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Sanidad penitenciaria, condenada a la desaparición

Médicos y pacientes viaja hasta Albolote (Granada) para hablar con el Dr. José Joaquín Antón Basanta, presidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, y conocer su visión acerca de este sector de la medicina, las reclamaciones de estos profesionales y el día a día de los médicos en los centros penitenciarios españoles

Si pensáramos en una cifra adecuada de médicos para salvaguardar la salud de una prisión con más de 1200 internos seguramente el número sería mayor que tres. Y aunque la cifra bajara hasta los 500 o 600, el número de estos profesionales sanitarios nunca sería cero. 

 
Desde hace 18 años, la sociedad, y en concreto las instituciones competentes, está en deuda con la sanidad penitenciaria. Es en la Disposición adicional sexta de la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud, donde se establece que los servicios sanitarios dependientes de Instituciones Penitenciarias serán transferidos a las comunidades autónomas para su plena integración en los correspondientes servicios autonómicos de salud. Hoy en día, a 30 de septiembre de 2021, tan solo Cataluña, País Vasco y Navarra cumplen con esta pretensión o, mejor dicho, con la ley establecida en este ámbito.
 
El escaso número de médicos en los centros penitenciarios conlleva problemáticas que afectan no solo a este sector de los sanitarios, sino a todos los presos. Según el Dr. Antón Basanta, presidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), los perjuicios derivados de esta situación provocan que “el futuro a corto-medio plazo de los centros penitenciarios sea catastrófico. No hay un futuro a largo plazo en la sanidad penitenciaria tal y como está planteado ahora mismo. Estamos abocados a la desaparición absoluta”, asegura.
 
En cuanto al notable y prolongado retraso en la trasmisión de competencias de estos centros a las CCAA, el Dr. Antón afirma que desconoce las razones que llevan a que este cambio no se haya producido todavía: “Los políticos nos han ignorado y lo siguen haciendo”.
 
Por otra parte, otra de las reivindicaciones del Dr. Antón Basanta, que pone voz a la mayoría de estos profesionales, es el salario. A pesar de pertenecer a la sanidad pública, el representante de los médicos en las prisiones pone de relieve la gran “diferencia de retribuciones” entre los médicos que trabajan directamente en el sistema público de salud y ellos: “Esto sucede tanto en la retribución normal, que puede variar en unos mil euros, las horas de guardia o que no exista carrera profesional, por lo que el trabajo realizado durante muchos años no está reconocido ni pagado”.
 
Según los datos facilitados por la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP) y Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), la edad de un 45% de los trabajadores penitenciarios es de 54 años, y la media es superior a los 55 en centros como León, Vilabona (Asturias) o Topas (Salamanca). Para el Dr. Antón esto tiene una connotación muy negativa para este sector sanitario: el relevo generacional o, más bien, la falta de este. “Eso es lo que está desapareciendo en la sanidad penitenciaria. No hay relevo generacional y la experiencia que yo pueda tener acumulada en los más de 30 años que llevo de servicio se perderá sin que nadie pueda aprovecharla.
 
El Gobierno publicó el pasado 8 de febrero, tras la solicitud del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, el catálogo y número de funcionarios de prisiones según cada servicio y desglosado por las diferentes prisiones de España.
 
Si tomamos como referencia las cifras desglosadas de Albolote, lugar en el que ejerce su labor el Dr. Antón Basanta, resulta significativa la disminución de médicos entre 2015 (12) y 2021, donde solo son dos registrados en la citada respuesta del Gobierno del pasado mes de febrero.   
 
A pesar de todo lo anterior, nuestro entrevistado asegura que este campo, el de la sanidad penitenciaria, es uno de los más bonitos dentro de las diversas ramas que existen en la medicina, pero lamenta que las condiciones no le permitan disfrutar como antes, cuando había gente para trabajar: “Te permite un contacto con los pacientes extraordinario y un compendio de patologías que no son fáciles de ver en la atención primaria y tampoco en la atención especializada. Eso me hace aprender de todos esos campos, es muy enriquecedor”.
 
En cuanto al trato y feedback recibido con este tipo de pacientes, el presidente de la SESP afirma que es un trato cordial y de respeto mutuo: “Puedo asegurar que son personas muy agradecidos con el trabajo del personal sanitario. Pueden existir problemas como en cualquier lado, pero son los mínimos y con el tiempo, cuando conocen tu labor, son las personas más agradecidas, mucho más que en cualquier otro ambiente”.
 
El Dr. Antón Basanta lamenta la escasez o ineficiencia de la información aportada a los jóvenes sobre este campo que, según el máximo representante de los médicos de prisiones, es “uno de más completos y más bonito dentro de la medicina: Una de las cosas que no hemos sabido trasmitir a los médicos estudiantes es la existencia de la sanidad penitenciaria”, señala. Por este motivo, anima a las personas que puedan tener interés en este sector a acudir al próximo Congreso Nacional de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, que se celebrará el próximo 28,29 y 30 de octubre, y cuyo lema actúa como resumen de la situación actual de la sanidad penitenciaria y cierre de este escrito: “Aprender del pasado, escribir el futuro”.
 
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