Jaime Calvo Alén, del Servicio de Reumatología del Hospital Sierrallana, en Torrelavega (Cantabria).
Para intentar mejorar la situación de los pacientes, ha añadido el experto, las líneas de estudio que se están llevando a cabo en la actualidad se dirigen a detectar mediante técnicas de imagen, por ejemplo la ecografía carotidea, los signos de aterosclerosis subclínicos, es decir, antes de que se produzca el infarto de miocardio o cerebral. Además, en este sentido, ha añadido el experto, “se está observando que hay determinados factores de riesgo: tanto los clásicos que ya conocemos –colesterol, tabaco, etc.- que lógicamente hay que controlar con más razón en los enfermos lúpicos, como otros factores probablemente relacionados con la enfermedad, como pueden ser determinados autoanticuerpos o la propia inflamación continua que conlleva la patología, que aumentan el riesgo de que se produzca un problema de índole cardiovascular”.
Asimismo, el Dr. Calvo Alén se ha referido a algunos trastornos metabólicos asociados a la presencia de determinados autoanticuerpos en el lupus y que “parece que interfieren en determinadas acciones”. Por ejemplo, ha explicado que la facción HDL del colesterol que, normalmente, protege, “en el lupus pierde su capacidad de protección a causa de los mecanismos inflamatorios y autoinmunes para pasar a ser pro-aterogénico”.
El especialista ha insistido en tres pasos fundamentales a la hora de tratar un paciente con lupus: realizar un despistaje de todos los factores de riesgo que ya se conocen e intentar controlarlos al máximo “es decir, si fuma, que no fume, que controle la obesidad y que el colesterol esté bajo supervisión”, e intentar mantener un buen control de la enfermedad “porque en principio parece que si la enfermedad está bien controlada disminuye el riesgo de que el proceso inflamatorio influya en la aterogénesis. Asimismo, el Dr. Calvo Alén recomienda utilizar la hidroxicloroquina, que “además de presentar efectos positivos sobre los mecanismos inmunológicos que actúan en el lupus, tiene un perfil de acciones que favorecen mucho los efectos positivos en el ámbito de la aterogénesis”.
El Lupus
Es una enfermedad crónica que puede afectar a cualquier órgano o sistema, por eso se dice que es una enfermedad multisistémica. Se caracteriza por un conjunto complejo de manifestaciones asociadas a la presencia de autoanticuerpos, por ello, aunque su causa sea desconocida, se clasifica como enfermedad autoinmune.
Es una enfermedad muy heterogénea entre los distintos pacientes, prácticamente no hay dos pacientes con los mismos síntomas y cada persona tiene un patrón diferente de enfermedad, lo que, en ocasiones, dificulta el diagnóstico. Por eso es muy importante que ante la sospecha de tener esta enfermedad se acuda o envíe al paciente al reumatólogo, como especialista médico de este tipo de enfermedades.
Según el estudio EPISER, realizado por la Sociedad Española de Reumatología en el año 2000, evidenció una prevalencia de unos 10 casos por 100.000 habitantes. Otros estudios han mostrado cifras aún mayores y los casos nuevos que aparecen son algo menos de 5 por 100.000.
En los últimos años se ha detectado un aumento de frecuencia, lo cual puede ser debido a la mayor supervivencia de los pacientes y a un mejor conocimiento tanto de la enfermedad como de los técnicas de laboratorio, que permiten diagnosticar casos más leves y precoces.
La causa del lupus eritematoso sistémico es hoy por hoy desconocida. Lo que sí se sabe es que existen múltiples factores que pueden participar en esta enfermedad, y entre ellos los más relevantes afectan a la alteración en el sistema inmune, sistema que, entre otras funciones, defiende de las infecciones. Por esta razón, el lupus está encuadrado dentro de las llamadas enfermedades autoinmunes.
La alteración principal consiste en que las células de este sistema agreden a las células del propio organismo, causando inflamación y daño en los tejidos. En este sentido, la característica principal del lupus es la producción de autoanticuerpos, es decir anticuerpos dirigidos frente a las propias células del cuerpo. Estos autoanticuerpos se producen por la sobreestimulación de las células B, que son las que los producen. Un tipo específico de autoanticuerpos son los anticuerpos anti-DNA, que son los específicos de esta enfermedad.