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Prof. Tom Beauchamp: «Soy más partidario de una formación orientada a la práctica, que se sepa cómo proyectar principios éticos a partir de situaciones concretas»

 

El filósofo Tom Beauchamp, del Kennedy Institute of Ethics de la Universidad de Georgetown, y uno de los padres de la bioética fue invitado a las XI Jornadas de las Comisiones Deontológicas. Co-autor del Informe Belmont, en 1978 sobre principios éticos y pautas para la protección de los seres humanos en la investigación, defiende la importancia de la formación práctica de la ética

 

 

La Coruña, 17 de junio 2013 (medicosypacientes.com)

El filósofo Tom Beauchamp, del Kennedy Institute of Ethics de la Universidad de Georgetown, y uno de los padres de la bioética fue invitado a pronunciar la conferencia inaugural en las XI Jornadas de Comisiones Deontológicas. Beauchamp formó parte del personal de la Comisión Nacional para la Protección de Sujetos Humanos de Investigación Biomédica y del Comportamiento, donde co-escribió el Informe Belmont en 1978 impulsado por el Departamento de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos, sobre principios éticos y pautas para la protección de los seres humanos en la investigación. Más tarde junto con otro autor, James Childress, escribió «Principios de Ética Biomédica» (1985), el primer libro de texto sobre bioética norteamericana». En esta entrevista concedida a «MedicosyPacientes» opina sobre aspectos clave de la ética actual aplicada a la Medicina.

-¿Considera que el médico que practica clínica asistencial a diario tiene, realmente, interés por la ética y la deontología?

-De 40 años a esta parte, existe un interés creciente entre la profesión médica respecto a la bioética y sus cuestiones, y no ya sólo interés sino que existe una corriente de personas interesadas en el estudio de estas materias.

-Si el interés es creciente, ¿por qué la falta de formación desde las etapas iniciales de la formación del médico, es decir, desde la propia Universidad donde se constata un distanciamiento con respecto a estas materias?

-Desde mi punto de vista, el principal problema es la configuración de los planes de estudio de las Facultades de Medicina, donde las asignaturas de ética y, particularmente, de bioética, no forman parte del núcleo del currículum ni a las que se da la debida importancia en la formación reglada. Ése es uno de los motivos por los que la bioética está en continua lucha para hacerse un hueco en los planes de estudio y en el curriculum de la Universidad.

-Este creciente interés ¿también se está percibiendo en  desde las primeras etapas de formación del futuro médico?, ¿cuál  es la actitud de los estudiantes de Medicina, en su opinión, ante estas materias, intentan adquirir este tipo de conocimientos por otras vías?

-Sinceramente, no percibo mucho interés por parte de los estudiantes por la bioética, al menos en EE.UU. Cuando deciden ir a una Facultad de Medicina, por lo general, no advierten que la ética es una dimensión importante de la práctica clínica ni la consideran como algo relevante para convertirse en médicos. Es cuando están ejerciendo cuando, realmente, demandan una formación en ética.

-¿Es recomendable que los profesionales médicos estén al día en cuestiones de ética y deontología para la constante mejora de su práctica clínica?

-La bioética es una disciplina exigente, lo cual no significa que requiera únicamente aprendizaje. Soy más partidario, en este sentido, de una formación más orientada a la práctica, que se sepa cómo proyectar los principios éticos, a partir de situaciones concretas.

-¿Por qué motivos la ética en la investigación ha tenido un mayor desarrollo en detrimento de la ética aplicada a la práctica clínica?

-A finales de los años 60, en el contexto norteamericano, los responsables públicos de los institutos nacionales de salud advirtieron de la inexistencia de una ética de la investigación. Esa ausencia de la ética de la investigación iba acompañada de una desprotección jurídica, frente a una inversión de grandes cantidades económicas. Así, entre 1968 y 1972 se sucede una serie de sucesos que provocan el desarrollo de la ética de la investigación, como fue el escandaloso caso «Casciari», sobre el abuso de la intrumentalización de seres humanos para el estudio de la sífilis, con una gran confusión por parte de expertos, de médicos,…de cómo gestionar esos casos. Es por ello que, a lo largo de la década de los 70, se produce un cambio radical y desarrollo de ética enfocada a la investigación, pero no sucede lo mismo con la ética clínica, lo cual justifica las diferencias entre ambas.

-La declaración de Helsinki de 1964, promovida por la Asociación Médica Mundial,  es un referente en el ámbito ético. En estos momentos y próxima a su 50º Aniversario, está siendo sometida a una profunda revisión,  ¿qué sugerencias propone Vd., como experto en ética, sobre este documento?

-Con la revisión que se está llevando a cabo hay esperanzas de que la Declaración de Helsinki vuelva a ocupar un lugar relevante en el terreno de la ética de la investigación, ya que el Grupo de Trabajo que está llevando a cabo estas tareas cuenta, afortunadamente, con miembros muy bien formados en aspectos relacionados con la bioética. Hay, por tanto, esperanzas de que esta Declaración vuelva a ocupar un papel importante en la ética de la investigación, y ponerse a la altura de otros documentos como las directrices promulgadas en 2002 por la OMS en esta materia.

-El incremento de errores médicos ha hecho replantearse la necesidad de que existan sistemas de vigilancia de ética clínica, ¿cómo deberían gestionarse este tipo de sistemas?

-Estos sistemas deberían correr a cargo de comisiones multidisciplinares que incorporen diferentes profesiones, de lo contrario, el médico es juez y parte. Ése ha podido ser uno de los problemas a lo largo de la Historia. Por tanto, se requiere comisiones paritarias y multidisciplinares para garantizar estas cuestiones.

-La objeción de conciencia es un tema que, en España, genera dilema, sobre todo en lo que concierne al ámbito sanitario. ¿Considera recomendable su regulación a través de una normativa?

Si hay razones morales genuinas, hay que reconocer dicha objeción de conciencia en cuestiones específicas. Lo que no parece éticamente sostenible desde el punto de vista laboral es una objeción general. Si un profesional no es capaz de llevar a cabo las tareas propias de su puesto debería buscar un nuevo puesto de trabajo. Lo ideal sería analizar caso a caso, y que exista un órgano que delibere sobre cada caso. Yo entraría en el terreno de la especificación, es decir, la traslación de las normas generales a los principios, ya que, por otra parte, una ley, que es más abstracta y general, añadiría más dificultades para la regulación de la objeción de conciencia. Al fin y al cabo, la ley también exige la resolución caso a caso, e insisto en la necesidad de un órgano deliberativo que ayude a la resolución de dicho caso.

 

 


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