“Hay muchos enfermos que no se curan recetándoles, sino entendiéndolos”
El Prof. Manuel Sánchez Salorio reconoce que a pesar de los grandes avances de la Medicina, no ha cambiado el significado de ser médico y señala que, al menos los casos difíciles, “no se diagnostican ‘mirando’ sino ‘discurriendo’”
Madrid, 22 junio 2010 (medicosypacientes.com)
El Colegio de Médicos de La Coruña ha dedicado al Prof. Manuel Sánchez Salorio un amplio espacio en el último número de su revista “A saúde” en el que, a través de una amplia entrevista, repasa su dilatada trayectoria tanto personal como profesional, ligada esta última a la facultad de Medicina de la Universidad de Santiago.

Prof. Manuel Sánchez Salorio
De su estrecho vínculo con esta Universidad destaca que “salvo bedel y decano, fui todo lo que se podía ser: alumno, secretario y vicedecano…”. En su opinión, “la universidad digna de su nombre tiene que ser a la vez el hogar de dos culturas diferentes. La que nos enseña a ser eficaces –y eso hoy en día significa asumir los usos y las costumbres de la tecnología- y la que es capaz de introducir la mente en la dinámica que es propia del pensar. El carácter fragmentario de los saberes hace que hoy en día la síntesis de esas dos culturas no pueda conseguirse en los contenidos de un plan de estudios”.
En sus reflexiones sobre lo que es y representa la universidad, Sánchez Salorio comenta que “el nivel de una universidad depende mucho más de cómo elige y estima a sus profesores que de los planes de estudio. Un alumno no es una botella que hay que llenar, es un fuego que hay que encender –dice parafraseando a Montaigne-. Los contenidos de los planes de estudio son los que llenan la botella. Pero sólo el ejemplo y la seducción de los maestros son los que encienden el fuego. No es en la autoridad sino en la ejemplaridad y seducción persuasiva donde está la clave de la educación”.
Lamenta que desde la llegada del MIR han desaparecido de la licenciatura los exámenes orales y escritos. “Decir lo que se sabe hablando o escribiendo ha sido sustituido por poner una crucecita en una plantilla. La clave no es exponer, sino acertar” y apostilla que no se ha conseguido “un procedimiento eficaz para valorar la formación conseguida al acabar el MIR”.
Sobre la evolución de la Medicina y la relación médico-paciente a lo largo de estos años, comenta que “el ejercicio de la Medicina es un arte basado en una ciencia, que se ejerce a través de un oficio”. Comenta igualmente que “la denominada ‘medicina basada en la evidencia’ y los protocolos de actuación son la consecuencia de ese progreso. Pero a mí no me parece que haya cambiado mucho lo que significa ser médico. Ciertamente las técnicas de diagnóstico por imagen han perfeccionado nuestra mirada y los avances de la farmacología han aportado una contundencia terapéutica difícil de imaginar cuando yo inicié la carrera. Pero, al menos los casos complicados, no se diagnostican ‘mirando’ sino ‘discurriendo’. Ahí el oficio del médico está más próximo al del detective –los síntomas se ‘detectan’- que al del científico”.
Por eso continúa su exposición comentando que “la enfermedad no es sólo una alteración fisicoquímica, es una espina clavada en una biografía personal, una amenaza. Por eso hay muchos enfermos que no se curan recetándoles sino entendiéndolos. Acompañándolos. Con el aumento de la expectativa de vida, la mayoría de las patologías que atendemos no tienen, hablando en sentido estricto, curación. Pero en esos casos el papel del médico, su compañía itinerante es absolutamente esencial. Y eso no se aleja mucho de cómo se definiría la función del médico en la época precientífica: ‘curar a veces, aliviar muchas veces, consolar siempre’”.