La exposición prolongada a contaminantes comunes del aire está relacionada con una enfermedad coronaria más avanzada, aunque hay diferencias notables entre mujeres y hombres.
Así se desprende de un estudio a gran escala con datos de más de 11.000 adultos presentado esta semana en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA, por sus siglas en inglés).
Los resultados muestran que incluso niveles de contaminación inferiores o cercanos a los estándares regulatorios y las exposiciones urbanas típicas están asociados con signos tempranos de enfermedad cardíaca (a menudo antes de que aparezcan los síntomas) y subrayan la importancia de mejorar la calidad del aire para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
La contaminación atmosférica es un problema acuciante de salud mundial, que contribuyó a unos 2,46 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares en 2021. Es uno de los mayores riesgos ambientales para la salud y desempeña un papel importante en la causa de infartos y accidentes cerebrovasculares, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Partículas y dióxido de nitrógeno
Para el estudio retrospectivo, se utilizó una tomografía computarizada cardíaca para evaluar la relación entre la exposición prolongada a dos contaminantes comunes presentes en el aire urbano: las partículas finas ambientales (PM2,5) y el dióxido de nitrógeno (NO2).
Las PM2,5 se originan en los gases de escape de los vehículos, las emisiones industriales y el humo de los incendios forestales. Con un tamaño 30 veces menor que un cabello humano, estas diminutas partículas pueden penetrar profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo.
El NO2 es un gas nocivo que se produce principalmente al quemar combustibles fósiles en vehículos, centrales eléctricas y procesos industriales.
“Incluso con niveles bajos de exposición, la contaminación atmosférica se asocia con una mayor acumulación de placa en las arterias coronarias”, indica Felipe Castillo, autor principal del estudio y becario de imagen cardiotorácica del Departamento de Imagenología Médica de la Facultad de Medicina Temerty de la Universidad de Toronto y de la Red Universitaria de Salud (Canadá).
Temerty añade: “En general, una mayor exposición prolongada a la contaminación atmosférica se asoció con un mayor riesgo de enfermedad coronaria en la tomografía computarizada cardíaca, tanto en mujeres como en hombres. En las mujeres, la exposición prolongada a partículas finas se relacionó con mayores niveles de calcio y un estrechamiento más grave de las arterias. En los hombres, una mayor exposición prolongada a partículas finas se asoció con mayores niveles de calcio y una mayor carga de placa”.
Enfermedad arterial coronaria
Los investigadores analizaron datos de adultos sometidos a tomografías computarizadas cardíacas entre 2012 y 2023 en tres importantes hospitales de Toronto (Canadá).
Vincularon los códigos postales de residencia de los pacientes con datos de calidad del aire para estimar la exposición promedio de cada persona a la contaminación atmosférica durante los 10 años previos a la tomografía.
Se evaluaron tres marcadores de enfermedad coronaria: la puntuación de calcio, la carga total de placa y la estenosis obstructiva (estrechamiento de la arteria).
Por cada aumento de un microgramo por metro cúbico en PM2,5 a largo plazo se observó un aumento de un 11% en la acumulación de calcio en las arterias coronarias, un 13% más de probabilidad de placa y un 23% más de enfermedad obstructiva.
La exposición al dióxido de nitrógeno mostró tendencias similares, aunque con efectos menores.
“Este es uno de los estudios más amplios que vincula la contaminación atmosférica gaseosa y particulada a largo plazo a niveles de exposición actuales, con múltiples marcadores de enfermedad coronaria evaluados mediante tomografía computarizada cardíaca”, según Kate Hanneman, autora principal del estudio, doctora en salud pública, radióloga cardíaca, profesora asociada y vicepresidenta de investigación de la Universidad de Toronto.
Hanneman concluye: “La enfermedad cardíaca es la principal causa de muerte a nivel mundial. Los resultados de este estudio se suman a la creciente evidencia de que la contaminación atmosférica es un factor de riesgo cardiovascular modificable y refuerzan la necesidad de realizar más investigaciones para comprender por qué estas asociaciones difieren entre hombres y mujeres”.
