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Dr. Manuel Fernández Chavero: «Inteligencia artificial: Un viaje del humanismo al poshumanismo. La vuelta a los orígenes»

Artículo de opinión del Dr. Manuel Fernández Chavero, presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Badajoz y secretario de la Comisión de Ética y Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC), «Inteligencia artificial: Un viaje del humanismo al poshumanismo. La vuelta a los orígenes».

El hombre de hoy es el padre del mono del año 2000. Pero nada decía el programa de hoy de este eclipse de mar. De este salto mortal (Joaquín Sabina. Eclipse de Mar)

Han existido momentos en nuestra historia que han conducido a la humanidad a una nueva fase evolutiva. Así tenemos en los siglos VI y V, antes de Cristo, a personajes como Hipócrates, Platón, Sócrates, Buda, Confucio y tantos otros que nos modificaron el pensamiento y nuestra manera de vivir.

En el Siglo XX surge la energía atómica, la televisión, la informática, ingeniería genética, los grandes avances médicos y quirúrgicos. Y ahora, en el siglo XXI, la explosión de la Inteligencia Artificial (IA).

Todos los inventos y descubrimientos realizados por los seres humanos han contribuido al progreso y a la evolución de la especie; pero todos han sido mal usados. Se descubrió el fuego y con él la hoguera para quemar a los disidentes políticos o religiosos; con la rueda se idearon las máquinas de guerra; con los aviones la manera de chocarlos contra rascacielos; la pólvora y las armas de fuego; llegó la escritura, el papel y la  imprenta y las falsas noticias, el linchamiento mediático, la parcialidad informativa y, en muchas ocasiones, la desinformación; el acero permitió las espadas; la electricidad las sillas eléctricas; la informática el hackeo de ciudadanos e instituciones; los teléfonos móviles nuevas adicciones con especial incidencia en niños y jóvenes. Somos capaces de tener orquestas de cámara y cámaras de gas y así hasta el infinito.

Ahora nos llega la Inteligencia Artificial con múltiples aplicaciones presentes e incontables aplicaciones futuras que, al momento actual, no somos capaces ni de vislumbrar y también la usaremos mal. En medicina es posible intuir, pero imposible vaticinar, cuál será su recorrido a largo plazo cuando en el momento actual tenemos el tsunami pasándonos por encima. Nos pondrá en disposición de diagnósticos, tratamientos y pronósticos inimaginables para las capacidades deductivas, sensoriales, cognitivas e intelectuales del ser humano. Esto ya es una realidad, pero sabemos muy poco, casi nada, del peaje que tendremos que pagar. Nada es gratis. Los seres humanos somos corporal y mentalmente muy vulnerables y hemos sobrevivido porque estamos dotados de inteligencia, de capacidad de adaptación al medio. Esa inteligencia nos ha convertido en la especie dominante y también en la más peligrosa.

La batalla por la eficacia, la eficiencia y la pericia la tenemos perdida. Los datos generan información y la información genera conocimientos. Poco podemos hacer frente a procesadores de infinitos datos y por tanto de infinita información que reportarán un conocimiento que no tiene cabida en la actual capacidad de almacenaje de nuestro cerebro. Lo mismo ocurrirá con la pericia. Los robots tienen, y tendrán cada vez más, una capacidad operacional de la que no dispone la habilidad manual humana. Pero estas batallas perdidas no supondrán perder la guerra si lo seres humanos sabemos centrar el tiro.

Los médicos debemos jugar en otra liga. La liga de los afectos, el acompañamiento, la compasión, las miradas, la mano cogida o el pañuelo que enjuga una lágrima. Estos partidos hay que jugarlos en el mejor estadio: la vocación. Tomar el control de nuestras emociones, de nuestros valores y de nuestros miedos y gestionarlos, y vivirlos, como motor de crecimiento espiritual. Las emociones humanas no son síntomas de enfermedad y sin embargo cada vez nos medicamos más para entenderlas y para entendernos a nosotros mismos. ¿Acaso la melancolía, nostalgia, tristeza, la lástima, el desasosiego o la frustración tienen su solución en las farmacias?. ¿Son los miedos que nos acompañan todos los días síntomas de enfermedad? El miedo por la salud de nuestros hijos, el miedo por conservar el trabajo, el miedo a la toma de decisiones, el miedo al error, el miedo a la vida o el miedo a la muerte son curables con fármacos?.

