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Pta. CEEM: “Los intereses partidistas ponen en riesgo la calidad de la formación”

Este miércoles comienzan en Navarra las LXXIX Jornadas de Estudiantes de Medicina. Marina García, que tomará posesión como presidenta del CEEM al suceder en el cargo a Víctor Expósito, ha expresado a esta publicación el malestar existente en el seno del Consejo Estatal de Estudiantes por la apertura de nuevas facultades de Medicina, porque “los intereses partidistas o mercantiles de cortas miras son capaces de poner en riesgo la calidad de la formación de los profesionales”

¿Cómo valora la apertura de nuevas facultades de Medicina?

Es ya cuestión de rutina encontrarse cada día nuevos titulares e informaciones sobre los diferentes proyectos que se plantean en las diversas autonomías. Las intenciones de la Universitat de Vic, de la Universidad de Deusto – Deustuko Unibertsitatea o de otras muchas como el levante o las comunidades más centrales dibujan un panorama esperpéntico. 

A esto se suman las propuestas especialmente cuestionables de algunas otras, como la Universidad Internacional de Canarias, donde la convalidación de los dos primeros años en un grado de biotecnología pretende ser la puerta de acceso al título de Medicina, saltando cualquier filtro de evaluación y calidad; o los recurrentes planes por ampliar la oferta de los campus de otras instituciones privadas en lugares donde ya existe una demografía de estudiantes superior a la de los recursos de los que se dispone. Por ejemplo, formar médicos no solo se consigue disponiendo de los materiales técnicos como microscopicos en los laboratorios, se realiza situándonos a los pies del paciente en hospitales de vanguardia. Estamos siendo testigos de las triquiñuelas, efugios y mañas de aquellas personas y empresas que parecen apostar por la perversión de los sistemas.

No deben ser despreciados los intereses partidistas de cortas miras o los intereses mercantiles capaces de reproducir un negocio que pone en riesgo la calidad de la formación de nuestros profesionales y, con ello, la capacidad de dar una adecuada respuesta médica a nuestra sociedad con tal de satisfacer pretensiones propias.

Además, hemos de superar los argumentos regionalistas para entender que la formación de los estudiantes de medicina participa del sistema estatal en tanto en cuento será este el que permita el acceso y el continuo formativo de los egresados. Esta situación vulnera aquellos principios básicos que han de promover la convivencialidad y la reflexión crítica de las sociedades.

¿Por qué existe escasa adaptabilidad de las estructuras académicas?

La academia trata de introducir nuevos modelos y transformaciones en docencia, aunque no siempre conseguimos incorporarlos al ritmo e intensidad que nos gustaría. Sin embargo, la necesidad de contribuir al cambio y la innovación de la educación médica de grado está hoy en día ampliamente documentada y aceptada por aquellos agentes que conformamos la profesión.

Es necesario pararse a reflexionar sobre las estructuras y procesos, sobre la adquisición de competencias transversales, sobre la necesaria inmersión precoz del estudiante en la clínica a través de los hospitales y centros de salud universitarios, sobre la necesidad de entender al estudiante protagonista de su formación, sobre el desarrollo de la sensibilidad y el espíritu crítico; sobre el aprendizaje transformativo, en su conjunto. Probablemente sea en este terreno donde más nos quede por hacer.

A pesar de que los estudiantes y la Conferencia Nacional de Decanos (CNDFME) vamos en muchas ocasiones de la mano en la voluntad de implementar este tipo de medidas, esto puede generar desasosiego en aquellos estudiantes que hemos aprendido a mantener la norma y la pasividad y en aquellos profesores que han aprendido a estancarse en su comodidad. Hemos de continuar realizando esfuerzos con el fin de generar entornos más estimulantes donde desarrollarnos, de forma conjunta.  

¿Cómo se puede trasladar el asunto de la apertura de nuevas facultades a la agenda pública?

Entendiendo que la falta de criterio, cohesión y planificación en la gestión es una cuestión de denuncia social. Los abusos que se producen sobre la población, a corto plazo sobre los estudiantes, a largo plazo, sobre los ciudadanos en general, han de generar el rechazo colectivo.

¿Es viable solucionar que haya un 70 por ciento más de estudiantes de Medicina  de lo que indican las recomendaciones internacionales?

La solución pasa por no abrir nuevas facultades de medicina en España y poniendo fin al aumento del númerus clausus, procediendo a una redistribución gradual de las plazas de grado, previo estudio y planificación de las necesidades del sistema vislumbrando un futuro que por lo menos comprenda los años mínimos de formación, entre 10 y 11. Estas plazas han de adecuarse hasta el punto de ser adaptadas a la oferta de plazas de formación especializada MIR, con el fin de garantizar el adecuado continuo formativo. No podemos ser meros testigos de una huida hacia la privatización encubierta de nuestro sistema universitario.  En caso de reducir la demanda, consideramos que esta habrá de hacerse en aquellas comunidades autónomas en las que existe superávit de estudiantes de medicina y que la disminución de plazas habrá de realizarse asegurando la igualdad de oportunidades en el acceso, es decir, en primer lugar, en las facultades de carácter privado. 

