El Antiguo Casino de Ciudad Real acogió la proyección del documental ‘¿A mí quién me cuida?’ y el posterior coloquio organizado por el Colegio de Médicos de Ciudad Real y CESM Castilla-La Mancha, un encuentro que permitió visibilizar la situación de desgaste, agotamiento y deterioro emocional que afecta a los profesionales sanitarios y en que estuvo presente la Fundación para la Protección Social de la OMC.
La sesión reunió a médicos, pacientes, representantes institucionales y expertos, que coincidieron en que la situación actual es insostenible y que es imprescindible poner la salud del profesional en el centro de la gestión sanitaria.
El presidente del Colegio de Médicos, Dr. Manuel Rayo, abrió el debate con una reflexión basada en los datos del reciente estudio IKERBURN, presentado por la OMC en el Senado. Recordó que más del 50% de los médicos jóvenes presentan un burnout completo y que más del 90% muestra síntomas de desgaste profesional, una cifra que calificó como alarmante. «No se trata de un problema individual, sino de una crisis estructural que compromete la salud del profesional y la seguridad del paciente. Es una situación insostenible que debe preocuparnos a todos», afirmó.
La directora técnica de la Fundación para la Protección Social de la OMC, Nina Mielgo, presentó la experiencia del SAPEM, el servicio de apoyo psicológico para estudiantes de Medicina, que ha atendido ya a cerca de 600 alumnos y ha demostrado reducir el malestar emocional en más de un 40%. Subrayó que «cuidar la salud mental desde los inicios de la carrera es esencial para prevenir el burnout futuro» y animó a normalizar el autocuidado como parte de la formación médica.
La Dra. Laura Calatayud compartió su experiencia tras décadas de ejercicio en el sistema público. Relató cómo generaciones enteras de médicos han normalizado el sacrificio extremo y la renuncia personal: «Durante años creímos que vivir para trabajar era lo normal. Hasta que dejé las guardias no fui consciente de que había otra vida posible». También expresó su inquietud por los más jóvenes, incluida la nueva generación que está a punto de incorporarse al sistema: «El modelo actual es rígido, burocrático y no les da herramientas. Si no te cuidas, no puedes cuidar ni a tus pacientes ni a tus compañeros».
La bombera Mª Luisa Cabañero, familiar de sanitarios, reivindicó el reconocimiento de la medicina como profesión de riesgo. Explicó que colectivos como bomberos, mineros o pilotos han logrado ese estatus, que permite adelantar la jubilación sin merma económica. «Los médicos también están expuestos física y emocionalmente. La unión hace la fuerza, y hay que pelear por ello». Denunció que la falta de personal obliga a jornadas de 24 horas que impiden tener una vida real, y lamentó la fuga de talento sanitario: «Mi hija, fisioterapeuta, se ha ido a Suiza. Cobra más del doble con el mismo horario. Es una pena perder a nuestros jóvenes».
La periodista Yolanda Laguna, paciente habitual debido a su ELA, aportó la perspectiva ciudadana. «Los pacientes no conocemos esta realidad. Es descorazonador saber que quienes nos cuidan están enfermos por culpa del sistema», afirmó. Reclamó empatía social hacia las reivindicaciones médicas: «Cuando veamos manifestaciones no pensemos que se pide más dinero. Se pide salud, dignidad y condiciones para poder cuidarnos mejor».
El acto concluyó con la intervención de la moderadora, Dra. Rosa Sarabia, quien ofreció una reflexión ética y emocional sobre el momento que vive la profesión. Recordó que la confusión sobre el significado de ser médico ha llevado a normalizar lo inasumible: «Nos volvimos disfuncionales sin darnos cuenta, normalizando lo que no es normal, poniendo lo imposible por delante incluso de nuestra propia salud». Señaló que médicos, residentes y estudiantes de todo el país reconocen que han tocado fondo y que el sistema ha llegado a un punto de colapso: «No queremos despachar pacientes. Queremos ejercer con dignidad. El modelo actual ha fracasado y todos estamos en riesgo».



