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Operan de cataratas a un bebé de cinco meses en Benín

Un equipo de facultativos de Cantabria operó a un bebé de cinco meses de cataratas, entre las más de cien cirugías llevadas a cabo en Benín por médicos cooperantes, una experiencia que cuenta el presidente del Colegio de Médicos de Cantabria, Dr. Tomás Cobo, en el boletín del mes de enero de la Fundación Red de Colegios Médicos Solidarios

Santander, 4 de febrero de 2013 (medicosypacientes.com)

El relato del Dr. Tomás Cobo, inscrito en el Registro Nacional de Médicos Voluntarios y Cooperantes de la FRCOMS, narra el trabajo durante 18 días de un equipo de facultativos compuesto por tres enfermeras, dos  médicos oftalmólogos un cirujano plástico, un médico estomatólogo, y un médico anestesiólogo, que en apenas dos semanas llevaron a cabo 100 operaciones, 80 de ellas de cataratas y 300 consultas, entre otras muchas acciones solidarias.

A continuación se reproduce el texto íntegro del Dr. Tomás Cobo

Se han realizado un total de cien  cirugías: 80 intervenciones de cataratas. De  las intervenciones desarrolladas, cabe  mencionar una cirugía de cataratas, en  ambos ojos, de un bebe de cinco meses, dos  intervenciones de labio leporino y una  operación de más de seis horas, a un niño de  15 años, de la tribu Pel cuya mano había  sido semi amputada de un machetazo.

Tanguiéta es una población de unos 40.000 habitantes que se concentra alrededor del  Hospital de San Juan de Dios. Geográficamente se sitúa en la provincia de Atakora, al norte de Benín, antigua colonia francesa llamada Daomei.  Benín está en el Golfo de Guinea y hace frontera con Togo, Níger, Nigeria y Burkina.

Es uno de los países más pobres del mundo, con una población de ocho millones de habitantes, aproximadamente. No existe un censo fidedigno, así que es posible que la población real sea el doble.  Esta se concentra entorno a dos ciudades, Porto Novo, la capital y Cotonou, ambas al sur  del país.

La provincia de Atakora es la más deprimida del país y Tanguiéta fue el sitio elegido por Fray Florencio, un monje médico italiano, hace 37 años, para crear un pequeño consultorio de asistencia médica. Este pequeño consultorio es hoy es el Hospital de Tanguieta, en la actualidad, el más importante del país, junto con el Hospital Universitario de Cotonou.  El Hospital de Tanguiéta, atiende a la población de Benín y de países limítrofes, fundamentalmente de Níger y Burkina, cubre todos los servicios; Cuenta con dos salas quirúrgicas, una con dos mesas operatorias y la otra  con tres;

Tiene seis médicos de plantilla, un pediatra, un obstetra, un cirujano, un trauma, un analista, un internista y Fray Florencio, que como cirujano hace todas las especialidades.

Es difícil calcular el número de camas para comparar su actividad asistencial con un hospital occidental, porque la mayoría de los pacientes están tumbados en el suelo y solo los más graves ocupan las alrededor de 300 camas organizadas en literas.

A  lo largo  del año vienen diferentes misiones quirúrgicas de Europa: Cirujanos maxilofaciales suizos para operar tumores de Burkitt, malformaciones faciales, labios leporinos  y traumatismos; Urólogos franceses  para la reparación de fístulas vésico-vaginales y médicos ortopedas  franceses para la realización de prótesis de caderas , fundamentalmente.

Desde Cantabria se estableció un equipo de facultativos compuesto por tres enfermeras, dos  médicos oftalmólogos un cirujano plástico, un médico estomatólogo, y un médico anestesiólogo.  Durante los 18 días de estancia en Benín, fundamentalmente se llevaron a cabo intervenciones oftalmológicas; Un total de 300 consultas, 100 cirugías, unas 80 cataratas y el resto capsulotomias, trabeculectomias y quistectomias, entre otras. Por otro lado, desde 2006, hay abierta una consulta dental que en la actualidad atiende unos 1.500 pacientes al año y que fue establecida por el médico estomatólogo en un pequeño local abandonado del hospital para con el fin de dar asistencia odontológica y establecer programas de educación en higiene y salud dental.

Como anestesiólogo, durante mi estancia en el país, además de dar cobertura anestésica a todas las cirugías del equipo y del hospital, trabajo con los dos anestesistas locales de plantilla, que son enfermeros, compartiendo experiencias,  formándonos en técnicas anestésicas, entre otras. El hospital no cuenta con una sala de reanimación, de forma que, una vez terminada la intervención, el paciente es llevado con sus familiares, sin opción a ser poder darle un seguimiento adecuado.

La mortalidad infantil es muy alta. No es infrecuente el nacimiento de niños muy débiles que o bien fallecen al instante de nacer o lo hacen poco después. Las condiciones en las que los niños vienen no facilitan la intervención del anestesiólogo a través de una reanimación agresiva con soporte ventilatorio e inotrópico.  Muchas mujeres se desplazan cientos de kilómetros a pie antes de dar a luz.

Sería interesante que nuestros médicos residentes, de cualquier especialidad,  tuvieran la oportunidad de rotar por este hospital un período de uno o dos meses como  hacen ya los residentes de cirugía del Hospital Central de Milán.

La pobreza aquí es extrema. Los pacientes vienen caminando cientos de kilómetros para ser atendidos cuando llega una de las expediciones quirúrgicas.  Uno tiene la oportunidad de trabajar codo a codo con personas como Fray Florencio que ha entregado literalmente su vida para ayudar a los demás. Ese contacto produce la chispa que enciende en nuestra conciencia  y en nuestro proyecto de vida la más íntima reflexión.

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