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“A mi amiga, Dra. María Castellano”

Artículo de opinión del Dr. Manuel Fernández Chavero.

En el año 2015 entré a formar parte de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial de España propuesto por el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la Provincia de Badajoz. Después de la toma de posesión nos reunimos todos los miembros en una primera toma de contacto. Yo ya había recibido comentarios y opiniones sobre María Castellano. Ninguno de los que me habían hablado de ella le anteponía el “Doña” y pocos el “Doctora”, todos hablaban de María. Eso ya me hizo intuir que me encontraría con una persona muy grande. Me equivoqué. Me encontré a una persona que me impactó mucho más por su humildad que por su grandeza. Como decimos en Extremadura: “cuanto más menos”. Es decir, cuanto más grande menos soberbia y más sencillez.

Trabajar con María Castellano era disfrutar de la seguridad de tener siempre las espaldas cubiertas; emanaba tranquilidad y prudencia a lo que añadía sabiduría y excelencia humana y académica. Todo ello la convertía en el eje de aquella Comisión donde había un gran presidente y unos compañeros de primerísimo nivel en todos y cada uno de los sentidos.  

Con el paso del tiempo fuimos pasando de una relación cordial a una relación de amistad. Me congratula decir que teníamos muchas cosas en común incluyendo nuestro amor por los olivos y la vida de campo. Durante estos años no se le ha olvidado jamás el cumpleaños de nadie de mi familia, ni el deseo de una Feliz Navidad, o una oración por Semana Santa. No importaba su estado clínico para privar a nadie de una palabra amable o un deseo de bienestar. Era una mujer profundamente religiosa y su Fe ha sido sus mejores Cuidados Paliativos.

Nunca le vi un mal gesto, ni una palabra descortés, ni un NO a nada que pudiera repercutir en la felicidad de los que la hemos rodeado; siempre compañera, siempre colega, a veces madre con una enorme pinta de abuela, y siempre dispuesta a dar todo lo que le pidieras con una generosidad sin parangón.

María Castellano no necesitaba la paridad de géneros porque por todos los sitios por donde iba, ella, por si sola, entraba en paridad por muchos compañeros varones que tuviera alrededor. Una persona única que ha abierto muchos caminos sin necesidad de hacer daño y con la única arma de su bonhomía.

María Castellano tenía una innata capacidad de mediación, al contrario de aquellos que buscan un problema en cada solución ella buscaba siempre una solución a cada problema. Persona juiciosa, ecuánime, defensora de la justicia y la dignidad, equitativa, siempre con una palabra de ánimo y una sonrisa, poseedora, y al mismo tiempo trasmisora, de sólidos valores individuales que la engrandecían como persona, como amiga y como médica.

Atesoraba en su persona todos los valores universales de la Medicina. Por eso seguirá a perpetuidad entre nosotros. Como dice una famosa canción: Los amigos no se entierran se siembran.

María Castellano estará siempre en el corazón de los que la conocimos, de los que la quisimos, de los que la admiramos.

María Castellano forma parte de esa estirpe de Médicos Ilustres que se inició en Hipócrates. Una estirpe que seguirá creciendo si, las actuales y venideras generaciones de médicos, viéramos en ella un espejo humano y profesional que nos sirva de motor de crecimiento ético, deontológico y humano.

                                               Dr. Manuel Fernández Chavero

                                             Amigo y compañero. Badajoz

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