¿Qué repercusiones tiene todo esto para la formación del médico?

Las consecuencias comienzan desde el mismo momento en el que los estudiantes de bachillerato deciden realizar las solicitudes de acceso a las Facultades de Medicina, teniendo que estudiar el funcionamiento de unos 16 sistemas diferentes, según las comunidades autónomas de ingreso. Posteriormente seguirá un peregrinaje a lo largo de la geografía nacional, de estudiantes y familias, con el fin de ir realizando y rechazando las matrículas una y otra vez, a medida que se van liberando las plazas al quedar vacantes las de otros lugares con notas de corte algo inferiores. Así, con suerte, a finales del mes de noviembre – los cursos empiezan en septiembre – todos los estudiantes de medicina habrán podido comenzar sus estudios en alguna universidad. La solución de este problema, que no es otra que la de ofrecer un listado único y un acceso unificado, mejoraría la calidad de vida de muchas familias y cuidaría la motivación de los futuros estudiantes, que podrían adaptarse a su nueva etapa a lo largo de los meses del verano. 

Tras ello, las instituciones educativas continuarán ejerciendo la presión correspondiente para continuar lesionando la integridad de los jóvenes, con el aumento desproporcionado de las tasas universitarias y la disminución de las becas y ayudas, llevando al abandono del grado o a su compaginación con un trabajo precario, situación que pone en cuestión la dedicación a los estudios (repercutiendo, a su vez, en las calificaciones necesarias para obtener los requisitos que garantizan las becas). Escasa es la iniciativa para proponer cualquier otro apoyo al estudiante universitario (vivienda, manutención, movilidad…), muy lejos aún de los sistemas que ejemplifican otros países europeos.

El incremento del numerus clausus también tiene consecuencias en el día a día de la formación del estudiante, debido a las limitaciones en personal y espacios de las diferentes facultades de medicina y hospitales y centros de salud universitarios. La saturación de los docentes y tutores y de los espacios físicos disminuyen la calidad de la enseñanza recibida y entorpecen el normal desarrollo de la asistencia clínica por parte de los profesionales y sus equipos. Consideramos que es necesario un estudio que recoja el número de alumnos en prácticas que maneja cada centro con el fin de evitar la descoordinación y masificación y poder administrar los recursos necesarios para garantizar el adecuado desempeño. 

A medida que avanzamos en los cursos clínicos vamos viendo cómo se produce una progresiva deriva de la formación médica hacia la automatización de las técnicas necesarias para conseguir superar el examen MIR (examen ordenatorio). Esto vuelve a repercutir sobre la motivación y el interés de los estudiantes de medicina, quienes asumen la priorización de la mecanización, generando un efecto rebaño que se alimenta de la incertidumbre de la obtención de una plaza para continuar nuestra formación – el ejercicio en el Sistema Nacional de Salud requiere que se complete de forma necesaria la etapa de formación sanitaria especializada (FSE).

Por último, una vez realizado el examen, serán 1.000 los estudiantes que no puedan acceder a este sistema de FSE, dado el número de plazas ofrecidas, generando una bolsa de egresados que actualmente sigue su deriva en ascenso. Esto se produce por el efecto embudo como consecuencia de la falta de previsión, al no existir un equilibrio entre los estudiantes que acceden a las facultades de medicina y aquellos que accederán a la residencia, tras seis años dedicados al aprendizaje de la profesión – siendo el Grado en Medicina uno de los que presenta menores tasas de abandono del sistema universitario, según los informes de la CRUE.

¿Esperan soluciones a corto plazo?

Hemos de trasladar el debate sobre las cuestiones mencionadas desde la profesión médica a la sociedad en su conjunto y conformar un activismo capaz de integrar el conocimiento, la capacidad y el consenso en la propuesta de un nuevo paradigma. 

Los estudiantes de medicina hemos de poder participar en nuestra formación de manera activa, hemos de poder alcanzar el ideal de un continuo formativo sin lidiar con sistemas competitivos sobrevenidos por una falta de coherencia estatal y hemos de poder ilusionarnos compartiendo los valores que protejan un sistema público que cuide a sus profesionales. Solo a través de un diálogo compartido podremos anteponernos a los retos que nos depara la sociedad del futuro.

Mantener estas situaciones sobrepasa al entendimiento de cualquier agente implicado en la formación médica y en la adecuada planificación de recursos a nivel estatal en detrimento de la búsqueda de excelencia en la calidad asistencial. Actualmente existe unión de la profesión (FPME) en contra de la apertura de nuevas facultades. ¿Soluciones a corto plazo? Son necesarias ante cuestiones sociales, políticas y económicas que no pueden seguir esperando.

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