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Padre Ángel: «La desigualdad es el peor pecado que hay en el mundo»

Ángel García Rodríguez, conocido como el padre Ángel, fundador y presidente de la ONG Mensajeros de la Paz, galardonada con el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994, afirma con rotundidad que "la desigualdad es el peor pecado que hay en el mundo", en una entrevista concedida con motivo de su participación hoy en el I Congreso de Cooperación de la OMC del que espera que sirva para que "la voz de sin voz" llegue a más personas

El padre Ángel denuncia la pasividad de las Administraciones ante catástrofes como la de la isla italiana de Lampedusa y considera que absolutamente necesario dialogar tanto entre los hombres como entre los partidos y los gobiernos y las religiones para ganar la paz y asegura que esta guerra «no se gana en las calles o en los campos de batalla o con los portaaviones más grandes, se gana en  la escuela, con la educación para erradicar esa violencia».

Durante la entrevista, el fundador de Mensajeros de la Paz repasa su vida dedicada a los demás y asegura que «quizá lo mejor que nos pueda dejar la crisis es descubrir el valor de la solidaridad tanto para quien la recibe, como para quien la da».

-¿Qué hace falta para conseguir más paz en el mundo?

Nos falta saber dialogar tanto entre los hombres como entre los partidos y los gobiernos y las religiones. El respeto es la clave de esta guerra que no se gana en las calles o en los campos de batalla o con los portaaviones más grandes. Esta guerra se gana en  la escuela, con la educación para erradicar esa violencia y conseguir que la sociedad actual camine hacia adelante.

-Bajo su punto de vista, ¿cuáles son actualmente los problemas más graves en el mundo?

Lo peor es la desigualdad, esa es la gran injusticia, el mayor pecado. En el mundo hay recursos para todos y avances científicos que hacen posible evitar el dolor y muchas de las enfermedades.

-¿Qué espera de congresos internacionales de cooperación como el que se va a celebrar en Granada?

A veces los que trabajamos por paliar la necesidad o por mover corazones pensamos que lo que hacemos es una gota de agua en un mar… pero con una Orilla, con una vida mejor todo se justifica: recursos, esfuerzos… Con estas reuniones se hacen llamadas de atención y valen la pena si a alguien le llega la voz de los sin voz. Y seguro que va a llegar a más de uno.

-¿Cómo sobrelleva el que haya gobiernos que no permitan la acogida de refugiados?

El Papa Francisco lo dijo hace dos años ante los muertos de Lampedusa: ¡Vergüenza! Los gobiernos, los verdaderos responsables, los únicos que pueden  para solucionar el problema, hablan, discuten, pero no hacen nada… La sociedad está conmocionada, deseando ayudarles, pero las Administraciones qué han hecho. Esconder la cabeza bajo el ala, que es lo mismo que crear comisiones y organizar cumbres.

-¿Qué le ha aportado a usted Mensajeros de la Paz?

¡Mejor preguntar qué me ha aportado a mí! Me lo ha dado todo. Mensajeros de la Paz es mi familia, es mi vida, mi razón de ser, quizá es el por qué Dios me puso en este mundo y la vida me inclinó a seguir en este camino. Pero Mensajeros de la Paz no es la obra de una persona, o de dos, sino la de cientos, la de miles de personas buenas y comprometidas que creen que un mundo mejor es posible y luchan por ello. Haciendo balance puedo decir que en todo este tiempo ha sido mucho más lo que he recibido que lo que he dado, y que los datos de cientos de centros, y miles de personas atendidas, son sólo cifras. Lo importante son las personas.

-¿Cómo y cuándo decidió usted dedicar su vida a los demás?

-Todo nació en 1962, en Oviedo. Era una España muy distinta ?gracias a Dios y a los hombres- de la que hoy conocemos. Yo era un cura joven que recibió como uno de sus primeros destinos la capellanía del orfanato. Los niños que allí vivían estaban tristes, sin esperanza. Entonces, un compañero y yo  no hicimos más que seguir el impulso y sacarlos de allí para que vivieran en casas como los otros niños, para que fueran al colegio como los otros niños y que como todos los demás, supieran que tenían un hogar al que pertenecían. Así nació el primer Hogar de Mensajeros de la Paz. Hoy hay cientos por todo el mundo. Va a hacer 53 años. ¡Parece que fue ayer!

-Se le conoce a usted su personal dedicación a los niños y a los ancianos… ¿Son actualmente los sectores más desprotegidos?

Los mayores y los niños son los más vulnerables. En la paloma de la Paz, un símbolo de nuestra ONG hay escrita una frase que dice. «Solo ante Dios, un niño y un anciano nos ponemos de rodillas». Creo que eso lo resume todo.

-¿Es España solidaria?

España es uno de los países más solidarios del mundo. Y de eso doy fe. A la gente le duele el dolor ajeno, y aunque no lo parezca, eso es mucho. Esa solidaridad se ha demostrado e incrementado con la crisis, Tenemos muchos voluntarios parados que dicen que quieren ayudar porque ellos todavía tienen un plato de sopa en su mesa y otros muchos no. Gracias a la solidaridad espontánea, desinstitucionalizada de amigos, vecinos y hermanos y primos, hay miles de familias  que pagan sus recibos, comen todos los días y siguen teniendo un techo. Quizá lo mejor que nos pueda dejar la crisis es descubrir el valor de la solidaridad tanto para quien la recibe, como para quien la da.

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