El 66% de los españoles ya consulta a la IA por su salud, especialmente los más jóvenes. Este nuevo paradigma lo definen muchos expertos como cibercondría por los efectos que estas búsquedas pueden generar en términos de ansiedad y errores diagnósticos.
Estamos ante un nuevo escenario en el que el Dr. Google le ha pasado el relevo a la Dra. IA. El auge de los symptom-checkers, los motores de búsqueda y, más recientemente, los chatbots de inteligencia artificial ha transformado la forma en la que la ciudadanía busca respuestas sobre su salud. Lo que antes era una consulta ocasional se ha convertido, en muchos casos, en la primera reacción ante cualquier síntoma.
Según un informe publicado a finales de noviembre “Los peligros del autodiagnóstico digital” el 66% de los españoles reconoce haber utilizado la IA para resolver dudas médicas, una cifra que se eleva al 90% entre los jóvenes de 16 a 19 años. Además, una de cada cuatro personas admite que el autodiagnóstico digital es su primera opción ante un posible problema de salud, lo que refleja que ha dejado de ser un comportamiento marginal y se ha convertido en un fenómeno creciente en España.
La clave de este éxito de la IA reside en que factores como la inmediatez, la disponibilidad y la intimidad son interpretados como más importantes que la calidad y la seguridad de la atención médica. Muchos usuarios reconocen que, ante un síntoma, prefieren plantearlo a un chatbot porque “no juzga”, porque responde al instante y porque permite mantener el control de la situación sin necesidad de pedir cita previa. Esta percepción es especialmente intensa entre mujeres y jóvenes.
Pero el dato más inquietante es que una cuarta parte de la población (24,8%) considera que la IA es su primera opción antes incluso de acudir a un profesional sanitario. En la franja joven, el porcentaje se eleva al 40%. Es decir, una parte significativa de la ciudadanía está sustituyendo el consejo médico por una tecnología que no conoce al paciente ni sus antecedentes relevantes, no explora, no contrasta y no tiene responsabilidad sobre sus respuestas, lo que puede ocasionar situaciones de riesgo y demanda de pruebas médicas innecesarias.
Otro hecho especialmente relevante y preocupante es que el informe detecta además un patrón claro: la dependencia de la IA para autodiagnosticarse es mucho más frecuente entre las personas con problemas emocionales o de salud mental. Cerca de la mitad de quienes conviven con ansiedad o depresión reconocen que consultan la IA casi a diario para verificar síntomas, buscar explicaciones o intentar tranquilizarse. El problema es que ocurre justo lo contrario: la herramienta alimenta un ciclo de búsqueda compulsiva, dudas crecientes y preocupación constante por la salud, lo que el estudio identifica como cibercondría. En cambio, quienes padecen enfermedades crónicas como hipertensión, asma o diabetes recurren mucho menos al autodiagnóstico digital.
Para los expertos este nuevo paradigma tiene importantes consecuencias que suponen un riesgo de salud porque promueven el alarmismo, así como como a la falsa seguridad o que desemboca en dos problemas a abordar: la generación de ansiedad innecesaria y el retraso en el acceso a la atención profesional.
Riesgos y recomendaciones ante la Cibercondria
La cibercondría está emergiendo como un nuevo reto sanitario, impulsado por la desinformación o ausencia de criterio para seleccionar las fuentes fiables de información en salud y la falsa sensación de seguridad que ofrecen las tecnologías digitales. Ante este fenómeno en auge, la Organización Médica Colegial, a través de su Observatorio contra las pseudociencias y pseudoterapias (OPPISS) y en cumplimiento con su compromiso en la lucha frente a la desinformación en salud, incide en que “cualquier proceso de salud requiere de la anamnesis, exploración, solicitud de pruebas complementarias con criterio, e interpretación del contexto, conocimiento de los antecedentes personales y un juicio clínico que no puede automatizarse” y recuerda que “el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades es una competencia del médico derivada de su extensa formación y preparación”.
El uso responsable y ético de la IA es una inestimable herramienta de apoyo al diagnóstico e imprescindible para una medicina personalizada y de precisión, pero con criterios y fuentes de información en salud que estén basadas en la evidencia clínica disponible, no en información imprecisa o no verificada.



