La mitad de las mujeres españolas padecerá osteoporosis postmenopáusica
A partir de los 35 años se inicia en la mujer, de forma natural, la pérdida de pequeñas cantidades de hueso y este proceso de pérdida ósea se acentúa al llegar a la menopausia
Palma de Mallorca, 2 octubre 2008 (Redacción)
La osteoporosis es la enfermedad crónica más prevalente en todo el mundo y sólo en nuestro país la sufren más de tres millones de personas, de las cuales 2,5 millones son mujeres. Según el doctor Andrés Forteza, presidente del Comité Organizador del X Congreso de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), “hay que insistir en que la mujer debe cuidar sus huesos antes de la llegada de la menopausia, aunque es con la llegada de la misma cuando se produce en la mujer una mayor pérdida de masa ósea, lo que hace que debido al aumento de la esperanza de vida se estima que más de la mitad de las mujeres españolas padecerá osteoporosis postmenopáusica y cuatro de cada diez mujeres mayores de 50 años pueda sufrir una fractura ósea como consecuencia de la osteoporosis”.
Ante esta situación, el doctor Andrés Calvo, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de Manacor (Mallorca), señala que “es muy positivo que los ginecólogos estemos tomando, cada vez más, conciencia del papel que tenemos en el cuidado de la mujer y que nos convirtamos en su médico de familia, sobre todo en su madurez y ante una enfermedad como la osteoporosis, en la que existen muchos profesionales implicados, como el reumatólogo, el traumatólogo, el internista, etc., pero donde el ginecólogo es el que realiza un seguimiento más continuado”.
La velocidad de pérdida de masa ósea habitual en las mujeres tras la menopausia es de entre 1 y 2,5% de la masa ósea cada año. Por ello, es fundamental que la mujer tenga un conocimiento real de la enfermedad y de las ventajas que implica realizar el tratamiento y el profesor Javier Ferrer, presidente de la AEEM, afirma, además, que “hay que concienciar a la mujer de la relevancia de adoptar unos hábitos de vida saludable y acudir a revisiones periódicas que permitan diagnosticar y tratar esta patología para evitar su aparición o que altere en menor medida su calidad de vida”. Las medidas preventivas, en este sentido, se deben adoptar no sólo cuando existe osteoporosis establecida y osteoporosis con fractura ósea, en las que se prescribe tratamiento farmacológico, sino también cuando la densidad ósea es normal y al presentarse osteopenia, es decir, cuando el hueso ha empezado a sufrir una disminución de la densidad pero aún no existe osteoporosis.
“Epidemia del siglo XXI”
La osteoporosis es una enfermedad grave, crónica, y progresiva, pero silenciosa por la carencia de síntomas. Hay que insistir, en este sentido, en la detección de los factores de riesgo que predisponen a la osteoporosis como parámetro fundamental a la hora de iniciar un tratamiento. Por ejemplo, ser mujer, tener un peso inferior a 56 kilogramos, el hecho de estar recibiendo tratamiento con corticoides, litio, antiepilépticos o anticoagulantes, así como registrar un fallo ovárico prematuro son algunos de los factores más significativos que indicarán, en última instancia, si la paciente tiene o no riesgo de fractura.
Además, en la actualidad, el estudio de la enfermedad ha puesto de relieve cómo el desarrollo de otras enfermedades reumáticas, digestivas, crónicas, como la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y la anorexia, incrementa el riesgo de padecer osteoporosis. “Junto a la edad o la llegada de la menopausia, el padecer alguna de estas patologías constituye otro factor de riesgo para el desarrollo de osteoporosis. Se trata de enfermedades que por sí mismas o por la medicación que requieren condicionan la fragilidad del hueso e incrementan el riesgo de fractura”, explica el doctor Calvo.
En España esta patología produce alrededor de 90.000 fracturas de cadera y 500.000 fracturas vertebrales cada año que pueden causar incapacidad laboral transitoria, invalidez y predisponen al riesgo de muerte. Según el profesor Ferrer, “el empeoramiento de la calidad de vida de las pacientes que padecen una fractura ósea por osteoporosis, así como la importante demanda de atención sanitaria y el considerable impacto socioeconómico que conlleva la enfermedad, hacen necesario que la osteoporosis sea considerada como un problema sanitario de primer orden”.
La alta prevalencia de la misma se debe, fundamentalmente, al envejecimiento de la población y al estilo de vida, jugando un papel importante el sedentarismo, la ingestión de alcohol, el tabaco, las dietas, etc., por lo que, además de evitar estos factores de riesgo, es necesario mantener algunas medidas preventivas, como adoptar una dieta rica en calcio y vitamina D, realizar ejercicio físico moderado y regular, no fumar, etc., durante toda la vida, aún cuando la osteoporosis ya está presente. “No obstante”, señala el profesor Ferrer, “cuando la enfermedad es diagnosticada, junto con las medidas de prevención, se deben tener en cuenta la gran variedad de tratamientos farmacológicos. En la actualidad, se dispone de un amplio abanico de terapias que han demostrado que son eficaces, tanto en reducir el riesgo de que se produzca la primera fractura como en evitar que se produzcan más”
Nuevas estrategias en el tratamiento de la osteoporosis
Hoy en día se dispone de un muy efectivo y diverso arsenal terapéutico para abordar esta patología. Junto a los tratamientos que han demostrado una gran eficacia antifracturaria como alendronato y risedronato han surgido posteriormente nuevos tratamientos entre los que se puede destacar el ibandronato, la hormona paratiroidea o el ralenato de estroncio. El primero de ellos ha demostrado su eficacia al inhibir la resorción ósea, disminuir la pérdida de masa ósea, aumentar la densidad ósea y reducir el riesgo de fracturas. La Hormona Paratiroidea (PTH), administrada en forma de inyección subcutánea, se ha convertido en el primer agente formador de hueso (acción anabólica) para el tratamiento de la osteoporosis posmenopáusica y para la osteoporosis en hombres que disminuye el riesgo de fracturas tanto vertebrales como no vertebrales.
Además de nuevos tratamientos, se ha conseguido una simplificación en la dosis de las terapias, que han pasado de ser semanales a mensuales y, recientemente, a anuales. “Aunque esta circunstancia supondrá una disminución de las fracturas óseas por osteoporosis, así como de la tasa de dependencia funcional en las mujeres mayores, la investigación no se detiene y las nuevas investigaciones, orientadas hacia las terapias biológicas, abrirán un abanico de posibilidades que, mediante la combinación o asociación de tratamientos, nos permitirán maximizar los beneficios de la terapia y mejorar la calidad de vida del paciente”, afirma el doctor Forteza.