La Dra. Alodia Rodríguez Nájera, vocal de Médicos en Formación del Colegio de Médicos de La Rioja, participa en el taller ‘La salud del MIR’, que tendrá lugar el próximo 17 de junio a las 16:00 horas en Logroño. La Dra. Rodríguez Nájera destaca el valor de estos espacios como punto de encuentro, reflexión y apoyo para quienes inician su carrera profesional en condiciones de alta exigencia.
Organizado por el propio Colegio y la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC), con el respaldo de Laboratorios Almirall, tiene como objetivo sensibilizar a los médicos residentes sobre la importancia del autocuidado emocional y dotarlos de herramientas para afrontar las situaciones críticas de su etapa formativa. (Acceso al taller e inscripciones).
¿Qué preocupaciones le transmiten con más frecuencia los MIR en relación a su salud emocional y a las exigencias del periodo de residencia?
Las preocupaciones más frecuentes tienen que ver en primer lugar con la gestión del estrés durante las guardias, el afrontamiento del cansancio físico y mental tras 24 horas de trabajo. También, la dificultad para desconectar emocionalmente de los pacientes, y la presión por mantenerse en constante aprendizaje y rendimiento. Surgen inquietudes respecto a la calidad de la formación, las posibilidades de realizar rotaciones externas. En definitiva, es un periodo de gran intensidad que exige herramientas emocionales y de autocuidado que, muchas veces, no se abordan suficientemente durante la formación previa.
¿Qué importancia tiene, en su opinión, que existan espacios como este taller para la reflexión colectiva sobre el autocuidado entre los residentes?
Espacios como este taller son esenciales. Poder compartir vivencias con otros residentes permite tomar conciencia de que no estamos solos en este camino. Nos ayuda a normalizar ciertas emociones, a romper el aislamiento y a crear redes de apoyo mutuo. Además, reflexionar colectivamente sobre el autocuidado contribuye a reforzar la idea de que nuestra salud mental y física es un pilar fundamental para ejercer una medicina de calidad. Iniciativas así ofrecen no solo herramientas prácticas, sino también un tiempo y lugar seguro para parar, pensar y cuidarse.
¿Cómo se apoya desde el Colegio de Médicos esta iniciativa?
Desde el Colegio de Médicos de La Rioja, apostamos activamente por la salud emocional de los médicos en formación. Este taller, organizado junto a la Fundación para la Protección Social de la OMC, es solo un ejemplo del compromiso por ofrecer espacios de prevención, formación y acompañamiento. Además, contamos con recursos como el PAIME (Programa de Atención Integral al Médico Enfermo), que ofrece atención confidencial y especializada a los profesionales que lo necesiten. El Colegio también está abierto a propuestas que surjan directamente desde los residentes para responder mejor a sus necesidades reales.
¿Qué opinión le merece la labor que realiza la Fundación para la Protección Social de la OMC en materia de prevención de la salud mental de los médicos?
La labor de la Fundación es admirable y absolutamente necesaria. Su enfoque integral, que combina prevención, formación, apoyo económico y atención clínica especializada, representa un respaldo vital para los médicos en todas las etapas de su carrera. Destaco especialmente su compromiso con programas como el PAIME, que han demostrado ser eficaces para proteger la salud mental del profesional, garantizando a la vez la seguridad del paciente. Que los médicos sepamos que no estamos solos y que hay una red que nos protege es fundamental.
¿Qué propuestas o mejoras cree que deberían impulsarse para mejorar el día a día del médico en formación?
Es necesario avanzar en varios frentes. Primero, asegurar una adecuada supervisión y formación durante las rotaciones y las guardias, evitando que el residente asuma responsabilidades que exceden su nivel. Ahora bien, no debemos olvidar que la formación médica especializada también requiere de compromiso y es importante que el residente asuma su responsabilidad en la adquisición de conocimientos. Segundo, establecer límites claros en cuanto al número de guardias y garantizar el descanso tras ellas. También es prioritario fomentar espacios estructurados para la formación emocional y el autocuidado desde el inicio del MIR. Y, por último, sería positivo facilitar la participación activa de los residentes en la toma de decisiones que afectan a su día a día, escuchando sus ideas y adaptando los programas a sus necesidades reales.
