Invertir en un clima estable, una naturaleza y una tierra saludables, y un planeta libre de contaminación puede generar billones de dólares adicionales en PIB mundial, evitar millones de muertes y sacar a cientos de millones de personas de la pobreza y el hambre.
Esa es la conclusión de la séptima edición de ‘Perspectivas del Medio Ambiente Mundial’ (GEO-7, por sus siglas en inglés), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Se trata de la evaluación más exhaustiva del medio ambiente mundial jamás realizada y fue difundida este martes coincidiendo con la VII Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-7), que se celebra en Nairobi (Kenia) desde este lunes hasta el próximo viernes.
El informe, en el que trabajaron 287 científicos de 82 países, apunta que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación de las tierras, la desertificación, la contaminación y los residuos han tenido un alto impacto en el planeta, las personas y las economías, con un coste que ya asciende a billones de dólares anuales. Seguir las actuales vías de desarrollo solo intensificará este impacto.
“OPCIÓN SENCILLA”
Sin embargo, la puesta en marcha de enfoques que abarquen toda la sociedad y todo el gobierno en cinco áreas clave (economía y finanzas, materiales y residuos, energía, alimentación y medio ambiente) generarían beneficios macroeconómicos globales que podrían alcanzar los 20 billones de dólares anuales para 2070.
Un factor clave de ese enfoque es dejar de lado el PIB y adoptar indicadores que también midan el capital humano y natural, incentivando así a las economías a avanzar hacia la circularidad, la descarbonización del sistema energético, la agricultura sostenible, la restauración de los ecosistemas y más.
“La ‘Perspectiva del Medio Ambiente Mundial’ plantea una opción sencilla para la humanidad: continuar el camino hacia un futuro devastado por el cambio climático, la pérdida de la naturaleza, la degradación de las tierras y la contaminación del aire, o cambiar de rumbo para asegurar un planeta, una población y unas economías saludables. No se trata de una opción en absoluto”, según Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma.
Andersen añade: “No olvidemos que el mundo ya ha logrado un gran progreso: desde acuerdos globales que abarcan el cambio climático, la naturaleza, la tierra y la biodiversidad, y la contaminación y los residuos, hasta cambios reales en el auge de la industria de las energías renovables, la cobertura global de áreas protegidas y la eliminación gradual de sustancias químicas tóxicas”.
“Hago un llamamiento a todas las naciones para que aprovechen este progreso, inviertan en la salud del planeta e impulsen sus economías hacia un futuro próspero y sostenible”, sentencia.
UN CAMINO MEJOR
El informe presenta dos caminos de transformación: uno que analiza cambios de comportamiento para priorizar el consumo material y otro que prioriza el desarrollo tecnológico y la mejora de la eficiencia.
Ambos predicen que los beneficios macroeconómicos globales comenzarán a notarse en 2050, alcanzarán los 20 billones de dólares anuales en 2070 y se dispararán después hasta los 100 billones de dólares al año.
Esos caminos proyectan una menor exposición a los riesgos climáticos, una menor pérdida de biodiversidad para 2030 y un aumento de las tierras naturales.
Además, nueve millones de muertes prematuras podrían evitarse para 2050 con medidas de reducción de la contaminación atmosférica. Para entonces, casi 200 millones de personas podrían salir de la desnutrición y más de 100 millones de la pobreza extrema.
Para lograr cero emisiones netas en 2050 y garantizar una financiación adecuada para la conservación y restauración de la biodiversidad, se necesita una inversión anual de ocho billones de dólares hasta mediados de este siglo. El coste de la inacción es mucho mayor, según el informe.
TRANSFORMACIONES RADICALES
Seguir esas vías de transformación requeriría “cambios radicales” en cinco áreas clave. Una de ellas es economía y finanzas, con medidas como avanzar más allá del PIB hacia métricas integrales e inclusivas de riqueza, fijar el precio de las externalidades positivas y negativas para valorar correctamente los bienes y eliminar gradualmente y reutilizar los subsidios, impuestos e incentivos que generan impactos negativos en la naturaleza.
Respecto a materiales y residuos, el Pnuma aboga por el diseño circular de productos, la transparencia y la trazabilidad de productos, componentes y materiales; reorientar las inversiones hacia modelos de negocio circulares y regenerativos, y cambiar los patrones de consumo hacia la circularidad mediante un cambio de mentalidad.
Respecto a la energía, apuesta por descarbonizar el suministro energético, aumentar la eficiencia energética, impulsar la sostenibilidad social y ambiental en las cadenas de valor de minerales críticos, y abordar el acceso a la energía y la pobreza energética.
En relación a los sistemas alimentarios, propone adoptar dietas saludables y sostenibles, mejorar la circularidad y la eficiencia productiva, y reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Y sobre el medio ambiente, plantea acelerar la conservación y la restauración de la biodiversidad y los ecosistemas, impulsar la adaptación y la resiliencia climáticas con soluciones basadas en la naturaleza, e implementar estrategias de mitigación del cambio climático.
DEGRADACIÓN CRECIENTE
Por otro lado, el informe detalla las consecuencias actuales y futuras de los modelos de desarrollo tradicionales. Así, las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado un 1,5% anual desde 1990 hasta alcanzar un nuevo máximo en 2024, lo que ha elevado las temperaturas globales e intensificado los impactos climáticos.
Además, el coste de los fenómenos meteorológicos extremos atribuidos al cambio climático durante los últimos 20 años asciende a 143 000 millones de dólares anuales.
Entre un 20% y un 40% de la superficie terrestre mundial está degradada, lo que afecta a más de 3.000 millones de personas, mientras que uno de los ocho millones de especies que viven en la Tierra se encuentran en peligro de extinción.
Igualmente, nueve millones de muertes son atribuibles anualmente la contaminación. El coste económico de los daños a la salud causados solo por la polución atmosférica fue de unos 8,1 billones de dólares en 2019, un 6,1% del PIB mundial.
Si no se toman medidas, es probable que el aumento de la temperatura media global supere los 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales a principios de la década de 2030; los 2,0 °C para la década de 2040 y siga aumentando. De seguir así, el cambio climático reduciría el PIB mundial anual en un 4% en 2050 y en un 20 % a finales de siglo.
Además, se prevé que la degradación del suelo continúe al ritmo actual, con el mundo perdiendo anualmente tierras fértiles y productivas del tamaño de Colombia o Etiopía, en un momento en que el cambio climático podría reducir la disponibilidad de alimentos per cápita en un 3,4% para 2050.
Los 8.000 millones de toneladas de residuos plásticos que contaminan el planeta seguirán acumulándose, lo que incrementará las pérdidas económicas de 1,5 billones de dólares relacionados con la salud, atribuibles anualmente a la exposición a sustancias químicas tóxicas presentes en los plásticos.



