El Dr. Antonio Ares Camerino, vicesecretario del Colegio de Médicos de la Provincia de Cádiz, analiza “el deber de auxilio, la obligación de ayuda” en este artículo de opinión.
“Ella sabía que su compromiso no tenía horario. En su casa y en la de sus abuelos había aprendido que los horarios eran algo que sólo concernía a los relojes, a los de pared y a los de pulsera, los de sol iban a su ritmo. Desde que se instalaron los teléfonos, en aquella comarca, todo el mundo conocía de memoria el número del médico. La telefonista del ayuntamiento daba constancia de que era el número más solicitado. Su clavija estaba muy gastada. Primero fue su abuelo, después su padre y ahora le tocaba a ella. La vocación le venía de serie, el compromiso lo fue adquiriendo con el devenir del tiempo. Nunca escuchó una queja y la disposición de servicio fue permanente. Siempre con una mano tendida, siempre con una sonrisa puesta, siempre con el aliento a borbotones, siempre anteponiendo el dolor ajeno a las necesidades propias. Así la habían educado, no podía renunciar a tanta entrega”.
“Recordará que soy un miembro de la sociedad
con obligación especial hacía mis congéneres,
los sanos de cuerpo y mente, así como los enfermos”
Extracto del Juramento Hipocrático, versión del Dr. Louis Lasagna (1964)
Qué a raíz de la pandemia hemos descubierto que nuestro sistema sanitario, universal, gratuito y accesible, no era la joya de la corona que nos habían vendido, es más que constatable qué los poderes públicos, de uno y otro signo, unos por acción y otros por omisión, están animando a la población para que suscriban pólizas de seguro de salud privados, es más que obvio. Sólo ha y que ver el aumento desmesurado de las pólizas suscritas, y como los grandes grupos de inversión han visto el pingue negocio y apuestan por la privatización. Los expertos en gestión sanitaria apuestan por la reformulación del Modelo Sanitario, y dicho sea de paso por su homologación, evitando así la desigualdad en derechos asistenciales que condena a la ciudadanía la existencia de diversos sistemas públicos dependientes de cada una de las Comunidades Autónomas.
En medio de este debate aparece una noticia que nos debe hacer recapacitar, como individuo y como sociedad que se declara adscrita al tan manido estado del bienestar.
Jesús Sánchez Etxariz, pediatra del Hospital de Cruce de Bilbao, ha sido amonestado por atender en su tiempo libre, usando medio técnicos del hospital, a una niña moribunda, junto con su grupo de profesionales, que asumieron sin miedo ese compromiso de entrega que caracteriza a los profesionales sanitarios.
Autorizar llamadas al teléfono privado, trabajar horas sin mirar el reloj, funcionarios permanentes que no usan el recurso fácil e impersonal de “esto no es mío” o “vuelva usted mañana”, son la norma en la clase médica. Una disposición que va más allá de la relación contractual con el empleador y que tiene como paradigma el servicio que se presta a la persona que solicita nuestra ayuda.
Existen gestos que ponen en ridículo a todo un Sistema, que se dice adscrito a un derecho fundamental. No hacen falta conferencias interterritoriales, no es necesario crear mareas de colorido diverso que se manifiesten a las puertas de los centros sanitarios, no se requiere llegar a esgrimir el derecho fundamental a la huelga, siempre tan mal vistas y nunca llevadas a cabo en el sector sanitario. Una sola acción solidaria, silenciosa y sin aspavientos, callada y firme, ha puesto patas arriba a una Autoridad Sanitaria insensible al dolor y al sufrimiento, y sólo pendiente de datos, registros y resultados económicos.
Aún habrá algunos que piensen que la Inteligencia Artificial va a venir a solucionar la medicina del futuro. Ahora que a los gestores s eles ha ocurrido la brillante idea de incorporar la “Humanización” a la labor sanitaria, habrá que recordarles que, aunque ellos nunca la tuvieron presente, los médicos y el resto de los profesionales sanitarios ya vienen humanizados en su ejercicio diario desde el origen. Si no de que iban a decantarse por una profesión que es de servicio permanente. De consuelo sin ruidos, de alivio contenido, de remedio a cualquier precio, de descarga paliativa, de descanso a deshoras, de hombro de remanso, de aliento in extremis, de mano tendida, de miradas cómplices, de esperanza de futuro, de aliento sin resuello, de animo en la adversidad, de la ilusión de que lo mejor está por venir.
La situación se dirime entre la mera obligación contractual, la exigente responsabilidad profesional y el orgullo de un compromiso vocacional.
Habrá que recordar que “la omisión del deber de prestar socorro, en su vertiente de delito cometido por un personal sanitario”, está recogida en el vigente artículo 196 del Código Penal.
“El profesional que, estando obligado a ello, denegare asistencia sanitaria o abandonare los servicios sanitarios, cuando de la denegación o abandono se derive riesgo grave para la salud de las personas, será castigado con las penas del artículo precedente en su mitad superior y con la de inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio, por tiempo de seis meses a tres años”.
La relación del médico con el mundo es una relación básica de servicio a los demás. Trabajar con el dolor ajeno tiene un duro peaje. Asumir como propios, aunque sólo sea de soslayo, el sufrimiento de aquellos a los que se presta servicio de entrega mema los sentimientos del que ofrece sus conocimientos y su praxis sin más recompensa que la de ver que el alivio ajeno llega a su destino.
Plantear que el ejercicio de la medicina es un simple acto, cuando menos que administrativo, ajeno a las relaciones humanas, es un error de bulto. No es cuestión de horarios, ni del uso escueto y escrupuloso de medios, es simplemente hacer lo que hay que hacer, cuando haya que hacerlo y sin escatimar ni tiempo ni medios. Todo se por los que sufren, y más aún cuando las circunstancias nos sitúan en el umbral de la vida y a las puertas del otro lado.
BIBLIOGRAFÍA
Vázquez López JE. El delito de omisión del deber de socorro cometido por un profesional sanitario. Análisis de una reciente sentencia. (T.S. 22/10/2.015, Sala Segunda). (El caso del médico de urgencias que llamó al 112). Cuadernos Médicos Forense vol.21 no.3-4 Málaga jul./dic. 2015. Cuadernos de Medicina Forense. versión On-line ISSN 1988-611Xversión impresa ISSN 1135-7606
https://elpais.com/autor/sergio-del-molino-molina/ Sergio del Molino. “Morirse de ocho a tres”. EL PAIS 4 de junio de 2025.
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