El articulo 4.1 del Código de Deontología nos dice: El médico está al servicio del ser humano y de la sociedad. Respetar la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad son los deberes primordiales del médico.

Ese es el terreno de juego de los médicos: Las personas con sus valores, emociones y miedos. Dejemos a las máquinas hacer su trabajo, pero no permitamos que la Inteligencia Artificial pueda trasmitir, aunque no los tenga, esos mismos valores, emociones y miedos humanos. Que jamás una máquina, un robot o una plataforma virtual nos reconforten en nuestra soledad. Y estamos cada vez más cerca:

Publicado en el New York Times el 26 de agosto de 2025: Por Ryan K. McBain: Una encuesta de Common Sense Media reveló que el 72 por ciento de los adolescentes estadounidenses dijeron haber utilizado chatbots de inteligencia artificial como compañeros. Casi una octava parte había buscado “apoyo emocional o de salud mental”. Un porcentaje que, si se aplicara a la población estadounidense, equivaldría a 5,2 millones de adolescentes. En otro estudio reciente realizado por investigadores de Stanford, casi una cuarta parte de los estudiantes, declararon haber recurrido a él para obtener apoyo en salud mental.

Titular de El Español en 7-9-25:  ChatGPT es el psicólogo de la mitad de los jóvenes de España.

Si los médicos pensamos que los valores universales de la Medicina, que constituyen nuestro sostén y nuestra seña de identidad, van a actuar como un dique de contención es probable que estemos equivocados. La Ley 41/2002 reinventó la relación médico-paciente, pero la IA está a un paso de dinamitarla. Me he centrado en ejemplos de salud mental, pero hay otras ramas de la medicina que van a saltar por los aires por una sencilla razón: si somos capaces de confiarle nuestras intimidades y nuestro espacio privativo terminaremos confiándole también nuestra corporalidad. Estaremos condenados a seguir siendo instrumentos de nuestros instrumentos, es decir, los hombres nos habremos convertido en las herramientas de nuestras herramientas como bien decía Henry David Thoreau, en un deseo de ir avanzando, orgullosos de nuestra ignorancia, hacia una esquizofrenia o hacia un trastorno de identidad disociativo individual y social.

¡¡ Saltaremos del humanismo al poshumanismo  sin red y sin retorno!! Y así pasaremos a homínidos regentados por robot-sapiens. Magnifica cabriola involutiva¡¡

Creo que estoy llegando al final de mi vida profesional justo en el momento oportuno, aunque mi actividad privada me permite seguir siendo yo y a mis paciente seguir siendo ellos y ellos y yo seguiremos disfrutando de una medicina menos exacta pero muchísimo más humana y entrañable: cuando el paciente-persona entre en la consulta y se encuentre con su médico-persona y haya tiempo, y deseo vocacional, para preguntar si su hijo aprobó las oposiciones, si la nieta ya anda sola, si estuvo fino en su  dia de caza  o si viene bien la cosecha se producirá una mejoría que no tiene evidencia científica y el médico se convertirá en medicamento o en placebo.

No podemos consentir que las máquinas, ni los algoritmos, ni el odioso, por cacareado, “cambio de paradigma”, nos despojen de ese privilegio porque, de ser así, nunca podremos preguntarnos por quién doblan las campanas……. doblarán por nosotros.

(John Donne. Londres 1572-1631)

Manuel Fernández Chavero

Presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Badajoz.

Secretario de la Comisión de Ética y Deontología Médica de la OMC.

Las tribunas y artículos publicados en medicosypacientes.com no representan posturas o posicionamientos oficiales del OMC

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