La UE reduce un 57% las muertes atribuibles a aire contaminado desde 2005
La calidad del aire ha mejorado en las dos últimas décadas en la UE porque se ha reducido un 57% la cifra de muertes atribuibles a respirar concentraciones de partículas finas (PM2,5) superiores a los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2023.
Así figura en el informe ‘Daño a la salud humana por la contaminación del aire en Europa: situación de la carga de enfermedad 2025’, elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Alrededor de 182.400 muertes en la UE durante 2023 -último año con datos de la AEMA- se atribuyen a la exposición a partículas finas PM2,5 por encima de las directrices de la OMS, lo que supone un 57% menos respecto a las 423.600 de 2005, que, según pudo comprobar Servimedia, marcaron el máximo de la serie histórica.
Ello indica que el objetivo del plan de acción de ‘contaminación cero’ de la UE (una reducción del 55% en las muertes prematuras atribuibles a la polución atmosférica en 2030 en comparación con los niveles de 2005) ya se alcanzó en 2023.
El informe de la AEMA confirma una tendencia de 19 años de que sigue disminuyendo el impacto estimado en la salud atribuible a la exposición prolongada a tres contaminantes atmosféricos clave: partículas finas (PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono (O3).
Sin embargo, el 95% de las personas que viven en ciudades europeas están expuestas a niveles de contaminación del aire considerablemente superiores a los recomendados por la OMS.
Zonas geográficas
Además de los 182.400 fallecimientos vinculados a la exposición a partículas PM2,5, el informe atribuye en 2023 casi 62.700 muertes atribuibles a respirar niveles de O3 y cerca de 34.200 a exponerse a niveles de NO2 superiores a los recomendados por la OMS.
Según la AEMA; reducir la contaminación del aire a niveles de las directrices de la OMS podría haber evitado 192.400 muertes atribuibles a la exposición a partículas finas, 62.700 al ozono (O3) y 34.200 al dióxido de nitrógeno (NO2).
Los países del este y el sureste de Europa sufren los impactos más significativos en la salud debido a los altos niveles de contaminación.
Respecto a las partículas finales, la UE bajó un 65,4% la tasa de muertes prematuras por cada 100.000 habitantes en personas mayores de 30 años que respiraron niveles altos de PM2,5, al pasar de 153,0 a 59,7 entre 2005 y 2023.
Los principales descensos se dieron en Finlandia (-97,5%), Suecia (-94,8%) y Estonia (-94,4%) y los más pequeños se produjeron en Grecia (-35,1%), Italia (-43,4%) y Polonia (-46,1%). España redujo esa tasa un 65,4%, puesto que era de 118,9 fallecimientos prematuros de mayores de 30 años en 2005 y de 41,1 en 2023.
Calidad de vida
Además de las muertes prematuras, los impactos de vivir con enfermedades relacionadas con la contaminación del aire son significativos. Para algunas enfermedades causadas y/o agravadas por la polución, como el asma, el principal impacto es una peor salud. Para otros, como la enfermedad cardíaca isquémica y el cáncer de pulmón, se trata de muerte prematura.
Nuevas evidencias sugieren que la contaminación del aire también puede causar demencia. Se estima que la carga de enfermedades de la esta es mayor que la de otras enfermedades relevantes, según la AEMA.
Nuevas normas
La directiva revisada sobre la calidad del aire ambiental, que entró en vigor el año pasado, acerca los estándares de la UE a las recomendaciones de la OMS, con nuevas reducciones en los impactos de la contaminación atmosférica en la salud en los próximos años.
Aun así, la contaminación del aire sigue siendo el principal riesgo ambiental para la salud europea (seguida de la exposición al ruido, los productos químicos y los crecientes efectos de las olas de calor relacionadas con el clima sobre la salud, entre otros factores) y causa enfermedades crónicas y muertes atribuibles, especialmente en ciudades y zonas urbanas.



