Las fiestas navideñas para los médicos de atención primaria en el ámbito rural no siempre se pueden celebrar en familia, sin embargo, esto no impide que estas fechas sean especiales.
La Dra. Gloria López-Campos Bodineau, representante de médicos de atención primaria del Colegio de Médicos de Sevilla, explica que en estas fechas la organización del trabajo depende de cada unidad, pero lo más importante, afirma, “es que a los pacientes hay que atenderlos y somos muy responsables con nuestro trabajo, pues nos hemos formado y hemos luchado para ser responsables de nuestros pacientes. Tenemos un juramento hipocrático y nunca abandonamos a nuestros pacientes sean las fechas que sean”. A pesar de ello, “también intentamos estar con la familia. Es muy complicado, pero si hay buena sintonía en el equipo, se consigue”, explica.
Para distribuirse las fechas, “lo más normal es que se haga un sorteo de los festivos teniendo en cuenta las situaciones personales de cada uno”. Aun así, tras el sorteo suelen hacer cambios entre los compañeros para poder pasar algunos días con la familia. En su unidad, señala, dividen las fiestas en tres grandes bloques Nochebuena, fin de año y Reyes Magos, de modo que al menos una de las tres la pasas con la familia. “Para mí lo más duro ha sido cuando me ha tocado trabajar en Nochebuena”, explica la Dra. López-Campos.
Para que estas celebraciones no se pierdan, muchos equipos preparan una comida o una cena especial, “cada uno lleva algo y le sonreímos a la noche. Intentamos sacar lo mejor de cada momento y hacer equipo, hablamos de nuestras familias y recordamos muchas anécdotas del año. Hay mucha calidad humana entre los profesionales sanitarios”.
“A los compañeros que pasen estas fiestas trabajando les diría que se apoyen en su equipo y en la gente que les rodea. Que sonrían a los pacientes, que se sientan agradecidos por poder desarrollar una profesión tan magnífica y que es la vocación que siempre han tenido”.
Una noche de Reyes muy especial
La doctora recuerda con especial cariño una noche de Reyes en la que tuvieron una guardia muy dura, pero tras la que tuvo una sorpresa que recordará para siempre. “Habíamos preparado una cena especial y no pudimos cenar. Las horas fueron pasando entre enfermo y enfermo, problemas y problemas. Cuando la guardia finalizó me llamó un compañero y me preguntó si seguía allí. Sí, claro, respondí. Pues ve a tu consulta, me dijo. Fui y ¡oh sorpresa!, me habían dejado un regalo los Reyes Magos. No sabéis como me sentí, ha sido de los regalos más bonitos de mi vida, yo estaba embarazada y eran “unos patucos” para mi hija. Han pasado muchos años y sigo recordando esto con muchísimo cariño. Ese día sentí la magia de la Navidad”.
