Los niños deben aprender a contener los instintos violentos para no reproducirlos después en la adolescencia, según recomendó el experto José Mariano Velilla con motivo de la celebración del curso «Psicopatología de la Adolescencia: ser adolescente en un mundo en crisis»
Madrid, 24 de julio 2009 (Europa Press)
Con motivo de la celebración de la octava edición del curso «Psicopatología de la Adolescencia: ser adolescente en un mundo en crisis», que tiene lugar en la Universidad de Verano de Teruel. Entre otros asuntos, se analizan comportamientos como las violaciones cometidas por menores.
José Mariano Velilla, director del curso y jefe de sección de Psiquiatría Infanto-juvenil del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza afirmó, que «es un drama para esos menores, para sus familias y para todos» y «sorprende la gratuidad y la frialdad con la que se lleva a cabo ahora en edades tempranas».
También trata otras cuestiones como los trastornos alimentarios, que «no han aumentado en Aragón», en los últimos años, concretamente en el periodo 1997 y 2007, pero que tampoco se han reducido, según explicó el secretario del curso Pedro Ruiz.
A su entender, «hay adolescentes que no han aprendido a frustrase, que quieren experimentar más allá de lo permitido su capacidad de hacer daño» y «ante esto la sociedad se tiene que proteger».
El psiquiatra explicó que el adolescente tiene dos instintos, la violencia y la sexualidad y para controlarlos «ha tenido que aprender a hacerlo en la infancia porque entiende que con conductas adaptadas recibe más gratificaciones».
«Cuando falla el entorno estabilizador, corremos el riesgo de que el adolescente quiera experimentar por su cuenta y ser aceptado por transgredir ciertos límites», recalcó.
Al respecto, indicó que la adolescencia es una etapa de cambios «y a veces de crisis importantes» y «esa inestabilidad en nuestra sociedad globalizada supone más riesgos porque hay una enorme inestabilidad también en el entorno».
Reforma Legislativa
Velilla se refirió a la posibilidad de reformar la Ley del Menor o, al menos, «ajustar una ley que permite la impunidad para un menor que comete acciones tan graves».
Agregó que «no sólo hay que emprender acciones punitivas, sino también seguir trabajando con los menores para rehabilitarlos» porque, según dijo, «me niego a pensar que estos menores van a ser para siempre unos psicópatas».
Además, opinó que «faltan recursos en las instituciones sanitarias y educativas para trabajar con estos menores en riesgo, porque muchas veces los jóvenes que cometen estos actos son menores que antes han estado en riesgo».
