Artículo de opinión del Dr. Manuel Fernández Chavero, presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Badajoz y secretario de la Comisión de Ética y Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC), «Médicos generales. Compañeros de viaje».
Código de Deontología: Artículo 46.1: Los médicos deben tratarse entre sí con lealtad, respeto y deferencia independientemente de la relación profesional o jerárquica que exista entre ellos. La confraternidad entre los médicos es un deber primordial y sobre ella sólo tienen preferencia los derechos de los pacientes.
En España hay 49 especialidades médicas, multitud de subespecialidades (áreas de capacitación especifica) y no tardarán en llegar las micro especialidades. A los médicos españoles nos puede ocurrir lo que ya dijo Salvador de Madariaga: “Un experto es alguien que sabe cada vez más sobre cada vez menos, hasta llegar a conocerlo absolutamente todo sobre nada».
Es, sin duda, una frase desalentadora en cuanto que irá provocando que nuestra M de Medicina vaya siendo cada vez más pequeña lo cual nos puede conducir a una despersonalización del eje central del ejercicio profesional que es la relación médico-paciente. Una relación siempre asimétrica porque se trata de la conjunción de dos personas, una llamada médico y otra llamada paciente; personas que deben interactuar porque la que tiene el problema no tiene la solución y la que tiene la solución no tiene el problema. Surge una simbiosis que es el pilar del quehacer diario del médico: Entender para Atender.
La mejor manera de salvaguardar esta simbiosis, cimiento de la grandeza de nuestra profesión, es que según mengüe la M vaya creciendo la E de Ética, la B de Bioética y la D de Deontología y así seguiremos disfrutando de la ilusión de ser médicos. Cuando la relación persona-persona se convierta en una relación persona-órgano o persona-articulación habremos tirado por la borda la visión holística que ha sido siempre, a lo largo de la historia, nuestra seña de identidad.
Quizás los profesionales que aún conservan de manera más nítida esta privilegiada visión holística son los especialistas en Medicina Interna, los Médicos de Familia y los infravalorados, y muchas veces cuestionados, Médicos Generales. Bien pudieran ser escalones progresivos de una misma escalera. Atesorar más conocimientos o menos conocimientos es, sin duda, importante pero no es lo más importante; lo realmente importante es tener siempre los conocimientos necesarios para el lugar que ocupamos y las responsabilidades que asumimos. Si ajustamos nuestros conocimientos a nuestra área de actuación profesional, si conocemos nuestros limites y ejercemos, cuando sea preciso, una buena labor de derivación, estaremos siempre actuando dentro de la Lex Artis.
A lo largo de nuestras vidas la mayoría de nosotros padeceremos 1-2 enfermedades graves y quizás alguna intervención quirúrgica. El resto de nuestra existencia estará llena de enfermedades más o menos triviales, achaques, síntomas de diversa índole, cambiantes estados de ánimos, sobrecarga laboral o emocional que nos conducirán a procesos psicosomáticos; es decir a una rutina de vida donde necesitaremos a alguien que nos entienda como personas. Y ese es justo el sitio del Médico de Familia y del Médico General. La proximidad, y la disponibilidad, de estar al lado del que necesita, y nos demanda, una escucha y una atención para recuperar ese bienestar físico, psíquico y social que llamamos salud.
Médicos Generales que sostuvieron el sistema sanitario rural español, y buena parte del urbano, con una capacidad de sacrificio encomiable, con una calidad asistencial basada en la anamnesis, en la escucha y en la exploración física como elementos básicos de una medicina que jamás ha estado, ni lo volverá a estar, más cerca y más injertada en la sociedad. Un médico para sus vecinos y unos vecinos respetuosos y conocedores del sacrificio personal y familiar de una vocación que no tiene parangón cuando es una vocación sincera. Luego llegó el Real Decreto 3303/1978, de 29 de diciembre, sin duda tan necesario como pertinente, y a los Médicos Generales les ocurrió como en la película de lo que El Viento se Llevó.
En la actualidad los Médicos Generales cubren un espectro muy importante en el organigrama laboral y social: Mutuas de Accidente de Trabajo, Servicios de Prevención, Compañías de Seguro, Mutualidades, Peritaciones, Gabinetes de Reconocimientos de Conductores y Cazadores, Balnearios, Geriátricos, Clínicas y Consultas Privadas, zonas de difícil cobertura etc.……. y Sanidad Pública cuando la necesidad arrecia.
Unos médicos con una capacidad de trabajo y de autoformación encomiable en la inmensa mayoría de los casos. Médicos en el extrarradio del sistema, pero siempre dispuestos a engrasar al Sistema.
Unos médicos que quizás sepan poco, pero saben poco de muchísimas cosas y eso los hace imprescindibles. Ocupan un lugar, llenan un espacio e intentan cumplir a rajatabla, como todos los demás, el mayor reto ético y deontológico que nos exige nuestra profesión y que no es otro que ejercerla con dignidad.
Todos somos médicos, nos define una misma vocación y profesión. Todos, en nuestro ámbito de actuación y competencia, somos necesarios. La sociedad nos necesita a todos y nosotros tenemos la obligación de estar unidos y trabajar unidos; compartimos el mismo Código de Deontología, un Código que nos acoge a todos por igual y a todos nos obliga por igual.
Tenemos que cultivar la solidaridad y el compañerismo como virtud identitaria de nuestra profesión y justo en defensa de esa solidaridad quiero acabar este escrito con una frase de Oliverio Girondo: “Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad”.
Manuel Fernández Chavero
Presidente de la Comisión de Deontología del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la Provincia de Badajoz.
Secretario de la Comisión de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica Colegial de España.
Colegiado 060603010
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