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Dr. Antonio Ares Camerino: «Aprendizaje»

El Dr. Antonio Ares Camerino, vicesecretario del Colegio de Médicos de la Provincia de Cádiz, escribe este artículo de opinión en el que aborda el aprendizaje de la Medicina.

“Como cada año el inicio del curso en la facultad se había convertido en todo un ritual de procedimientos. Cumplidos con los requisitos administrativos y cumplimentados los papeles de la matrícula había que pertrecharse en la adquisición de útiles de escribanía para recibir la sabiduría desde el estrado y dar buena cuenta documental de ello. Carpetas, folios, blocks, lápices, gomas de borrar, bolígrafos de colores y rotuladores para subrayar. Lo de los libros de texto y de consulta era un capítulo aparte. Por delante quedaban meses de asistir a clases magistrales, de ver y presenciar prácticas a pie de laboratorio o de cama, de escuchar todo aquello que, la experiencia acumulada por otros durante muchos años, se nos ofrecía como vehículo para conseguir la tan ansiada excelencia, a la que todos aspirábamos. Era el tiempo de tomar apuntes, muchos apuntes. A la hora de la escritura sí que aparecían los conatos neuróticos compulsivos. A mano, con letra a veces difícil de descifrar, pero que contenía la sabiduría y la experiencia que se nos intentaba transmitir. Anotaciones, subrayados, destacados con rotuladores fluorescentes, todo un compendio que permitía aprender por partida doble, y tener el camino allanado antes de los exámenes. Algunos escribían con Bic punta fina de color negro, otras preferían anotar con bolígrafos de colores. Los había que escribían con lápiz, y había una chica que sólo lo hacía con una pluma estilográfica que había heredado de su abuelo, médico de pueblo durante más de 50 años. Muy cerca de mi se sentaba una alumna que escribía unos signos extraños. Le pregunté ¿Qué escribes? Es taquigrafía, me respondió. Al poco tiempo aparecieron las fotocopias. Ya todo fue distinto”.

El proceso de aprendizaje es lo que nos sustenta como humanidad. Incluso la Inteligencia Artificial precisa de esa metodología, por la que todo lo que se transmite se basa, en parte, en experiencias y aportaciones realizadas por otros. Nadie puede atreverse a decir que su pensamiento es único. Alguien en otro tiempo, en otro lugar, en otras circunstancias tuvo una apreciación similar. Existen muchas formas de aprender, pero todas parten de los sensorial. A través de los sentidos adquirimos conocimientos y habilidades. Ver, escuchar, leer, escribir o hacer, se convierten en las acciones precisas para completar el conocimiento. Los receptores sensoriales se convierten en los elementos fundamentales del proceso de aprender. Lo visual, lo auditivo, lo kinestésico, son los vehículos por los que nos embebemos a la hora de instruirnos. Se aprende cuando se escucha, se aprende cuando se ve, pero mucho más se aprende si lo acompañamos con el hacer, aunque sólo sea tomando notas de lo que hemos visto o hemos escuchado.

Recientemente un catedrático de Medicina ha hecho un pacto con su alumnado para volver a los apuntes tomados a mano. Miguel Martínez González, médico epidemiólogo e investigador y catedrático de la Universidad de Navarra, ha declarado que “hay una epidemia de entontecimiento masivo por el uso de las pantallas”. Para él la utilidad de las pantallas para el aprendizaje de los jóvenes estudiantes está en entredicho. Existen estudios que relacionan un menor desarrollo cognitivo en el alumnado que utiliza aparatos electrónicos en el proceso de aprendizaje.

Fernando Valladares, ecólogo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científica, recoge en su libro “La recivilización” (editorial Destino) que “con la pérdida de atención que genera especialmente el uso asiduo del teléfono móvil y otros aparatos electrónicos, en combinación con las redes sociales, perdemos no sólo la capacidad de concentración y de aprendizaje, sino que incluso salud y democracia”.

La Medicina como ciencia social, como técnica o como arte, se sitúa a caballo entre lo científico y lo humanista. Su aprendizaje precisa de conocimientos científicos cada vez más complejos, pero no debemos olvidar que enfrente tenemos a una persona que sufre, y que nuestros objetivos pasan por eliminar su sufrimiento y mejorar su vida. No sólo es necesario un enfoque práctico, donde la técnica se convierta en lo fundamental, también se precisa de la habilidad para comprender y tratar las necesidades de las personas pacientes, de saber en todo momento los procesos nosológicos y las condiciones que lo rodean, de saber adaptar las decisiones a las circunstancias, y de aplicar los conocimientos y los métodos necesarios con sensibilidad y empatía.

El tiempo de la silla y la palabra ha sido sustituido por el de las pantallas y las imágenes. Posiblemente diagnostiquemos mucho mejor, pero tal vez no hayamos mejorado mucho en el como tratar. Ahora, más que nunca, nos queda un largo camino que aprender.

“Sólo los artistas son los herederos del mito y de la magia,

Son los que guardan en el cofre de su noche y de

Su imaginación la reserva básica del ser humano”

Ernesto Sábato (escritor, pintor y físico argentino. 1911-2011)

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