Sanitarios alertan de que en prisiones la mitad de las plazas médicas están sin cubrir

 

Parece una profesión en vías de extinción, ya que el 90% de la plantilla, al no haber renovación, tiene más de 50 años y, entre ellos, tres de cada diez podrían jubilarse ya, lo que da cuenta lo envejecido que está el gremio.

 

Sin embargo, el problema va más allá de que se convoquen plazas, ya que en la última convocatoria para 35 puestos sólo acabaron entrando cuatro médicos, pues la mayoría ni se presentaron o rechazaron la plaza.

 

Según el secretario general de los sindicatos médicos, Gabriel del Pozo, este problema responde a la “falta de recursos para que sea atractivo para los profesionales el ir a prisiones”, ya que se estima que cobran una media de 1.500 euros menos que los profesionales del Sistema Nacional de Salud, pues dependen del Ministerio de Interior.

 

Esta falta de médicos está provocando que muchas cárceles tan siquiera tengan un médico de forma fija. “Hace poco tuvimos una parada cardiorrespiratoria en un centro y, afortunadamente, le sacaron adelante las enfermeras porque no había médicos”, denunció el presidente de Satse, Manuel Cascos, en una rueda de prensa.

 

Sin embargo, la situación de la enfermería tampoco es mucho mejor, ya que tampoco se reponen las plazas vacantes. En muchos centros, según los profesionales, son los propios vigilantes de prisiones los que se encargan de la farmacia de la cárcel.

 

“Ya no hacemos atención primaria, nos hemos convertido en una atención de urgencias y se saca lo indispensable, pero llegará el día en que ni eso se podrá prestar por agotamiento de las profesionales”, dijo Lourdes Piñel, enfermera de prisiones.

 

Como explicó el médico, Pedro Antonio Martínez, los centros penitenciarios están concebidos también como centros sanitarios para la población reclusa, pero esa atención ha pasado a ser “de urgencias”, lo que engorda la factura y empeora la salud de los internos, que en muchas ocasiones tienen que ser derivados a centros hospitalarios, con el coste que eso supone.

 

Además, según denunció este facultativo, los sanitarios de la cárcel están “en guetos” y “aislados informáticamente” al no tener acceso a los historiales clínicos de los pacientes internos, ya que forman parte del servicio de salud de la comunidad autónoma. “Lo mismo ocurre cuando salen de prisión, que su médico desconoce su historial clínico en la cárcel”, dijo.

 

Para los sindicatos, una de las soluciones pasa por crear incentivos para que los licenciados en Medicina quieran trabajar en las cárceles. En concreto, pusieron el ejemplo de Cataluña, donde están transferidas las competencias al igual que en País Vasco, y donde los profesionales cobran un plus por el trabajo que supone estar en una prisión.

 

Además, piden al nuevo Gobierno que los sanitarios de las prisiones dejen de depender del Ministerio del Interior, con el que se mostraron muy enfadados, para pasar a formar parte de las plantillas de los servicios de salud de las comunidades autónomas, de forma que puedan acceder a los historiales y se cubran las bajas y las plazas cuando sea necesario.

 

Y es que, como denunció el secretario general de CESM, “cuando condenan a alguien a privación de libertad, le están privando también de su derecho a la Sanidad” ante la falta de personal sanitario. Además, recordó por su parte el presidente de los enfermeros de Satse, estos profesionales no sólo atienden a población reclusa, sino también a sus hijos, muchas veces bebés.